Argentina: la polémica por la ley sobre medios periodísticos

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Nada mejor para la sociedad que la discusión entre los ciudadanos sobre aquellos asuntos de interés general. Una sociedad integrada por consumidores conformistas que se agotan en los temas de farándula es ciudadanía muerta, pasto para la voracidad de quienes se han encaramado en el poder y la administración del Estado. Estas notas tomadas de la revista Los Buenos Vecinos indican que en la Argentina el país humano está vivo. Veamos.

1. El gran error de Clarín

Omar Bello.*
Si hablamos de comunicación, conviene despejar el tsunami de opinadores, asociaciones, fundaciones y todas las “ciones” que tuvieron algo para decir, y concentrarse en la pregunta que sigue: ¿quién comunicó mejor? El Gobierno con su cruzada antimonopólica o Clarín con su bandera sobre la libertad de expresión. Aunque parezca mentira, la balanza se inclina a favor del Gobierno.

¿Por qué?

Los publicitarios usamos mucho la palabra “sobrepromesa”. Se aplica cuando a un aviso se le va la mano acerca de los beneficios del producto a vender. Por ejemplo, si digo que voy a sacar una ley que le “va a dar de comer a todos los argentinos”, mejor encender las alarmas de la desconfianza. De entrada, uno sospecha que hay gato encerrado. Sobreprometer es un camino de ida, porque cuando se descubre (o intuye) el engaño, la reacción de los consumidores asusta. Las personas saben que quien sobrepromete miente. La única excepción son los productos que desaparecen en un par de meses; carne de tanda de canal de cable.

¿Vieron los vibradores que juran eliminar diez kilos en diez días? Nadie cree pero todos estamos dispuestos a dejarnos engañar. Claro que las empresas serias no entran en ese juego. Tratan de entablar relaciones de largo plazo. A lo sumo “hermosean” un poco la oferta para ganar unos puntos en seducción.

Pues bien, con su campaña “Una ley para que hablemos todos”, el Gobierno sobreprometió. Fútbol gratis en todas las casas, producción y trabajo nacional a granel, desarrollo federal de Tierra del Fuego a Ascochinga, etc. De pronto, la nueva Ley de Radiodifusión o como se llame se convirtió en una llave mágica; especie de amuleto capaz de solucionar cualquier problema.

De tanto prometer y edulcorar, el mensaje produjo un efecto opuesto. Por si hacía falta algún tipo de reaseguro, con su forma de comunicar el oficialismo dejó en claro que estaba en guerra con Clarín. Lo curioso fue la reacción del “gran diario argentino”: trató de no gritar a los cuatro vientos que lo arrastraban solo (o casi) al pelotón de fusilamiento, y se defendió embanderándose detrás de la libertad de prensa, concepto maravilloso si los hay, pero que poco tiene que ver con lo que le está pasando.

Los Kirchner se la dejaron servida y ellos no hicieron gol. Desestimaron la oportunidad estratégica de posicionarse en el lugar de víctima, y pedir ayuda más allá de la suerte de la ley (esto recién empieza). Si lo hicieron por “complejo de monopolio”, se equivocaron. En el contexto de un gobierno con fuertes rasgos autoritarios, la presencia de un imperio periodístico nunca puede caer mal. Al contrario, la gente se siente protegida por el gigante en cuestión. ¿Se imaginan a un Néstor Kirchner flanqueado por cientos de diarios liliputienses?

Al embestir contra Clarín, el kirchnerismo no va contra la libertad de prensa (hay muchos otros medios que la ejercen), va contra el poder.

¿Cuál es el negocio de hablar en abstracto cuando te están poniendo un revólver en la cabeza? “Ahora vienen por mí, señores”, es lo que hay que decir. Y la gente los va a defender. Sabe que, en un país como el nuestro, la prensa poderosa no sólo es necesaria sino también indispensable. Los avisos con juegos de palabras entre medio y miedo, las radios del interior clamando participar, incluso las chicanas con fotos de archivo que asocian a Clarín con la dictadura; todos, de alguna u otra forma, disimulan la cuestión de fondo.

