Argentina: las batallas épicas de Néstor Kirchner

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Dan Gitlin*

Las legislativas de junio se han vuelto una lucha titánica entre dos modelos de país, que significa simplemente la ratificación de un sector del peronismo o la definitiva derrota frente al sector peronista opositor.

A medida que se acerca el 28 de junio –fecha de las elecciones legislativas– y el clima electoral se hace sentir en el Congreso de la Nación tanto como en la calle, cada vez queda más claro que el tablero de la política nacional busca un nuevo equilibrio y para ello es necesario que el jugador más grande termine de definirse.

La candidatura en la provincia de Buenos Aires por parte del ex presidente Néstor Kirchner pone de relieve esto. Los “dos modelos de país” de los que habla el oficialismo en realidad son dos peronismos diferentes con figuras complementarias y no necesariamente antagónicas.

No se necesita demasiada memoria para recordar que durante la década de gobierno del ex presidente Carlos Menem –exponente acérrimo de la década neoliberal por la que pasó el continente- el entonces gobernador Kirchner lejos de combatirlo o criticarlo, lo llenaba de elogios que hoy muchos cuadros de este gobierno (y que pasaron por gobiernos peronistas anteriores) no querrían recordar.

Nada se pierde, todo se transforma

La lección que deja el pasado reciente es que antes que el modelo de país o los destinos de la nación está el partido justicialista y sus avatares internos. En juego donde el ganador se lleva todo y quien pierde se subordina automáticamente al ganador, así es el peronismo y así lo entiende Kirchner, que necesita mostrar fortaleza frente a sus enemigos ahora que el poder real se va dispersando.

El antecedente más cercano es la disputa entre Hilda “Chiche” Duhalde y Cristina Fernández de Kirchner por una banca en el Senado representando a la provincia de Buenos Aires. En esa elección se jugó no sólo la banca –que de hecho ambas lograron– sino que la pelea va mucho más allá de obtener la banca: no se trata de ganar el puesto por el que se compite, sino obtener un número que justifique frente a todo el partido el mando del justicialismo.

Kirchner tiene que ganar, pero además tiene que hacerlo por el doble (mínimo) de votos que el candidato del peronismo disidente.

En este punto de la presidencia Kirchner –que incluye desde luego los cuatro años de Néstor– el factor desgaste es grande, e implica que hay que conservar, ya no es tan sencillo aumentar, el poder obtenido en estos años y asegurar un final de mandato que no implique mayores sobresaltos.

El poder se ejerce

Finalmente hay que decir que hoy la Coalición Cívica y el radicalismo no son la oposición a derrotar por parte del gobierno, ni por el peronismo disidente. El "panradicalismo" se acomoda en un tercer lugar cómodo en el panorama político argentino –del que sólo podría salir si el kirchnerismo cometiera la torpeza de arrastrar en una hipotética derrota al resto del partido.

Lo que demuestra que la pretendida ideologización de la discusión que se quiere instalar desde arriba y bajarla hacia los medios de comunicación en realidad es una interna abierta del justicialismo, donde la dicotomía “centro derecha-centro izquierda” es un agregado que sólo distrae de la verdadera discusión, y quien dentro del peronismo será la próxima figura que se lanzará a una candidatura presidencial.

* Periodista.
En www.4semanas.com.ar

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