11 de setiembre: Homenaje a Alonso Gahona Chávez, desaparecido

1.151

Yuri Gahona

Mi padre, Alonso Fernando Gahoba Chávez, fue detenido el 8 de septiembre de 1975. Desde entonces su estatus es el de desaparecido.

Ocurrió hace 33 años, la misma cantidad de años que tenía cuando lo hicieron desaparecer, la misma cantidad de años que he contado que no vuelve. Le escribo…

Sabes, no es tanto tiempo en términos relativos, más de un tercio de lo que se estima los seres humanos podemos vivir. A veces he medido este tiempo como el curso de una depresión o en las múltiples veces en que la ansiedad se ha tornado crisis de pánico, fobia social y otra multiplicidad de síntomas extraños… cuando niño era jaqueca al atardecer, que coincidía con la hora en que debías volver y no volviste: arritmia cardiaca, manos húmedas, insomnio, amaneceres imposibles, angustia resistente a todo tipo de medicamentos, dolor, pena profunda…

Después de tantos años pienso que no es la cantidad de años lo más terrible de este tiempo, ni todos los síntomas enumerados.

Este tiempo es tan infinito porque es la rabia,
la impotencia,
la pena,
el dolor,
la profunda y descorazonadora verdad que a nadie o a muy pocos le importa tu calvario,
la irremediable y odiosa espera que las "cosas cambien",
que tu muerte y la de tantos y tantas haya sido en vano,
el horror del "estado de las cosas" donde impunidad, silencio, olvido, son las palabras con que algunos poderosos transan cada gota de tu sangre,
cada pedazo de tu cuerpo herido,
cada parrillazo,
cada golpe,
cada bofetada,
cada escupitajo,
cada maldición,
cada amenaza,
cada garabato,
cada culatazo,
cada "submarino",
cada "teléfono",
cada colgamiento,
cada uña arrancada de cuajo,
cada mechón de pelos arrancados a la fuerza de tu cabeza,
cada desgarro de cada articulación,
cada asfixia,
cada deseo de morir ya… morir, morir y no seguir sintiendo,
cada dolor agobiante por cada silencio de tu boca,
cada llanto silencioso,
cada ¿dónde estarán mis niños?, ¿quién los estará cuidando?,
cada ¿dónde estará mi mujer?,
cada vez multiplicados los nombres míos y de mi hermana al silencio donde te perdías…
cada despertar en que seguías vivo,
cada compañero nuevo que llegaba a padecer el mismo destino,
cada tiempo y cada coordenada completamente perdida,
cada llanto contenido,
cada fortaleza destruida,
cada número olvidado,
cada dirección desvanecida
toda la impotencia,
la humillación,
la perversidad con que te mataban a cada instante.

Eso, papá, es lo que me atormenta. Porque con la ansiedad de una experiencia así uno podría aprender cómo vivir, pero no se puede vivir cada día cuando el cómo no va acompañado de la acciones que reparan. Porque lo que traumatiza no es lo que ocurrió, sino lo que te sigue ocurriendo cada día en que en tu nombre no hay paz ni hay justicia.

Treinta y tres años sin reparación ni para ti, ni para mí, ni para nadie.

Nadie puede repararte a ti porque eso sería devolverte a la vida exactamente al minuto anterior a cuando fuiste secuestrado y tus asesinos contaron los días exactos para tu muerte, la forma exacta de tus padecimientos, la palabra tormento con que sellaron tu destino… Pero yo estoy vivo y cada día de estos treinta y tres años he esperado que este daño se aminore, cada día especialmente desde marzo de 1990.

Cada día he esperado, no sólo por ti, sino por los miles de nombres de otros ausentes y otros y otras cobardemente asesinados, cada día esperando que todo el mundo sepa la verdad, que todo el mundo sepa del coraje de tu ejemplo, que hubiera para todos justicia, verdad; que los culpables fueran castigados, que nadie olvidara sus nombres para que nunca más nadie tuviera que vivir con esta herida.

