Afganistán, donde los terroristas también pueden hacer favores

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Un Pakistán amigo es una necesidad imperativa para Irán a fin de salir de su aislamiento, mientras que un Irán amigo posibilita que Pakistán concentre su atención en la peligrosa situación de sus vínculos con EE.UU.

Otro grupo de “perdedores” incluye a los grupos no pastunes que se oponen al presidente Hamid Karzai y que están cada vez más dispuestos a reconciliarse con los talibanes. Incluyen a elementos “nacionalistas” que recientemente formaron el Frente Nacional, pesos pesados como Ahmed Wali Massoud de Panjshir (hermano del asesinado ex líder de la Alianza del Norte, Ahmad Shah Massoud), el líder uzbeco Rashid Dostum y el líder de los chiíes hazara, Haji Mohammed Mohaqiq. Cualquier polarización siguiendo líneas sectarias significaría el entierro de su agenda pan-afgana.

Mohaqiq, cercano a Teherán, llamó a los afganos a reaccionar “cuidadosa e inteligentemente”. Dijo que los perpetradores “quieren provocar una guerra sectaria en Afganistán. Mi mensaje a la nación afgana es que reconozca las verdaderas caras de los enemigos de Afganistán y que mantenga el orden civil.”

Sus observaciones se hicieron eco de la declaración del ministro de Exteriores iraní, Ali Akbar Salehi, quien describió los incidentes el martes como un intento de alimentar tensiones tribales y religiosas y de crear inestabilidad e inseguridad en los países de la región. Salehi afirmó que países extranjeros tratan de afectar la paz y la estabilidad en la región provocando conflictos sectarios y tribales.

¿Quién sale ganando?

Considerando lo anterior, la flecha parece apuntar hacia la red Haqqani o al Qaida como responsables de la violencia. Pero ninguno de los dos parecen parecen posibles. Los haqqanis parte clave de la insurgencia dirigida por los talibanes en Afganistán aunque están basados en las áreas fronterizas de Pakistán– no tienen motivos para dañar los intereses paquistaníes, mientras la capacidad de al Qaida está seriamente en duda.

Ahora bien, apartándonos un poco, también es posible colocar el ataque terrorista ante el trasfondo amplio afgano y regional.

Ha llegado la oportunidad de que se concluya el pacto estratégico entre Karzai y EE.UU. que allane el camino para el establecimiento de bases militares estadounidenses después de la retirada formal de las tropas. Hay una considerable oposición a la actitud de Karzai en el pueblo afgano, que lo ve como su quid pro quo para que EE.UU. le apoye en un tercer período como presidente más allá de 2014.

Si aparecen líneas de falla sectarias, sería mucho más difícil que cristalizase una oposición nacional unida contra el pacto estratégico de EE.UU. con Kabul.

Segundo, cualquier aumento de la violencia solo crearía la justificación para la continuación de la presencia militar de EE.UU. en Afganistán ya que las fuerzas armadas y la policía afganas tendrían dificultades para enfrentar la situación.

Un tercer aspecto es el impasse EE.UU.-Irán, que podría llevar a una confrontación en el futuro cercano. Afganistán sería un punto de apoyo vital para emprender cualquier acto hostil contra Irán. No importan las afirmaciones de Karzai de que no permitiría que se utilizase territorio afgano contra vecinos, la verdad es que su opinión no cuenta.

El derrribamiento de Irán de un avión drone de vigilancia que operaba sobre Irán desde bases de EE.UU. en Afganistán muestra que Irán oriental es un “frente activo” en el impasse. Una lucha sectaria que debilite la influencia de Teherán dentro de Afganistán occidental trabaja a favor de EE.UU. si Washington decide atacar Irán.

Finalmente, Pakistán sería un gran perdedor si Afganistán cae en la lucha sectaria y se debilita la posición paquistaní en el juego final afgano, lo que ayudaría a EE.UU.

Resumiendo, los intereses estadounidenses, paradójicamente, salen ganando en el actual escenario si las tensiones sectarias aumentan en Afganistán y las tropas occidentales se convierten en la única garantía de seguridad. Es decir, numerosas fuerzas estarían interesadas en reforzar indirectamente las estrategias regionales de EE.UU.

Irónicamente el martes, en el lejano Londres, el ministro afgano de minas Wahidullah Shahrani anunció que el gobierno afgano ha solicitado por primera vez propuestas para el desarrollo de minas de oro y cobre. El London Times señaló que “los invasores desde Alejandro Magno han soñado con explotar su riqueza mineral. Ahora Afganistán busca inversionistas extranjeros que le ayuden a explotar sus ricos yacimientos de oro y cobre”.

Es concebible que Afganistán pueda seguir el camino ensangrentado de África donde la demencial rebatiña por los recursos introdujo fuerzas mercenarias extranjeras de todas las calañas.

La comunidad internacional solo puede lanzar un gran suspiro de alivio porque solo el día antes de los ataques terroristas en Afganistán, los aliados de Karzai se comprometieron resueltamente en la congregación en Bonn a apoyarlo en el largo camino de proteger a su país contra las fuerzas malignas que lo acechan.

El embajador M. K. Bhadrakumar fue diplomático de carrera del Servicio Exterior de la India. Ejerció sus funciones en la extinta Unión Soviética, Corea del Sur, Sri Lanka, Alemania, Afganistán, Pakistán, Uzbekistán, Kuwait y Turquía

*Asia Times Online (Holdings) Fuente: http://www.atimes.com/atimes/South_Asia/ML08Df01.html

 

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