AMIA, VERGÜENZA NACIONAL: ¿DÓNDE ESTÁ EL SUICIDA?

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

fotoDe dónde sale el dato del Mossad? Nadie lo sabe. ¿Con qué pruebas? Se desconoce. Directamente se asume como cierto que un tal Berro Hezbollah emitió un comunicado diciendo que no tuvo ninguna participación en la bomba contra AMIA.

«Es un problema falso. Tan falso como la estrategia de un vendedor que va a tu casa y te pregunta si querés una heladera rosada o una celeste, y te quiere convencer de que ése es el tema que tenés que decidir, cuando vos no querés comprar ninguna heladera». (Pablo Levín, Economista, en www.lavaca.org)

Esta semana Alberto Nissman, el fiscal a cargo de la Unidad Especial que investiga la causa AMIA, dijo sin atisbo de duda, mirando a las cámaras:

–La identidad del conductor suicida que se inmoló en el atentado a la AMIA está confirmada. Se trata del libanés Ibrahim Hussein Berro.

El anuncio fue espectacular, y también oportuno: se produjo apenas unos días después de la entrevista en la Cumbre de Mar del Plata entre el presidente K y los miembros del American Jewish Committee y el mismo día en que K volvía a reunirse con directivos del Congreso Judío Mundial, esta vez en la Casa de Gobierno. Pero el anuncio fue también oportuno en cuanto a su contenido:

Hussein Berro era militante del grupo guerrillero Hezbollah, de modo que la punta del ovillo comenzaba en Irán y había entrado al país por la Triple Frontera, viejo y oscuro objeto del deseo norteamericano en la región. Berro era el hombre justo en el sitio justo, y provenía del país exacto. Una lástima que la fiesta se aguara por un pequeño detalle: la noticia es falsa.

Mas que berro prefiero radicheta

Esta historia bien podría encerrarse entre dos frases: la tristemente célebre del ahora destituido juez federal Juan José Galeano («Se van a caer de espaldas’) y la de la nueva –quizá efímera, pero nunca se sabe– estrella judicial Nissman. Lo que está en el medio es la causa 1156, caratulada «Pasteur 633 Atentado (Homicidio, Lesiones, Daños)» ya suma 146 cuerpos de doscientas fojas cada uno, lo que da un total de 29.200 fojas.

Cada cuerpo mide dos centímetros y medio de ancho. Si para barrer el despacho tuvieran que amontonar los expedientes armarían una pila de papel oficio de tres metros con sesenta y cinco centímetros de alto. Difícil de cargar: más de 73 kilos de papel. En esos 73 kilos de papel no hay nada. Diez o quince kilos de esos setenta y tres kilos de papel son falsos.

Por esta causa estuvieron presos el reducidor de autos y ex socio policial Carlos Telleldín, y los ex policías Juan José Ribelli, Raúl Ibarra, Anastasio Leal y Mario Barreiro. El propio juez Galeano terminó destituido por haber intentado coimear a su único detenido, pagándole 400 mil dólares de la SIDE a cambio de inculpar a los policías luego liberados.

En las causas conexas, los anexos y las pericias tampoco hay nada

La causa «Brigada», que vincula a la Policía Bonaerense, tiene más de 40 cuerpos. La causa «Armas», con la conexión carapintada, tiene otros cuarenta cuerpos.

Hay más de 270 anexos. El anexo «Daños» tiene 27.000 fojas. Hay, también, más de diez cuerpos de expedientes con pericias.

Lo que el nuevo fiscal presenta ahora, como la «conexión Berro», está incorporada al expediente desde 2003. En los primeros tres años declararon 1.465 testigos, se realizaron 205 allanamientos, y se intervinieron 377 teléfonos. El juez Galeano escuchó 292.000 horas de conversaciones ajenas.

Hay algo cierto: la explosión en la AMIA mató a 89 personas. Todos los gobiernos de los últimos once años, incluida la actual administración K, no han estado a la altura de las circunstancias: testigos que aparecían justo en los aniversarios, arrepentidos truchos, operaciones de inteligencia, casetes que estaban y luego no. Esta historia que da asco del principio al final, nunca termina.

