350 familias en Estados Unidos. – LA POBREZA ES UN ETERNO LUCHAR

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Algo despertó en Los Ángeles a lo largo de 1992, las luchas populares recorrían las calles y avenidas de la mastodóntica ciudad del Estado de California; luchas protagonizadas fundamentalmente por población de origen afroamericana y latinoamericana en defensa de sus derechos civiles y contra la brutalidad policial. Ese mismo año, la imagen de una patrulla del departamento de Policía de Los Ángeles (LAPD) golpeando salvajemente a un ciudadano negro, Rodney King, recorrió las pantallas televisivas de todo el mundo. Esa imagen sólo era el preludio de una gran batalla que habría de librarse en el eje surcentral de la ciudad como respuesta a la absolución de los cuatro policías agresores.

La explosión de rabia y frustración fue de una dimensión abrumadora, acercándose a los disturbios raciales que recorrieron EE UU durante la década de 1961/70 en el marco de las movilizaciones del Black Power. El grito unánime de las poblaciones negra y latina se había fusionado en la denuncia de las terribles condiciones de vida a que estaban abocados en suelo norteamericano por no ser ciudadanos blancos de primera, por seguir arrastrando el yugo de la esclavitud y la colonización a sus espaldas.

Es a lo largo del convulso año 1992 que el ayuntamiento compra en South Central seis hectáreas de terreno a nueve propietarios privados, con la intención de construir una gran incineradora de basura en pleno barrio.
Sin embargo, los vecinos se oponen desde un primer momento e inician una lucha a través de diferentes organizaciones sociales que contaban con un fuerte arraigo en el tejido asociativo del barrio.

Tras varios meses de movilización logran paralizar las obras y toman esas seis hectáreas para desarrollar un proyecto de jardín y huerto comunitario que unirá a más de 350 familias de la zona, transformando un terreno árido, vacío y abandonado en un célebre y querido espacio de la ciudad donde se producirán frutas, verduras, legumbres y flores para la comunidad, así como numerosas iniciativas políticas, sociales y lúdicas de los vecinos.

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Su majestad la especulación

En agosto de 2003, el alcalde de Los Ángeles, Antonio Villaraigosa, de origen mexicano, vendió el terreno por cinco millones de dólares en una maniobra especulativa salpicada de irregularidades, que ha puesto de manifiesto la violación de algunos procedimientos legales que exige el propio ayuntamiento de la ciudad.

La nueva propietaria del espacio es la Libaw-Horowitz Investment Company, dirigida por el conocido empresario norteamericano Ralph Horowitz, propietario original del espacio que lo vendió al Gobierno de la ciudad por 4,7 millones de dólares a finales de 1980, y ahora, una vez recuperado, lo vuelve a poner en venta por 16,3 millones de dólares, una cifra absolutamente inalcanzable para los campesinos de South Central a pesar de las innumerables muestras de apoyo que han recibido de parte de cientos de organizaciones sociales del Estado de California y México.

Después de tres años de litigio en los juzgados y de fuerte movilización social en las calles de Los Ángeles, el 1o de mayo de 2006 llegó la orden de desalojo inminente del espacio. Para ese momento, el capital corporativo de la ciudad ya había decidido construir una gran superficie comercial en este terreno, y el desalojo no se hizo esperar.

Despliegue «antiterrorista». En la mañana del 14 de junio de 2006, tres grandes máquinas bulldozers y un desproporcionado despliegue policial, que incluyó tres helicópteros y material antidisturbios de las fuerzas de choque antiterroristas, destruían las plantaciones, jardines y algunos de los 600 árboles que durante 14 años plantaron y cuidaron los campesinos de South Central, en su empeño por revitalizar el barrio e implementar políticas de desarrollo comunitario propias que contrarrestasen los efectos de la pobreza y la droga.

Alrededor de 66 personas fueron detenidas cuando defendían pacíficamente con sus cuerpos los accesos a los jardines. Gran parte de estos activistas se encadenaron a un nogal centenario y otros permanecieron subidos a los árboles con el objetivo de dificultar al máximo el desalojo. Cabe destacar los rostros conocidos que también han querido acompañar esta lucha en primera línea como son Zack de la Rocha (ex vocalista de la banda Rage Against the Machine), Daryl Hannah y Joan Baez, entre otros.

Tras el desalojo

Tras dos días y en un clima de absoluta militarización del barrio, el desalojo pudo hacerse efectivo. Sin embargo los habitantes de South Central no han cejado en su empeño y siguen reuniéndose para buscar una solución conjunta. Quieren que su grito se una al de muchos que pelean en condiciones similares, como el Movimiento de los Sin Tierra en Brasil o los campesinos recientemente reprimidos de San Salvador Atenco en México.

