¿Administró el Vaticano la extremaunción al neoliberalismo global?

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El Vaticano condenó sin tapujos "el pensamiento neoliberal" que "exclusivamente busca soluciones técnicas (sic) para problemas económicos".

A mi juicio, un buen inicio de solución "espiritual" sería excomulgar a todos aquellos neoliberales locales, quienes abiertamente pululan en el ITAM, se santiguan en forma farisea, y le han brindado la mayor parte de su gabinete depredador a Calderón (otro persignado espurio).

El documento aduce que la multivariada injusticia globalizada comienza a tener efectos negativos en los niveles sociales, políticos y económicos "destinados a crear (sic) un clima de mayor hostilidad y aún de violencia, que en última instancia socavarán los fundamentos de las instituciones democráticas".

Viene la parte polémica que hará derramar mucha tinta: "el establecimiento de una autoridad supranacional (¡súper sic!) con visión global" y "jurisdicción universal" para "guiar las políticas y decisiones económicas".

¿Salimos de un gobierno unimundialista de facto –el israelí-anglosajón, controlado por el sionismo financierista jázaro– para sucumbir en otro gobierno mundial cuya especificidad, membresía y religión son desconocidos hasta ahora?

Comenta el Vaticano –cuya divisa oficial, en términos terrenales, es el tambaleante euro– que la autoridad de tal banco central global deberá iniciar con "la ONU como punto de referencia", pero que "posteriormente deberá volverse independiente (sic) y gozar del poder para vigilar que a los países poderosos no se les permita ejercer excesivo poder sobre los países débiles". Ya estuvo que EU y Gran Bretaña seguramente vetarán en la ONU esta recomendación celestial.

En forma más puntual, el Vaticano demanda la reforma a la economía global con "impuestos a las transacciones financieras" y juzga, con justa razón, que "el FMI carece del poder o la habilidad para estabilizar el mundo financiero mediante la regulación (¡súper sic!) de la masa monetaria total" ni siquiera vigilar "la cantidad del riesgo crediticio tomado por el sistema". Nada nuevo al respecto de lo que he referido en mis añejos teoremas, salvo que ahora el Vaticano toma una inusitada postura vigorosa en contra de la "especulación rampante" y en favor de una "ética de la solidaridad" entre los países ricos y pobres.

Detecta que el grave problema es financierista, cuando el mundo requiere "un mínimo de reglas compartidas para manejar el mercado financiero global" y "alguna forma de manejo monetario global". ¡Ni muerta lo aceptará la parasitaria cuan depredadora bancocracia global!

Admite que tal cambio tomará años y encontrará férrea resistencia (más que nada: el repudio cacofónico de los oligopolios multimediáticos neoliberales).

Cuando la globalización ha erosionado las fronteras, considera que "la transformación será realizada al precio de una transferencia (sic) gradual y equilibrada (sic) de parte de cada una de las potencias a una autoridad mundial (sic), así como a autoridades regionales (sic)". ¿Cuándo ha sucedido eso en la historia de la humanidad?

Si el banco central europeo, un banco central "regional" supuestamente superdotado, a duras penas puede sostener al euro, ¿cómo podrá funcionar un banco central "global" para estimular el "bien común", ya no se diga la armonía social?

Por alguna razón, a diferencia del Papa Juan Pablo II, quien se pronunció categóricamente contra la globalización, los funcionarios del Vaticano la dan como inmutable cuando las tendencias que he detectado operan en sentido contrario: tanto a la desglobalización como a la "regionalización".
 

*Analista mexicano, columnista de La Jornada de México

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