Las personas podrán ser insensibles a la desaparición de las AFJP; Clarín es otra cosa. Si no, habrá que resignarse como Homero Simpson. ¿Se acuerdan de ese episodio en el que Lisa decide luchar contra el monopolio periodístico y escribe su propio diario? El final es de antología. Después de ganar la batalla y ante una ciudad que se lanza a editar sus diarios personales, alejados de lo que dictan los medios masivos (muy cerca de la propuesta del Gobierno), Homero reflexiona y dice algo así: “Ahora ya no tenemos un solo medio que domina todo, sino un montón de opiniones sin valor que no le interesan a nadie”.

*Filósofo y publicista.

http://blogs.perfil.com/bello

2. Comentario del editor de Los Buenos Vecinos

 Luigi Lovecchio.
Cosas de la época: lo conocí por la Internet. Se llama Omar Bello se auto define filósofo y publicista. Nuestro primer encuentro literario no se distinguió por ser suave, al contrario, fue brusco. Un texto de él me irritó al punto tal que en un comentario lo tildé de “salame”. Me mandó un mail privado titulado: "Acá el salame: ¿por qué me tildás de salame si sos inteligente?" Me maté de risa. Intentamos una amistad, como corresponde en estos casos, vía mail. Y así seguimos las peleas, tanto que parecíamos novios intelectuales del éter cuyo “milagro” es unir dos personas que de lo contrario podrían odiarse. Por Luigi Lovecchio        
Meses después descubrí que Omar Bello había tenido cargos importantes en las más grandes empresas multinacionales de publicidad. El último cargo fue presidente nada menos que de Leo Burnett, vicepresidente de Gowland Publicidad, pero lo había sido también de casi todas las grandes empresas del sector. Omar, no aflojó con los escritos críticos referidos a los varios aspectos sociales y políticos del país, yo no afloje con los comentarios que lo cuestionaban. Aquí estamos, uno frente al otro sacándonos chispas.  Y eso es bueno, el lector disfruta.

Omar:
Quisiera que estos apuntes sobre tu nota fueran leídos con el mismo espíritu con que se conversa con un amigo que difiere contigo sobre varios puntos de vista de la vida. Tengo buenas razones para creer que la Babel de la Biblia no la generó Dios como afirma el relato pero fueron los hombres que apegados a sus propias experiencias quisieron imponer cada uno la suya con el resultado de no comprenderse y hacer abortar el proyecto de construir una torre tan alta que podría sondear los misterios de la Divinidad. Muchas veces nuestras convicciones generan la inflexibilidad: buscaré de ser dúctil como pueda, de la mejor manera.

Leí tu columna titulada “El gran error de Clarín” en perfil.com.  Intenté entrar un comentario pero  me fue rechazado (casi siempre sucede con Perfil). Descubro contradicciones en tu columna. Por ejemplo decís que el gobierno salió ganando al difundir la propuesta de la ley de medios pero al rato declaras que el gobierno sobre prometió y por eso la gente no le va creer. Eso me generó duda sobre esta parte del contenido: no se a ciencia cierta si el ejecutivo ganó o no ganó.

En otro punto escribís que el oficialismo dejó en claro que estaba en guerra con Clarín. El gobierno jamás “dejó en claro” guerra alguna, por lo menos oficialmente. Lo que sí me resulta es que esta “claridad” ha sido instalada desde los medios de comunicación. Más bien fue Clarín que le declaró la guerra al gobierno. Hay una leyenda urbana que dice que el diario estaba arreglado con el gobierno en una época luego se peleó, es inexacto. Jamás Clarín fue favorable a nadie que no fueran los propios intereses; en una época (la de Lavagna) el diario fue apenas algo más tolerante, pero muy poquito. Siempre mantuvo los piolines tirantes. Tengo buen recuerdo de la época, porque note un cambio de estilo en los texto del columnista Daniel Muchnik que me asombró.