Gritan para romper el silencio que reina en la ciudad y aclarar que los frutos que sembraron durante años no sólo dieron cosechas que poder vender, sino que también construyeron vínculos y afinidades sociales muy fuertes, que ahora se expresan en un poderoso nivel organizativo. Mientras discuten su futuro, algunos campesinos ya han tomado la iniciativa de ocupar un pequeño parque cercano a la zona desalojada, donde vuelven a cultivar y a vender sus productos. Donde pretenden que la llama de la esperanza no se apague para poder seguir pensando otro mundo y otras relaciones.

Un distrito olvidado. South Central es un distrito golpeado por la pobreza, la marginalidad, el desempleo y, por supuesto, la droga. Las dotaciones y equipamientos de financiación pública son prácticamente inexistentes y los servicios sociales ofrecen una cobertura testimonial. Un barrio completamente desestructurado y olvidado a su suerte por el ayuntamiento, que sólo parece recordar su existencia a través de grandes operativos policiales en la lucha contra el «crimen organizado».

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* En www.alasbarricadas.org. Publicada el cuatro de enero de 2007.

Addenda
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El 14 de junio de 2006 Margarita Salazar escribía en Narco News;

Miles se movilizan en Los Ángeles para impedir la destrucción total de la huerta comunitaria del área Sur Centro.

“¿Por qué estás ayudando a arrancar la vida, el alimento de los niños y de la gente pobre?”

Una enorme nube de polvo levantan tres máquinas buldozers que comenzaron a destruir la milpa, las flores, las plantas medicinales, los vegetales, las frutas y algunos de los 600 árboles que durante más de 14 años han sido cultivados con dedicación, amor y trabajo por los campesinos –en su mayoría inmigrantes mexicanos-, en el enorme jardín comunitario conocido como la Granja del Sur Centro.

Los ayunos, oraciones, cantos, pinturas, gritos y lágrimas que desde hace varias semanas se han expresado en defensa del terreno, no pudieron parar la ambición del capital corporativo que pretende acabar con este pulmón de la ciudad para construir, en su lugar, grandes bodegas de almacenamiento. Hoy comenzó el desalojo de las familias y la destrucción de los cultivos.

Tampoco se pudo detener a alrededor de 300 elementos del Departamento del Sheriff y a cientos de agentes de la policía angelina que rodearon el terreno de 14 acres en el que se encuentran diversos cultivos trabajados por 350 familias (la mayoría de los campesinos son mexicanos pero también hay salvadoreños, guatemaltecos, hondureños, costarricenses y hasta una que otra persona de origen asiático).

Pasadas las 5:00 de esta mañana, los cien escudos humanos que resguardaban el terreno fueron despertados por elementos del Departamento del Sheriff del condado angelino, quienes les dieron 15 minutos para abandonar el lugar o de lo contrario, ser arrestados.

En el momento del desalojo, en el terreno había hombres, mujeres, niños y personas de edad avanzada (todos contaban con espacios de unos 20 por 20 metros donde tenían sus siembras y hortalizas); también había varios ambientalistas anglosajones que desde hace varias semanas participaban resguardando el lugar.

Alrededor de 66 defensores del jardín fueron detenidos cuando se resistieron a salir (algunos de ellos son adherentes de La Otra Campaña, entre ellos Sharis Delgadillo, Ana Isabel y Martha, todas integrantes del Comité Pro Democracia en México); 39 de los arrestados estaban dentro de la granja y 27 eran personas solidarias que protestaban en uno de los dos puntos en los que se concentró la movilización.

Muchos de los activistas reaccionaron pacíficamente pero no obedecieron la orden de desalojo del Departamento del Sheriff; 14 se encadenaron a unas barras de concreto localizadas cerca del árbol de nogal considerado el abuelo más antiguo de la granja y que fue convertido en un altar en defensa de todas las especies vivientes. A sus ramas han subido diversos defensores de los bosques como la ambientalista Julia Butterfly Hill y Rufina Juárez –la primera permaneció arriba 19 días sin comer y la segunda durmió tres noches entre sus hojas, antes de ser desalojadas–.

Tres helicópteros de la policía y varias unidades de paramédicos del Departamento de Bomberos también apoyaron el operativo en el que los oficiales tuvieron que echar mano de taladros para poder arrancar a los activistas encadenados al concreto.

(www.narconews.com).

Las imágenes que enriquecen los textos pertenecen a Kathryn Hill y fueron tomadas de su bitácora personal kosmonaut.

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