Y los años pasan y los días y los minutos y los segundos y en Chile no hay Verdad,
y en Chile no hay Justicia,
y en Chile hay complicidad con los criminales,
en Chile hay perdón y olvido,
en Chile se hace la vista gorda,
en Chile no hay memoria,
en Chile no interesa esta verdad terrible de desaparecidos,
de fosas clandestinas,
de lanzados al mar amarrados en rieles,
de cuerpos dinamitados,
de asesinos cobardes,
de mujeres violadas,
de torturados y torturadas,
de desangrados,
de quemados vivos con soplete,
de sobrevivientes…

En Chile no hubo duelo,
en Chile hubo ascenso para los generales de la muerte,
en Chile hay pensiones de gracia para sus hijas,
en Chile hay medallas y condecoraciones por los muertos,
hay homenajes públicos,
hay cárceles privadas como hoteles de lujo,
hay sobreseimientos de las causas por aplicación de la amnistía,
hay diputados y senadores que auspiciaron la tiranía,
hay dueños de supermercados y diarios que pagaron por cada comunista,
socialista,
radical,
demócrata cristiano,
mirista,
marxista,
teólogo de la liberación,
cristiano progresista,
por cada allendista, cada militar del pueblo asesinado o desaparecido por la dictadura…

Hoy día los criminales son parte cotidiana de nuestras vidas; ellos no pagan, ellos no se hacen responsables, ellos se apean a la democracia, esta democracia que ellos jamás promovieron, esta democracia que aborrecen, la misma a la que le ponen cada día una denuncia, una acusación constitucional. Esta democracia que ellos llaman seguridad ciudadana, ley general de educación, leyes reservadas; esta misma democracia que paga con desprecio la vida que diste por los que hoy gobiernan.

Y por eso es que esta amargura y esta pena no pasan, porque quieren borrar tu nombre y tu memoria, porque no quieren que se siga levantando una hoja con tu cara y tu nombre impreso en ella, no quieren más huelgas de hambre ni protestas en el congreso o en los tribunales, no quieren ratificar la Corte Penal Internacional, no quieren decirle a todo Chile el nombre de cada asesino, de cada cómplice, de cada encubridor… No quieren que el Consejo de Defensa del Estado deje de apelar por que se aplique la amnistía, no quieren que sigamos llevando causas a la corte interamericana de derechos humanos, no quieren más encadenamientos, nos llaman a dar vuelta la página, a olvidar la generosidad de tu vida, a olvidar lo que somos.

Pero yo me resisto a esa condena, me resisto a este silencio obligado, me resisto al rótulo de víctima, me resisto a perdonar por decreto.

Yo quiero verdad,
quiero justicia,
quiero castigo a los culpables…
yo quiero que se diga genocidio,
yo quiero que se diga exterminio,
yo quiero que se conozca cada cárcel secreta,
cada rincón de tortura,
cada estadio y edificio usado como refugio para el sadismo de la tiranía,
yo quiero cada calle con los nombres de los ausentes,
quiero un informe Rettig con lo nombres de los traidores,
quiero un informe Valech con la identificación del organigrama de la muerte.

Para mí hay treinta años de olvido e injusticia,
y entonces para mi después de treinta años sin reparación
no hay perdón ni olvido por tu nombre,
por tu cara,
por tus manos,
por tu abrazo,
por tus juegos,
por tu valentía,
por tu optimismo,
por tu sonrisa,
por tus ojos achinados,
por tu espíritu altivo,
por tu entereza
por tu amor profundo,
por tu allendismo,
por tu vida…
tu hermosa vida heredada…

Te desaparecieron pero no desapareciste y no desaparecerás mientras alguien recuerde tu nombre y te llame al presente para construir el futuro.

Setiembre de 2008.

Addenda

Alonso Fernando Gahona Chávez, obrero, casado, 2 hijos, militante del Partido Comunista, fue detenido el día 8 de septiembre de 1975, alrededor de las 19:00 horas, en la vía pública, mientras transitaba a la altura del Paradero 26 de la Gran Avenida, en dirección a su casa.