Luego, aún fue Clarín que se sintió atacado y reaccionó de manera exagerada. Los carteles “Clarín miente” son de iniciativas partidarias de contingencia, como tantas que aparecen impulsados por manos anónimas, siempre hubo y siempre habrá de todos los gobiernos con todos los colores políticos. Esos carteles no despiertan inquietud, salvo algún Ceo del diario estar en conocimiento de que puedan esconder un recado muy especial que consiga despertar el temor del multimedia. Ese miedo se puede intuir reuniendo las informaciones de a pedacitos muy chiquitos, con la cucharita, diría yo, que conforman un verdadero rompecabezas complicado.

En su andanada ciega, Clarín hasta no omitió gritar: por el contrario pidió que sus periodistas mintieran abiertamente frente a las cámaras con enojos e histerias. Eso lleva a pensar, juntando los pedacitos del rompecabezas, que con toda probabilidad Clarín quiso arreglarse con el gobierno pero cosechó un rotundo “no” de parte del ejecutivo. Siempre con el mismo hilo de pensamiento, para reforzar esta idea te recuerdo que Alberto Fernández le sugirió a la presidente que ciertos temas lo tenían que tratar con Clarín, pero la presidente le respondió que no hacia consulta ni con el rey de España, menos podría consultar con directivo de un multimedia. ¿Eso no te sugiere que por fin una administración es capaz de tomar decisiones con valor agregado y por primera vez se pone los pantalones largos?

¿Te parece que una ley pasada por un tamiz fino, como lo ha sido la “Ley de Medios”, donde todos los sectores sociales han tenido la oportunidad de hacer aportes, es una “sobrepromesa” del gobierno? El gobierno comprendió (con el tema campo) que era rehén de los medios y eso resultó ser poco democrático. Un sector económico minoritario tuvo en vilo al país entero. El mismo sector utilizó argumentos contradictorios y corrió constantemente el arco de las discusiones y de los diálogos para crear un clima de destitución. Todos los medios de comunicación apoyan cada iniciativa de ese sector rebelde. El gobierno se vio obligado a pensar una solución. Está claro que un medio de comunicación que miente es un medio charlatán, un vendedor de humo.

Tu dices que el diario tenía que pedir apoyo popular diciendo “ahora vienen por mi…” ¿Cómo sería el pedir ayuda de un Multimedia que ensucia y mancha cada iniciativa del gobierno sin analizar si estas iniciativas son buenas o malas? ¿Sería  disfrazar las acusaciones en contra del gobierno y hacerse la victima? Lo sugerís como una estrategia, pero las estrategias no siempre combinan con la verdad. Hemos perdido tanto el equilibrio, la mesura que ya está asimilado como algo normal en nuestra cotidianeidad adoptar estrategias que nos envilecen. Hasta un religioso como Bergoglio miente declarando una pobreza insostenible ahora que disminuyó, mientras cuando era de veras muy alta, la callaba.

¿Clarín actúa así por complejo de monopolio?  Son determinaciones tomadas por hombres acostumbrados a jugar fuerte. El dinero no tiene complejos, en todas las historias jamás los tuvo. Lo que pasa es que las personas del Grupo tenían años de costumbres en ganar plata fácil, no contaban con la agilidad  política y la capacidad de reacción de los Kirchner. (Pienso yo) que eso los sorprendió. Muchos años puestos a cosechar frutos de chantajes con impunidad. Tal vez, repito,  Magnetto quiso arreglar pero la “Presidenta” no aceptó, acordar con quienes nunca saciaron el apetito voraz de ganancias sucias e inmediatas. Eso puede haber sucedido y justifica el nerviosismo que luego demostraron  los operadores de Clarín. Por otro lado este diario se ha globalizado con múltiples intereses en el exterior, sólo está en condiciones de aceptar una política global para el país y, cosa peor, invalida todo el periodismo que pueda ejercer porque privilegiará las ganancias sobre las noticias como sucede con otros medios de comunicación en el mundo.