La abulia, la falta de profesionalismo y en algunos casos el dinero negro repartido a tiempo, lograron que la mayoría de los medios repitieran, autómatas, las versiones que interesaban al poder. Así las cosas, cualquier ciudadano medio está hoy convencido de que el atentado contra la AMIA fue realizado por un conductor suicida, un árabe de ojos desorbitados que impactó contra el edificio de Pasteur al seiscientos.

Se desconocen, sin embargo, algunos elementos claves

1) Hay una sola testigo que dijo ver la Traffic y al conductor.

2) El motor numerado que apareció mágicamente entre los escombros es una prueba irregular, ya que nadie firmó el acta de secuestro: esto es, fue descubierto por «nadie», a la hora «ninguna» en el sitio «nada». Eso sí: fue muy útil.

3) Otro curioso caso de desfase entre la Traffic-bomba y su aparición fue la sorpresa del testigo Eduardo Magnano, ex jefe técnico de CIADEA cuando, a dos horas del atentado, mientras escuchaba la radió describiendo el traslado de los’heridos, recibió la visita de una comisión policial con un paragolpes en la mano. Querían saber si era el para golpes de una-Traffic (a fojas 29480). En el cuerpo 123, foja 24808, Galeano afirma que «es de especial interés la presencia de personas que hayan intervenido en el hallazgo del block de motor».

4) El Departamento de Protección de Orden Constitucional (POC) y la SIDE pincharon el teléfono de Telleldín cinco días antes de que el coche bomba fuera «descubierto» por los investigadores del Grupo Tu-Sam. Esto es, cinco días antes de que Telleldín fuera considerado sospechoso (a fojas 114, con fecha deliberadamente en blanco, foliadas entre las actuaciones del día 20 de julio).

5) María Nicolasa Romero, la única testigo que «vio la Traffic», enfermera de la Policía Federal, caminaba con su hermana y su hijo y, al cruzar la calle, fue asistida por el mozo de un bar vecino. Ni su hermana ni el mozo vieron el «coche bomba» (a fojas 165 y 199 del expediente).

6) En la investigación que dio lugar al libro Cortinas de humo, de mi autoría, detectamos con nuestro equipo de trabajo a doce (12) testigos que sobrevivieron y que, estando ubicados en sitios donde deberían haber visto el vehículo, jamás lo vieron.

Sin embargo acá estamos, discutiendo sobre el suicida, como en el chiste de la heladera rosada o celeste. Y para completar esta ensalada: Berro, el suicida, lleva tres años durmiendo en la causa. Para decirlo de otro modo: el elemento nuevo está volviéndose un poco viejo.

Nissman, Batman y Robin

fotoTampoco el nuevo fiscal es nuevo en la causa: a través de su amistad con José Batman Barbaccia (ex fiscal de la causa AMIA junto a Eamon Robin Mullen, ambos renunciaron a sus puestos y defienden ahora a los Maggio en la causa de las narco valijas) logró su traslado de la fiscalía del Tribunal Oral de San Martín a la de su amigo, en la que integró un equipo destinado a preparar los alegatos del juicio oral, casi tres años antes de que éste diera comienzo. O sea: Nisman convivió tres años con las irregularidades de Galeano sin decir una sola palabra.

Finalmente la causa se dividió en tres: `AMIA residual» quedó en manos de Rodolfo Canicoba Corral, Nissman quedó como fiscal en la Unidad Especial junto a 47 empleados, un récord que podría envidiarle cualquier juzgado 1º y Alejandro Rúa en otra unidad dependiente de Justicia. La división no aceleró la causa ni mejoró la investigación e incluso mantuvo inalterable el ascendiente de la SIDE, a través del súper agente Jaime Stiusso, responsable de gran parte de la letra de Galeano y, ahora, de Nissman.

