Argentina / qué piensa un ciudadano de a pie

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Edgardo Filloy*

El resultado de las elecciones del 28 de junio debiera ser leído correctamente y no de un modo maniqueo como el que parece ser la tendencia de medios y ciertos partidos, que no tienen nada que ver entre si y que solo muestran una vez más la fragmentación propia de la diversidad ideológica o mas bien de intereses que representan. Nada es lo mismo por cierto, pero no todo el que ganó acrecentó y no todo el que perdió parece haber perdido tanto. Una vez más el inconsciente colectivo ha hecho su trabajo. Ningún discurso con interpretaciones caprichosas puede cambiar esto.

La prensa debe ser crítica del poder de turno, no obsecuente, pero tampoco funcional a otros poderes. Parece una ingenuidad decir esto. Pero la percepción social lo advierte y el comportamiento coyuntural del pueblo en una elección puede ser solo momentáneo, ya que también influenciado por esa percepción y la fatiga que tal persistencia de mensajes muy parciales poco equilibrados termina cambiando el humor social general.

Los efectos en la subjetividad del pueblo de los mensajes reiterados hasta el hartazgo por los multimedios producirán como efecto un rebote contrario. semejante a un medicamento ingerido con exceso.  2011 será un ejemplo de ello. Ya algunos datos lo insinúan.   

Una de las percepciones en el contexto de las elecciones es que los medios de comunicación, vinculados en acciones hegemónicas, hegemónicos expresan, sus opiniones y eluden sistemáticamente temas que de una manera manifiesta no son convenientes a ciertos grupos de poder.

La titulación equívoca, la información incompleta y el desprecio por los antecedentes históricos que anteceden muchas veces a acontecimientos comentados, son algunas de las señales claras de los propósitos perseguidos. Y esto se verifica en todos los medios de que disponen los grupos mediáticos concentrados.

¿Será por esta metodología comunicacional  de los grupos de poder que culturalmente  nos es tan trabajoso generar una cultura de continuidad histórica como Nación? ¿Será por eso que las seudo políticas de Estado ensayadas por quienes hoy son oposición siempre fracturaron a la sociedad argentina?

El periodismo y algunas conductas

La Argentina es un país afecto a las conjuras. A lo largo de su historia los conjuradores terminan rasgándose las vestiduras y homenajeando a quienes denostaron. Algunos ejemplos cercanos son, el bombardeo a Plaza de Mayo, Frondizi, Illia y el mismo Alfonsín. ¿No hay poder sinárquico, ni conjuras? Ver “Elogio de la Traición” de Denis Jeambar y Yves Roucate, Ed. Gedisa. ¿Cual es el rol de la prensa en este contexto? Un conocido adagio dice “si tiene plumas, tiene pico de pato, camina como pato: es pato".

En definitiva se trata de un problema de honor. Y de cómo asumirlo. Se es responsable por comisión o por omisión.

Esto contagia a todos los medios y como decía en su alocución al ocupar su sillón en la Academia de Ciencias Morales y Políticas un prestigioso periodista, refiriéndose a la responsabilidad de los periodistas. Los artículos de opinión se deben firmar y no se redactan en lenguaje condicional. Las noticias no se deben usar y contaminar con opiniones personales o de sector. La noticia no es un discurso de opinión.

No se debe mentir. —ver la doctrina jurídica de real malicia adoptada de la justicia de los EEUU “Actual Malice”—. Un periodista de un noticiero de cable ante el reclamo del entrevistado por el zócalo intencionado, respondió: “Es una interpretación y además nosotros titulamos como queremos”. Se discutía para el entrevistado la ley de Medios Audiovisuales, para el periodista o el canal, la ley K de control de prensa en letra de molde y doble zócalo. Todo esto acompañado de dos diputados opositores que hablaban sobre los dichos del entrevistado, quien dijo finalmente sentirse como Jonas en el vientre de la ballena.

La labor informativa no puede ser un círculo vicioso donde la radio lee los diarios que han escrito lo que los últimos noticieros de TV han dicho la noche anterior. Resultando finalmente que lo que salva la noticia es la opinión de Pedro de Palermo o María de Paternal. Inducidos por tanta obstinación y editados por cierto. O como en la TV. que comentar programas lamentables de gran "ráting" proporciona la temática total de los programas que se emiten.

¿Donde está el honor? Donde está la responsabilidad intelectual? ¿O son valores pasados de moda?