Jorge Parra Parra expresaría en declaración jurada de fecha 10 de noviembre de 1978 que, en la fecha señalada –8 de septiembre de 1975– "luego de cumplir sus funciones habituales en la Municipalidad de La Cisterna, retirándose al término de la jornada laboral hacia su domicilio en bicicleta, cuando, entre el Paradero 25 y 26 de la Gran Avenida, al lado de la Casa de la Cultura de La Cisterna, le sorprendió ver a un ex-compañero de trabajo, Carol Flores Castillo, con un arma, en compañía de otros dos individuos, también armados, que aprehendieron a su compañero de labores Alonso Gahona Chávez".

"En el instante de la detención, los sujetos pusieron al afectado inmediatamente contra la pared, con las manos en alto. Así estuvieron unos dos minutos, para luego llevárselo con destino desconocido".
Carol Flores Castillo, ex militante comunista, había sido detenido en agosto de 1974, por efectivos del Servicio de Inteligencia de la Fuerza Aérea (SIFA), permaneciendo recluido alrededor de seis meses en la Academia de Guerra Aérea (AGA). Una vez libertado, se sabe que comenzó a colaborar con sus aprehensores; luego el fue nuevamente detenido, permaneciendo desaparecido hasta hoy.

En el informe elaborado por la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación se expresó: "el 8 de septiembre de 1975 fue detenido en la vía pública Alonso Fernando Gahona Chávez, apodado "Yuri", quien fue trasladado al "Nido 20", lugar en el que según informaciones recibidas por esta Comisión, habría muerto a consecuencia de las torturas, colgado de una ducha. Su cadáver, habría sido envuelto en plástico y, al parecer, arrojado al mar".

Las informaciones a que se alude en el informe anotado, se refieren a los testimonios vertidos por el ex-miembro de la Fuerza Aérea de Chile e integrante del llamado Comando Conjunto, Andrés Antonio Valenzuela Morales, los que nos han permitido reconstruir en una buena parte, lo que fue la gestación y actuar de esta asociación ilícita, dotada de los medios materiales y con las garantías de la impunidad y el anonimato para actuar en forma delictiva y en abierta violación a derechos humanos fundamentales.

En efecto, expresó el testigo en declaración jurada que "luego de haber operado el equipo en un hangar de Cerrillos decidieron trasladarse a otros recintos, uno resultó ser una casa ubicada en calle Santa Teresa N?037, Paradero 20 de La Gran Avenida, conocido como "Nido 20", donde se mantenían detenidos; y otro correspondiente a un inmueble situado en calle Perú Nº 9.053, paradero 18 de Vicuña Mackenna, denominado "Nido 18", en el que se interrogaba y torturaba fundamentalmente.

"Puedo recordar –continuó– sin determinar la fecha exacta, que en el "Nido 20" falleció un detenido. Le decían Yuri, bajo, crespo, pelo castaño, corto, que trabajaba en la Municipalidad de La Cisterna, y que había sido detenido en su lugar de trabajo. (referencia, sin lugar a dudas, a Alonso Gahona Chávez). Llegó enfermo y murió por una bronconeumonia fulminante ya que lo tenían colgado en el baño".

"Recuerdo que fue colgado en una ducha y como le habían aplicado corriente anteriormente, tenía mucha sed. Abrió con la boca la llave y tomó agua. Luego llegó el centinela y le cortó el agua; pero él nuevamente la volvió a abrir y dejamos que el agua corriera. Deben haber sido unas horas con el agua de la ducha corriendo por su cuerpo".

"Luego del fallecimiento de Alonso Gahona, lo trasladaron muerto hasta el Nido 18 y desde allí lo hicieron desaparecer, arrojándolo al mar, según relató un agente de la Aviación".
…………………………………

Sus hijos a esa época pre-escolares, quedaron solos, Alonso Gahona se encontraba separado y a cargo de ellos. Una tía paterna, con su familia, se hicieron cargo de los niños.

(www.memoriaviva.com)

También podría gustarte
Deja una respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicada.


El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.