8 de marzo, ¡vivan las mujeres, carajo!

1.989

ANNCOL.*

El ocho de marzo de 1857, unas 40.000 trabajadoras textiles de New York se levantaron en huelga contra las condiciones paupérrimas de trabajo y contra los bajos salarios. Fue el inicio de ese viejo largo camino de resistencia de las mujeres en el mundo. Cien años cumple la conmemoración del 8 marzo. ese día en 1910, en Copenhague, Dinamarca, la 2ª conferencia internacional de mujeres socialistas, declaro que desde ese año, se les rendiría homenaje a las pioneras hilanderas neoyorkinas que señalaron el camino de la mujer como sujeto de cambio social, de la mujer como semilla de rebelión y resistencia.

Después de cien años, en donde estamos en esas luchas reivindicativas y emancipadoras donde las mujeres, poniéndole el pecho a la brisa resisten contra esta sociedad capitalista, patriarcal y oscurantista, que la sigue tratando como una menor de edad.

La sociedad capitalista banaliza la mujer, reduciéndola a objeto sexual de consumación, para vender un carro, un bolígrafo o un simple desodorante, ella deviene por la magia de la imagen y el márquetin un simple objeto que se reduce a unas nalgas, o a unos senos, que vehiculan el mensaje consumista.

Las mujeres hoy por hoy, a pesar de los pocos avances que se han hecho, siguen siendo las principales víctimas del sistema capitalista. Son ellas las principales víctimas de la violencia, en los conflictos y las guerras.  Son ellas,  las principales damnificadas de los nuevos procesos de trabajo, donde a más calificación, incluso superando la de los hombres, ganan menos que ellos. Son ellas las principales víctimas de la flexibilización del horario de trabajo. 

En algunas regiones, el machismo imperante en las culturas locales, las condena al analfabetismo, a la incisión del clítoris, a la violación y a la enajenación de sus derechos más elementales.

A pesar de esta cruda realidad, lejos del discurso reductor de ciertas tendencias feministas, que reducen el rol de las mujeres al de victimas. O al miserabilismo de ciertos discursos, que pretenden, que la lucha de la emancipación de la mujer, es sólo asunto de ellas. Más allá de esos marcos teóricos victimizadores, hoy pensamos en esas mujeres que junto a sus hombres se levantaron en armas para resistir contra la opresión.

Invitamos a ciertos sectores del trabajo femenino, que miran para el otro lado de manera hipócrita, cuando desde diferentes trincheras le recordamos que para hablar de las mujeres colombianas no podemos olvidar, en ese momento supremo, a nuestras insurgentes guerrilleras, que desde las montañas de Colombia se la juegan por construir una Colombia para los trabajadores, la Nueva Colombia. Las feministas colombianas miran para el otro lado, cuando les recordamos que Sonia, la insurgente fariana, resiste desde las mazmorras del imperio, con una convicción de hierro, digna y altiva.

Hoy ocho marzo, recordamos a las insurgentes muertas en combate, a las que resisten desde las trincheras de las cárceles, y a esas heroicas insurgentes, que con fusil en la mano, teorizan menos sobre el feminismo, pero que construyen, contrario a muchas, la Nueva Colombia.

Vivan las insurgentes que dignifican cada día, con su trabajo de hormigas la resistencia en Colombia. Vivan esas mujeres anónimas que desde la clandestinidad de la resistencia contribuyen a la germinación de la Nueva Colombia.

Que viva la tendera del barrio, la vendedora de pescado en la plaza de mercado, que viva la Negra Miguelina y su puesto de chontaduros, que viva la lavandera de ropa, que viva la madre del prisionero político, que cada fin de semana se somete a la humillación de las requisas del INPEC para ver sus hijos, que vivan nuestras mujeres inmigrantes, que vivan las exiliadas políticas, las campesinas. Que viva todas ellas en las trincheras de la sobrevivencia diaria, y en la resistencia cotidiana de la construcción de la Nueva Colombia.

¡Que vivan nuestras madres que nos parieron para la resistencia!
 
Si Dios fuera mujer

¿Y si Dios fuera mujer?
pregunta Juan sin inmutarse,
vaya, vaya si Dios fuera mujer
es posible que agnósticos y ateos
no dijéramos no con la cabeza
y dijéramos sí con las entrañas.

Tal vez nos acercáramos a su divina desnudez
para besar sus pies no de bronce,
su pubis no de piedra,
sus pechos no de mármol,
sus labios no de yeso.

Si Dios fuera mujer la abrazaríamos
para arrancarla de su lontananza
y no habría que jurar
hasta que la muerte nos separe
ya que sería inmortal por antonomasia
y en vez de transmitirnos SIDA o pánico
nos contagiaría su inmortalidad.

Si Dios fuera mujer no se instalaría
lejana en el reino de los cielos,
sino que nos aguardaría en el zaguán del infierno,
con sus brazos no cerrados,
su rosa no de plástico
y su amor no de ángeles.

Ay Dios mío, Dios mío
si hasta siempre y desde siempre
fueras una mujer
qué lindo escándalo sería,
qué venturosa, espléndida, imposible,
prodigiosa blasfemia.
(Mario Benedetti).

Ver aquí.

* Despacho de Agencia de Noticias Nueva Colombia.

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1 comentario
  1. JOSÉ LUIS TOVAR dice

    La peor utilización de la mujer la hacen quienes las usan como escudo ideológico para sus panfletos y como carne de cañón para sus falsas guerras revolucionarias.
    Más les valiera aprender de ellas su coraje para sacar adelante a sus familias en lugar de vivir sentado mandando cobardemente a otros a la muerte por ideas ajenas y delirantes.

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