Lo que el nuevo fiscal presenta ahora, como la «conexión Berro» está incorporada al expediente desde 2003, y fue bautizado en la interna judicial como el Informe Toma (refiriéndolo a Miguel Angel Toma, titular de la SIDE entre 2002 y 2003, bajo la presidencia de Duhalde). Por eso, entre la lluvia de flashes del anuncio, Nisman se preocupó por aclarar que se estaba «judicializando» una prueba existente. Traducción: estaban dándole entidad legal a una prueba obtenida por los servicios de inteligencia.

No hacía falta adivinar demasiado conociendo el origen: Miguel Angel Toma tiene aceitados contactos con la embajada norteamericana y la israelí, y el dato inicial provino del Mossad (identificado en la causa como un «servicio colateral’). De dónde sale el dato del Mossad? Nadie lo sabe. ¿Con qué pruebas? Se desconoce.

Directamente se asume como cierto que un tal Berro Hezbollah emitió un comunicado diciendo que no tuvo ninguna participación en la bomba contra AMIA llegó a la Triple Frontera, paró en una «casa segura» que nunca fue identificada y desde allí llamó a su familia para decirle que iba a encontrarse en el Más Allá con su hermano inmolado en agosto de 1989 en un enfrentamiento contra tropas israelíes. Nunca habló de AMIA y tampoco de la Argentina.

Tres años más tarde el fiscal Nissman, a través de una gestión de su par norteamericana Barbara McQuade, ubicó a la familia Berro en Michigan, Estados Unidos, y consiguió una foto del supuesto terrorista. La delegación argentina volvió exultante: gracias al suicida habían conocido la zona de los Grandes Lagos y se habían ilusionado con una próxima excursión a la Isla Mackinac.

Un día después del espectacular anuncio, Rolando Hanglin habló por los micrófonos de Radio Continental con Abas Berro, hermano de Ibrahim:

–El gobierno argentino me contactó, me pidió una foto de mi hermano y después la vi en los medios como la del autor del atentado contra la AMIA. Nosotros estamos seguros de que mi hermano no lo hizo, él murió en el Líbano. Estoy escandalizado porque cambian la verdad, ya que le hicimos el favor a los argentinos de darles la foto.

«Mi hermano murió luchando por la libertad. Nosotros decimos la verdad, trabajamos duro, yo soy dentista y nos gusta Estados Unidos –dijo Abas Berro–. Las otras fotos que están mostrando no sabemos de quién son (…) Mi hermano murió en el Líbano luchando con el grupo de Liberación Nacional del Líbano, vinculado a Hezbollah.»

Mientras tanto, Nisman seguía exhibiendo tres supuestas fotos de Berro, una con bigotes, otras sin, asegurando que fueron reconocidas por la enfermera María Nicolasa Romero.

Para ser exactos, Romero reconoció al supuesto Berro recién la cuarta vez que le fueron exhibidas las fotos. En la primera dijo que no era él, también en la segunda oportunidad. Luego le mostraron el identikit que se había realizado hace doce años y lo reconoció como propio.

Recién entonces, la cuarta vez, dijo que quizá se tratara de Berro, aun que aclaró que no estaba segura. Algo que todo el grupo de investigación de Cortinas de humo aprendió trabajando el caso es que, siempre, todo atentado es un mensaje. No importa que ese mensaje sea interpretado por todos, pero sí por la persona a la que fue dirigido. Por eso existe una rutina de adjudicación que, según los casos, sigue distintas reglas. Pero siempre existe.

Al Qaeda, como Hezbollah, el IRA o la ETA, se adjudican los atentados que realizan. Eso es obvio, en su lógica están orgullosos de ello. Esta semana, para colmo, Hezbollah emitió un comunicado diciendo que no tuvo ninguna participación en la bomba contra la AMIA.

Entonces, ¿qué color estábamos discutiendo para la heladera?

Voto cantado

La presión del American Jewish Committee al gobierno K sobre el atentado a la AMIA es creciente y reconoce origenes por demás justificados: todavía está caliente el papelón de K con los casetes de teléfonos intervenidos, que finalmente nunca existieron o fueron sustraídos por quién sabe quién.