¿Crees que Clarín se dejará de leer cuando la ley de medios esté en plena vigencia? Para nada. Vos que estás en la publicidad bien sabes que la competencia, más bien, aumenta las ventas. Y si hay “muchas opiniones” al estilo de los Simpson será el “mercado” que regulará eso.

La combatividad periodística depende en el mundo entero de los intereses que defiende cada sector de la prensa. El dinero es la centella de oro que mueve las informaciones. Esto también está mal, porque el periodismo debe defender la verdad y privilegiarla sobre los negocios (preguntale a Fontevecchia que editó un libro sobre la ética periodística). ¿Qué periodismo sería si miente para defender intereses? Ahora, por esas cosas de la historia y del destino, mundialmente tenemos una opinión única (todos los medios están alineados con Washington: EEUU paga muy bien la fidelidad al establishment) y, desde ese lugar, difunden la posibilidad de instalar una conciencia global. Fue así que la opinión pública aceptó el genocidio de Iraq y Afganistán, el genocidio palestino, etc. ¿Vamos a seguir produciendo mentiras?
 
La Resistencia a todos los programas globales que están haciendo los Kirchner, Chávez, Evo Morales, Correa, se debe a que intentan no entrar en la economía de la trampa global y caminar por sus propios medios. Todos los países que se volvieron grandes y desarrollados pisaron ese mismo camino. Pero, en esta porción del mundo se tocan intereses poderosos y esto no se puede perdonar.

3. Edgardo Filloy*, colaborador de LBV, una opinión sobre la  nota de Omar Bello.

El ciudadano común recibe e interpreta los mensajes desde su posición en la sociedad, sus intereses de clase o de sector, sean estos culturales, económicos o políticos. Disociarse de estos parámetros y dar paso a juicios objetivos es una excepción poco frecuente. Sin embargo la calidad de los mensajes produce fenómenos de percepción colectiva en cuanto a la autenticidad de la comunicación y los intereses que esta representa. (Aquí aparece la sobrepromesa de los medios) Un claro sentimiento de fatiga se apodera del público que rechaza la insistente apelación a una realidad angustiante. Es un mecanismo de defensa  contra la anomia, contra la sensación de vivir en una sociedad sin capacidad instituyente. (1)

La idea recurrente de peligro que los medios transmiten (Clarín y sus multimedia en este caso) en todos los órdenes de las actividades de la sociedad, (ciertos hechos son reiterados tantas veces en el día que da la sensación que el mismo ha ocurrido más de una vez)  es un claro elemento de control de la subjetividad y una remisión al amparo del poder autoritario como factor milagroso de contención de esas ansiedades. (2)

La prensa debe ser crítica del poder de turno, no obsecuente, pero tampoco funcional a otros poderes. Parece una ingenuidad decir esto. Pero la percepción social lo advierte y el comportamiento del pueblo en una elección está también influenciado por esa percepción y la fatiga que tal persistencia de mensajes muy poco equilibrados produce. (3)

Me cito a mi mismo porque pienso que en esas frases esta dicha claramente mi opinión. Lo que agregaría además yo, E. Filloy, es que Omar Bello, desde el punto de vista político no importa si es peronista o no, o si dice que lo es. El problema es el sesgo autoritario de su ideología que encaja con cualquier corriente política operante de derecha, muy bien expresado en la anécdota de los Simpson.

Es mejor una opinión concentrada cualquiera sea su calidad que la participación de una diversidad de opiniones. Es mejor dar el plato cocinado que pensar en que desea comer cada uno. En mi cuadra esto se llama fascismo. Deformación profesional de un publicitario que seguramente opta por lo imperativo, y no comparte las ideas de Ogilvy o Bernbach.

(1)(2)(3) Extractos de colaboraciones de Edgardo Filloy a Los Buenos Vecinos.

* Fotógrafo y restaurador

www.edgardofilloy.com.ar

La imagen de apertura se tomó de la tapa del libro We,the Media (periodismo de la gente para la gente) de Dan Gillmor.
 

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