A Dios Poeta Jonás

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Viví con el poeta algo más de un año en su casa de El Tabo. Debe de haber sido allá por los años 79 u 80. Lo recuerdo muchas veces enteramente vestido de blanco en nuestras habituales caminatas al atardecer a orillas del mar, conversando de León Felipe o San Juan de la Cruz.

Durante el trayecto acostumbraba recoger maderos y palos secos, conchas, piedras y vidrios pulidos, que más tarde utilizaba en pequeñas obras artesanales que vendía en su tienda llamada Altamarea. Nombre a su vez de una revista de arte y conocimiento que dirigía, diagramaba y vendía.

En más de una oportunidad publicó poemas de mi autoría. Recuerdo uno que le gustó bastante y que estaba dedicado a la virgen de Cartagena, una figura de bronce pintada de blanco, pálida, situada muy cerca de la rompiente y que con expresión santa observa los cerros de ese concurrido balneario, virgen a la cual yo solía, con la aparente venia de ella, robarle las velas que los fieles dejaban en rogativas de milagros o de penitentes en pos del perdón de sus pecados, para iluminar la casa que habitábamos muy cerca del mar y que frecuentemente sufría en invierno de largos apagones que nos dejaban a oscuras.

Y en esa oscuridad bebíamos el violáceo vino de la noche leyéndonos y prestando oídos a nuestras últimas creaciones. Qué pena que se haya muerto el poeta Jonás. Se suma a la de otros que le precedieron en esto de morir y marcharse a la mítica región de los descarnados.

Jonás fue miembro de la cofradía de la Unión Chica, que capitaneaba el siempre presente Jorge Teillier. Hay un poema de este último dedicado a su hija Carolina, que registra nuestro paso por aquella taberna santiaguina, genuina universidad literaria, el poema en cuestión pertenece al libro Cartas para reinas de otras primaveras y dice entre otros versos:

Hoy es día de tu santo y tú ni lo recuerdas
pero en Nueva York 11 Álvaro y Jonás con tu tío Iván
alzan una copa en tu honor
y tu hermano en Bucarest oye aletear molinos de
alas de mariposas
y los hijos del Viejo Hidalgo tocan por ti junto a
Vasile Igna una Misa en Re.

Todos los aludidos han muerto y uno va quedando solo en este mundo ancho y ajeno.

Toquemos la misma Misa en Re y elevemos el corazón por el quizás perpetuo descanso de Jonás.

Jaime Gómez Rogers (Jonás) era un poeta de gran sensibilidad, que atravesaba períodos de profundo misticismo y otros de iracunda rebeldía, los dos lados de la medalla en la plenitud de sus hemisferios cerebrales. Publicó en vida más de una decena de libros, entre los cuales recuerdo con nitidez su Oración del niño que crecía, Signos y Diccionario cabal, todos ellos de un gran lirismo, en una búsqueda impecable y sostenida de perfección poética, de contenido, de logro musical. Se nos murió pues el poeta y con él, algo de mi vida también.

Y en homenaje, honor y memoria a su amistad, vayan estos otros versos que tanto le gustaron en esa época nuestra a orillas del mar:

La Virgen de Cartagena
es una figura de bronce
iluminada en un altar.

La Virgen de Cartagena
ilumina la noche con el fuego
del alma penitente.

La Virgen de Cartagena
es una mujer esbelta y sola
entre las aguas del Pacífico Sur.

La Virgen de Cartagena
no es una ilusión.

Entonces que ella lleve de la mano al buen Jonás y que como los pájaros de la sierra peruana que mueren de muerte natural, suba en remolino al cielo sin dejar señales de dolor.

——————

* Poeta.

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