En noviembre la comunidad judía, con firma del vicepresidente de la DAIA y el presidente de la OSA, le solicitó a K, a través de una carta al canciller, que durante la Cumbre de Mar del Plata la Argentina repudiara e integrara a la agenda de trabajo las declaraciones del presidente de Irán respecto al Estado de Israel.
El tema nunca se trató pero al menos esta semana K tuvo algo para exhibir en su reunión con David Harris: el nuevo/viejo descubrimiento de Berro.

Nada se ajustó más a la agenda: el motivo del encuentro era, precisamente «atentado a la AMIA y situación de la Interpol en la captura de los iraníes».

El fantasma de protección al terrorismo sobrevuela la imagen argentina cuando se la ve desde los foros más conservadores del exterior. Todavía resuenan los ecos de un artículo del Wall Stret Journal firmado por Mary Anastasia O’Grady el pasado 8 de julio, luego de los atentados en Londres: «No hay que contar con la Argentina para combatir al terrorismo», escribió.

El artículo de O’Grady fustigaba la decisión de la Corte Suprema de no considerar a los hechos terroristas como actos de lesa humanidad, equiparándolos a delitos comunes. Bielsa respondió al artículo en las mismas páginas del Journal, que se deleitó con el exabrupto y se permitió ironizar con el canciller:

«No ocurre todos los días que uno de nuestros columnistas sea atacado por escrito, y por su nombre, por un alto funcionario de un país importante». Pero lo peor para Bielsa fue el párrafo siguiente, en el que el diario se burlaba de que el canciller hubiera calificado de neoliberales a instituciones conservadoras como el American Enterprise y el CATO Institute.

La posición del WSJ y de O’ Grady cuestionaba las apologías K a la generación del setenta y el hecho de que varios funcionarios de la actual administración hayan reconocido públicamente su vínculo con organizaciones armadas, Bielsa, el embajador Bettini, el secretario Carlos Kunkel, el secretario Eduardo Luis Duhalde y el periodista Horacio Verbitsky. A la vez, cuestionaban los fallos judiciales que beneficiaron a un miembro de la ETA y a otros del chileno Frente Patriótico Manuel Rodríguez, y del peruano Movimiento Revolucionario Tupac Amarú.

Así las cosas, ¿qué mejor que alinearse con los intereses geopolíticos norteamericanos haciendo pasar por nueva una noticia vieja que ni siquiera fue confirmada?

En su discurso sobre «El estado de la Unión» en 2002, Bush dijo que Dios le dijo que Irán formaba parte del «eje del mal», junto al Iraq de Saddam Hussein y la Corea del Norte de Kim Jong-il. Mientras que el capítulo de Iraq empieza a decaer y nadie sabe cómo salir de allí, el periodista Seymour Hersh publicó en el New Yorker de enero de este año que el departamento de Defensa estaba llevando a cabo vuelos de reconocimiento encubiertos en el interior de Irán, buscando misiles o instalaciones nucleares. Y ya se sabe qué sucede cuando Bush busca armamento nuclear o químico en el extranjero.

Poco después el Washington Post fue más allá: informó sobre la existencia de conversaciones entre americanos e israelíes acerca de un posible ataque israelí contra instalaciones militares iraníes con apoyo encubierto de la (verdadera) Madre Patria.

Según datos difundidos por Oil and Gas Journal, Irán es el segundo país del mundo en reservas petrolíferas aún sin explotar: unos 125.800 millones de barriles, sólo superado por Arabia Saudita, que tiene 260.000 millones.
No sólo tiene petróleo sino también gas en abundancia, y ha comenzado a plantear alianzas comerciales que Estados Unidos observa con temor: le vende el 14% de su petróleo a China, firmó un acuerdo de treinta años para exportar gas a la India, y desarrolla la explotación de un yacimiento marítimo con Japón. Un buen momento para adjudicarle un atentado en una causa que, en el fondo, todos hicieron lo posible por ocultar.

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Periodista y escritor argentino. El artículo se publicó en el semanario Perfil de Buenos Aires el domingo 13 de noviembre de 2005.

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