Argentina, periodistas. – PERFIL DE UN CONFLICTO

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

En el caso de los periodistas, además, se manifiestan otras razones insoslayables de orden deontológico; esto es: razones que se refieren a los deberes que informan –nunca mejor el vocablo– la actividad periodística. En el caso argentino muchas normas sobre este aspecto se contienen en el Estatuto que rige las relaciones entre los periodistas y las empresas periodísticas.

En otro plano, no son pocos los diarios y agencias de prensa que recogen en sus manuales de estilo una suerte de código deontológico cuyo contenido apunta a la protección de ese bien intangible llamado libertad de prensa.

En América Latina uno de los más inspirados fue el puesto en circulación por Editorial Perfil con motivo del lanzamiento de su diario Perfil en 1998. La aventura fracasó y en 2006 la casa editora –uno de los emprendimientos más notables de América del Sur– publica un semanario con el mismo nombre a la espera de mejores tiempos para hacerlo cotidiano.

La editorial

Poco importa que personeros de la empresa que publica en Madrid El País sostengan que Cómo leer el diario –gramática y estilo– de Perfil (ISBN 950-639-167-X; 514 paginas) haya tomado sus contenidos del manual de estilo de aquel; se sabe: en periodismo –y en cualquier actividad, incluidas las artes– el desarrollo no significa el avance por el aire de un flecha metafórica, sino la recreación y ampliación de los que otros antes hicieron. Somos enanos a hombros de gigantes.

En la página 16 del mamotreto Perfil asegura: «Resulta inútil discurrir sobre ética periodística sin analizar la ética empresaria». Y 14 líneas más adelante asegura: «El periodismo para esta empresa es un fin en sí mismo, y no un medio para otros fines comerciales o políticos». Luego de un apotegma («La estatura moral de un medio de comunicación se percibe tanto o más por lo que omite que por lo que publica») abre paso a una serie –algo cansadora– de citas y sentencias que se resuelven en la página 43 con un Código de ética.

El artículo tercero de ese código estatuye: «Las partes (la empresa y los periodistas que la integran o Redacción) consideran al periodismo una función pública que excede las metas económicas de cualquier empresa o relación comercial».

El último artículo, décimo octavo, señala: «La empresa y la Redacción se comprometen a desarrollar su actividad respetando un comportamiento que garantice un clima estimulante y respetuoso entre las partes y terceros (…) y todos los conflictos se resolverán civilizadamente».

Se lee en en Perfil, aquí, lo siguiente:

«Editorial Perfil es la empresa translatina líder en la producción y distribución de títulos en América latina. Con oficinas de edición y administración en los países ABC del Mercosur –Argentina, Brasil y Chile– su red de comercialización alcanza a Uruguay, Paraguay y Perú en Latinoamérica y a los Estados Unidos, España, Portugal, Rusia y Angola en el resto del mundo.

«Como la mayor productora de contenidos de revistas en idioma español del mundo, edita, comercializa y distribuye más de 90 revistas, la mayoría de las cuales son líderes en su sector. Sus publicaciones abarcan todos las áreas de la cultura, la información y el entretenimiento, vendiendo más de 30 millones de ejemplares por año, es decir: una revista por segundo durante las 24 horas del día, los 365 días del año, consumiendo 12 mil toneladas anuales de papel».

Editorial Perfil se fundó en 1976. Jorge Fontevecchia preside la empresa desde 2003. A los 21 años secundó a su padre, Alberto Fontevecchia en la fundación de la editorial. Su ficha en el portal de la empresa (www.perfil.com), destacando su ser periodista, apunta: «Creó y dirigió las principales revistas argentinas. En 1997 la Universidad de Columbia le otorgó el premio Cabot y en el 2000 el presidente de Brasil le concedió la Orden de Rio Branco».

Pudorosamente, los datos no dicen que Jorge Fontevecchia debió salir del país cuando la dictadura militar. A Venezuela, primero, y luego a Estados Unidos.

La Redacción

Los trabajadores de una empresa periodística en rigor son muchos más que sus periodistas, y a todos –diseñadores y diagramadores, fotógrafos, camarógrafos, sonidistas, impresores, equipo de ventas, administrativos, técnicos en asuntos digitales, aseadores, en fin, de un modo o de otro, los alcanza el código deontológico del periodismo –esté escrito o no–.

El conflicto en Perfil –que no se resuelve civilizadamente en el sentido de «buenos modales», pero sí en su significado ciudadano– envuelve a la empresa y a sus periodistas. Éstos vienen reclamando por las condiciones de trabajo: por ejemplo: que fallen sistemáticamente los aparatos de aire acondicionado en verano, cuando la temperatura sube de 30 grados centígrados y por el monto de sus remuneraciones. El saludado como despegue económico de la Argentina encumbró los precios de la canasta familiar, alquiler de viviendas y otros, sin que sus sueldos hayan experimentado mayor variación.

Hacen suya también la situación degradante de los colaboradores en asuntos complementarios al trabajo de las redacciones. Perfil publica un gran número de revistas.

Los colaboradores y los alumnos en práctica no son –como podría creerse– columnistas que escriben columnas sobre materias específicas, los primeros, y personas que complementan sus estudios de comunicación social con el conocimiento real de una redacción periodística, los segundos. Conforman, en la Argentina y otros países, simplemente «mano de obra» barata cuya exacción de plusvalía contribuye a bajar los costos de la empresa. Los fotógrafos tienen la calidad de reporteros gráficos, esto es, se los debe estimar tan periodistas como los redactores. Lo mismo ocurre con el cuerpo de diagramadores.

Para mejor seguir la argumentación de los periodistas de Perfil, considere el lector que el peso argentino ($) se cotiza a tres por dólar estadounidense (números redondos) y que el alquiler de un departamento promedio no baja de los $ 400.

Dicen los trabajadores terminando la tercera semana de paro: «Hace unos días la empresa se dignó a negociar con los trabajadores de prensa de la Editorial Perfil que reclamamos un sueldo digno. Ofrecen un monto menor a los $ 500 que pedimos, pero en cuotas hasta noviembre, lo que para la asamblea fue unánimemente inaceptable (…) Los precios siguen aumentando y nos quieren dar un incremento que recién se empezaría a cobrar de manera completa en noviembre».

Los $ 500 exigidos son para aumentar los sueldos básicos, que rondan los $ 900.

Debe consignarse que los periodistas implementaron una forma de paro de suyo original: en un principio no firmaron sus notas y artículos; la firma de un periodista asegura al lector que detrás de una información, investigación u opinión hay alguien personalmente responsable de lo que se dice, más allá de la responsabilidad legal que cabe a la editorial. En la actualidad se habla de huelga lisa y llana.

Los trabajadores de Perfil han abierto una página web: http://trabajadoresdeperfil.wordpress.com.

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* De la redacción de Piel de Leopardo.

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