Y hablando del honor vale recordar una pequeña o gran historia. Durante el mayo francés del 68 Jean-Paul Sartre, en la conclusión de que tenía que asumir el compromiso de una actitud militante, arengaba en las calles a obreros y estudiantes y participaba de las marchas. Esto molestaba evidentemente al poder y el ministro del Interior de Francia le pregunto a De Gaulle: ¿Lo ponemos preso? La respuesta del general no se hizo esperar y contestó con esta metáfora. “Francia no apresa a Voltaire”. El De Gaulle después de estos sucesos de mayo del 68 tuvo que renunciar. Su honor quedó intacto.

Más allá de una interpretación de lo que  representaba De Gaulle y el desenlace de esos hechos del Mayo Francés. La libertad de expresión gano una batalla.

Quizás sea de esos valores que tengamos que discutir, aún en la disidencia. A esto yo quería referirme desde mi atrevido propósito de escribir.

En otro orden de cosas, y siempre hablando de medios, he leído que con gran presteza judicial, envidiable para otros casos, el Grupo Clarín ha logrado bajar de la web el "blog" ¿Qué te pasa Clarín? Medio que confrontaba y criticaba sus publicaciones. Insólito. Si por algo se caracteriza la circulación de "blogs" y "mails" hoy día, es por el repertorio de insultos, vocabulario escatológico y todo tipo de epítetos, salidos generalmente de usinas fogoneadas por ellos mismos y que tienen el resabio destituyente de ciertos grupos sociales del país.

De modo que no se ha visto preocupación en las páginas de los grandes medios. He comprobado si, por ejemplo. la enjundia de los locutores de noticieros por escandalizar informando de manera capciosa y equivoca. Seguramente cumpliendo con gran vocación directivas emanadas de la superioridad. La obediencia debida y la conservación de la fuente de trabajo son fuertes competidores con la dignidad profesional.

Hemos llegado a un punto tal de decadencia como sociedad en que la realidad con sus dramas y contingencias se ha convertido en un espectáculo y como tal va apareciendo como capítulos conflictivos que responden siempre a intereses, a necesidades corporativas otras, porque no de venta también, pero siempre en un tono amarillo, poco esclarecedoras para el lector y si generadoras de ese fenómeno de angustia y de anomia que hace que las sociedades busquen salidas autoritarias.

No todo está perdido. Aún se pueden leer diarios con contenidos serios, que invitan a pensar y a confrontar con seriedad. También hay una Televisión pública que si bien no es perfecta, permite otra perspectiva. Existe el canal Encuentro, un fenómeno comunicacional digno de resaltar y que permanece escondido en la consideración de medios masivos. La TV. privada se ocupa casi hasta el hastío en chismes y comentar programas lamentables de gran rating proporcionan la temática la casi totalidad de los productos que se emiten. Por todo esto y como en general nos cobija a todos el mismo techo general del país y el particular de cada uno, al periodista un medio masivo parte de un conflicto serio y peligroso, y a alguien como yo, el modesto techo de mi domicilio y de la posibilidad de una computadora y mis opiniones de ciudadano de a pie.

Traslado una cita y un artículo que probablemente se conozca, pero por las dudas vale la reiteración. Estas ideas, que no son obsecuencia con un Gobierno, pasible del juicio ciudadano, pero circulan en ámbitos de pensamiento crítico en nuestra sociedad. Creo humildemente que no tomar nota de ellas es una actitud de desden por la inteligencia.

"Para el periodista Adrián Paenza, quien trabajó durante años en las transmisiones de T&C, el gobierno ha hecho “algo impensable en la historia argentina. Con todos sus errores e incluso algunas cosas para avergonzarse, como el Indec, ha puesto en la agenda cotidiana temas como el campo, las Fuerzas Armadas, los derechos humanos, el rol de las privatizaciones, la ciencia y ahora también Clarín y el fútbol. Creo que ni ellos pueden medir la trascendencia de todo esto”. Podemos agregar, la Ley de Medios, la movilidad jubilatoria, la asignación universal, etc.

Consignas, zócalos y la decadencia de la información

Como todo ciudadano recibo diariamente uno cúmulo de información, proveniente de medios gráficos, radiales y televisivos, que en su conjunto pretenden vincularme con la realidad o parte de ella.

No vivimos tiempos apacibles por cierto. Tanto en nuestro país como en el mundo se debaten tendencias sociales y políticas vinculadas a la suerte de las sociedades de los países en particular y de la sociedad global. El conflicto no es novedad, sobre todo a partir del advenimiento de la revolución industrial y sus consecuencias en la estructura social. En el presente con los vertiginosos avances tecnológicos en los medios de comunicación, la profusión de información y sus características satura nuestra capacidad de absorción y limita la posibilidad de análisis. Diríase que este fenómeno de comunicación de masas puede verse desde varios puntos de vista.

