A Dios rogando, pero con las maletas llenas

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Para el diputado y pastor brasileño no era el martes el día infausto para embarcar y emprender viaje: fue un lunes. João Batista fue detenido cuando pretendía embarcar en el aeropuerto de Brasilia con el equivalente a más de dos millones de dólares valijas repletas de billetes.

No se trataba de una aventura personal. La Policía brasileña lo detuvo junto a dos pastores de la Iglesia Universal; entre todos llevaban siete maletas repletas de dinero que habían subido a bordo de un avión privado que se encontraba en un hangar del aeropuerto de Brasilia.
El pastor Joao Batista, diputado por el derechista Partido del Frente Liberal (PFL), aseguró que el dinero era de la Iglesia Universal, una de las confesiones evangelistas más populares de Brasil.

El legislador, de 61 años, fue llevado a la sede de la Policía Federal para prestar declaración sobre el origen del dinero, cuyo hallazgo no hace más que avivar las llamas originadas en la denuncia de que el oficialista Partido de los Trabajadores (PT) montó un sistema de sobornos a legisladores con dinero desviado de empresas públicas. La información extraoficial disponible, empero, indica que
el PT habría pagado «mesadas» a legisladores de partidos aliados, y no a miembros de fuerzas opositoras como el PFL.

Poco después de la confiscación, que fue posible gracias a una denuncia anónima, fuentes que no revelaron su identidad señalaron que no se había terminado aún de contar la gran cantidad de dinero, cuyo monto superaría los 20 millones de reales en efectivo (unos 8.3 millones de dólares).

Además del diputador-pastror y sus dos colegas, uedaron detenidas dos mujeres –de las que no se había revelado en la tarde del lunes 11 de julio, sus identidades o eventuales relaciones con los hombres. La tripulación de la aeronave fue también conducida al recinto policial. El avión se disponía a despegar hacia la capital del estado de Goias.

Según las primeras versiones, los detenidos aseguraron que el dinero provenía de ‘pago del diezmo’ de los fieles de la Iglesia Universal del Reino de Dios, una poderosa organización que se caracteriza por sus lujosos templos y por tener influencia en varios medios de comunicación.

El viernes primero de julio, había sido detenido en el aeropuerto de São Paulo José Adalberto Vieira da Silva, un asesor del gobernante Partido de los Trabajadores (PT), por intentar subir a un avión civil
con 200.000 reales en efectivo (unos 85.000 dólares) en una maleta y 100.000 dólares escondidos en su ropa interior.

En Brasil no es ilegal llevar altas sumas de dinero en efectivo, pero el portador tiene que declarar el origen y el destino de estos fondos.

EN EL REINO DE LA SOSPECHA

El escándalo de los pastores se unió a las sospechas que una investigación de la revista Veja arrojó el fin de semana sobre Fabio Luis Lula Da Silva –Lulinha, hijo del presidente Lula. Un reportaje especial de la publicación reveló que una empresa telefónica “ayudó” con 2.2 millones de dólares al treintañero que se ganaba la vida como profesor de inglés e informática, pese a ser biólogo de profesión

Según Veja la telefónica, que controla Río de Janeiro y áreas adyacentes, puso el dinero que permitió al joven iniciar su carrera en sociedad con dos amigos de la infancia. El primer ensayo requirió la inversión de unos 100.000 reales (40.000 dólares). La segunda empresa, formada en octubre de 2004, contó en cambio con un aporte de capital muy superior: de 2,7 millones de reales (1,2 millones de dólares), desembolsada por Telemar.

Poco después socios fundan una tercera empresa, Gamecorp, y nuevamente Telemar se constituye en la principal fuente de financiación, con 2.5 millones de reales, equivalente a 1 millón de dólares.

Esta última empresa tiene su área de acción definida en el rubro de la publicidad y en el de los juegos digitales. Veja relata que la telefónica Telemar llevó al trío de jóvenes empresarios a Japón, coincidiendo con una gira presidencial del presidente.

Telemar es una empresa concesionaria de un servicio público: esto significa que la actividad de la compañía es regulada por el Estado brasileño, lo que le impide hacer donaciones para campañas políticas. Desde ese punto de vista, el presidente Lula debería haber vetado la sociedad con su hijo.

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Fuente: Agencias y prensa del día.

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