Desde la percepción del ciudadano común. Desde el punto de vista operativo de los medios y desde una visión teórica de los especialistas en ciencias sociales.

El ciudadano común recibe e interpreta los mensajes desde su posición en la sociedad, sus intereses de clase o de sector —sean estos culturales, económicos o políticos—. Disociarse de estos parámetros y dar paso a juicios objetivos es una excepción poco frecuente. Sin embargo la calidad de los mensajes produce fenómenos de percepción colectiva en cuanto a la autenticidad de la comunicación y los intereses que esta representa. Un claro sentimiento de fatiga se apodera del público que rechaza la insistente apelación a una realidad angustiante. Es un mecanismo de defensa contra la anomia, contra la sensación de vivir en una sociedad sin capacidad instituyente.

Desde el punto de vista operativo de los medios, estos persiguen en primer término la captación de la mayor cantidad de audiencia. Esto los lleva a construir realidades que presuntamente atraen a la gente, buscar un efecto determinado y finalmente construir poder asociados a los factores económicos que con sus anuncios los sostienen. La idea sobre los objetivos debería determinar cuales son las responsabilidades de los periodistas o comunicadores. Esas responsabilidades están ligadas en su mayoría, lamentablemente en los grandes grupos, a las ideas y objetivos de sus dueños y no a las intimas convicciones de los profesionales.

Desde el punto de vista del investigador social, se debe asumir que la comunicación social es un proceso complejo y que a partir de él se deben medir las consecuencias. Consecuencias que inciden en la vida de las personas, en la construcción de su imaginario y en la visión armónica de la sociedad.

La idea recurrente de peligro que los medios transmiten en todos los órdenes de las actividades de la sociedad, (ciertos hechos son reiterados tantas veces en el día que da la sensación que el mismo ha ocurrido más de una vez) es un claro elemento de control de la subjetividad y una remisión al amparo del poder autoritario como factor milagroso de contención de esas ansiedades.
Y naturalmente ese poder, que es en esencia de las grandes corporaciones, esta representado políticamente en la sociedad. Prueba de ello son las manifestaciones del jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y de políticos de la Provincia de Buenos Aires fundamentalmente, identificados con las ideologías de los años 90.

En nuestro país estamos viviendo ese fenómeno. Nuestra sociedad, si bien lleva ya 26 años de democracia, no podemos asumir que tenga una vigencia plena pues permanecen en ella las ideas y los propósitos que sostienen grupos con poder y nostalgias del pasado.
En ese contexto, un gobierno surgido de esa misma sociedad contiene contradicciones inevitables. Nada milagroso hace cambiar de un día al otro las categorías morales de una sociedad. Los cambios comienzan cuando un gobierno como el presente y el inmediato anterior fijan rumbos ideológicos y objetivos que producen cambios estructurales en lo que hasta ese momento nos definía como una sociedad básicamente injusta. No todo esta bien, pero es sorprendente y hasta increíble sin enumerarlas que tantas cosas hayan cambiado en un sentido de sociedad más digna.

Ya pasamos por la fuerte experiencia del conflicto agropecuario donde errores, tanto en el gobierno como en algunas organizaciones del sector, impidieron una solución adecuada, que todos aún esperamos.

Allí comienza la incursión de los medios como factores de poder. En representación de los grandes grupos exportadores multinacionales y los latifundistas. También en ese momento comienza un largo proceso de hartazgo y fatiga en la sociedad que va y viene a partir de slogans y zócalos televisivos. Análisis parciales, informaciones dispersas y equívocas y ninguna discusión seria de fondo. Nada que contribuya, solo  se trata de alimentar la confrontación.

Los primeros síntomas de pérdida de audiencia comienzan a verificarse. Recientemente se discutió en el Parlamento, luego de mucho tiempo de audiencias ciudadanas en todo el país, la nueva Ley de Medios Audiovisuales, que ya cuenta con sanción en ambas Cámaras.

El comportamiento de una parte de la oposición al gobierno en la Cámara de Diputados es sorprendente porque demuestra que no hubo la menor intención de discutir a fondo el proyecto. Solo han manifestado su oposición, retirándose del recinto y con consignas casi copiadas de los eslogans y titulares de los grandes medios que presuntamente serán afectados por la ley.

La intención es clara. Esta ley no debía salir. Si el Senado la hubiera modificado, porque la oposición, por estrategia y por el efecto decepcionante de su ausencia en Diputados produjo, concurrió a la sesión plenaria del Senado, buscando modificaciones para volver a Diputados, donde para aprobarse tiene que ser con los dos tercios que el oficialismo no hubiera reunido. Es una operación perfectamente pensada para lograr que la ley vigente fruto de la dictadura no cambie. No resultó. Pero aún habrá chicanas, judiciales y de todo tipo.

Los medios operan en ese sentido con eslogans y anuncios publicitarios tremendistas. Cuando entrevistan a alguna persona favorable a la ley, la invaden con mayoría de personajes en contra y permanentes zócalos en TV., fragmentarios de interpretación generalmente maliciosa. El estereotipo usado es la Ley K.

Cuando esto termine —quede reglamentada definitivamente la ley— el prestigio, la confiabilidad y credibilidad a los medios y a los profesionales que se han prestado a tan poco feliz propósito habrá sufrido un deterioro irreparable. Las grandes empresas multimediaticas, aun con menos ganancias,  seguirán haciendo buenos negocios con la ley. Me pregunto. ¿Quién se hará cargo de la vergüenza?
Tengo la esperanza que el rechazo social a los  impactantes, tendenciosos mensajes vacíos de contenido sea el comienzo de la decadencia de los multimedios que hoy protagonizan tanta basura intelectual.

En las presentes circunstancias, con la ley de la dictadura vigente, citemos a Denis McQuail:
 “Las consecuencias se observan en la reducción de las fuentes independientes de medios de comunicación, en la concentración en los mercados de mayor amplitud, en la evitación de los riesgos y en el olvido de los sectores minoritarios o más pobres de la audiencia potencial. Los efectos de las fuerzas económicas no son azarosos, sino que, por ejemplo, según Murdock y Goldding (1977, pag. 37) su funcionamiento coherente excluye a aquellas voces que carecen de recursos o poder económico… la lógica de fondo del coste opera sistemáticamente, consolidando la situación de los medios ya establecidos en los principales mercados de los medios de comunicación de masas y excluyendo a aquellos grupos que carecen de la base de capital necesario para introducirse con éxito.
"Por tanto, las voces que sobreviven pertenecerán en buena medida a quienes es menos probable que critiquen la distribución prevaleciente de la riqueza y del poder. Y al revés, quienes es más probable que pongan en duda estas reparticiones no pueden hacer público su desacuerdo u oposición porque no disponen de los recursos necesarios para comunicarse eficazmente con una gran audiencia.”
(Introducción a la teoría de la comunicación de masas. Denis McQuail
Sage Publications – Paidos Comunicación 1983. Pag. 72).

Por ahora solo queda esperar y constatar cuan capaces somos de cambiar esta situación con una implementación adecuada e incluyente de la Ley de Medios que de posibilidades de comunicación a todos los sectores y  opiniones de nuestra sociedad.

Fragmentación justicia social, utopía

La tensión social emergente a mediados del siglo pasado a partir del fenómeno peronista, es el hecho que profundiza la fragmentación en la sociedad argentina. Los tradicionales grupos de poder que hasta entonces operaban con comodidad el escenario político vieron amenazados sus privilegios. Más allá del análisis de los contenidos ideológicos que se incorporan con este acontecimiento al espectro político argentino, lo que es evidente y manifiesto es que recobra nueva vigencia en el país, la lucha de clases.

La segunda guerra mundial genera la necesidad de la sustitución de importaciones y ello permite una incipiente industrialización. Esta genera a su vez, en la composición social una ampliación significativa de la clase trabajadora, ahora ya no compuesta por inmigrantes o hijos de ellos, nacidos en el medio urbano. Se incorporan también grandes contingentes provenientes de las provincias en busca de mejor calidad de vida. Este fenómeno no sólo se produce en la Argentina sino que puede decirse da origen a los llamados populismos que se generalizan en varios países de América Latina.
Los grupos tradicionales de sociedades eminentemente agroexportadoras como el nuestro resisten estos cambios, mientras que la incipiente clase de nuevos industriales en muchos casos aspira a pertenecer, a partir de su enriquecimiento, al sector de los terratenientes.

El movimiento obrero logra conquistas largamente formuladas desde el anarquismo, el socialismo y sectores radicalizados en la primera mitad del siglo XX. Estas conquistas sin embargo vienen de la mano del peronismo a partir de 1945.
Aquí un primer rasgo de fragmentación lo protagonizan las izquierdas tradicionales y el peronismo. Esto es fruto de la diferencia entre el trabajo de concientización ideológica de las izquierdas y la adhesión pasional del movimiento peronista basada en mejoras concretas que produce el gobierno de Perón, sin que un análisis ideológico preocupe o esté en el propósito de los dirigentes. Este es el populismo. Un atajo en la construcción de sociedades mas justas que dada su escasa educación no pueden procesar y tomar partido a partir de ideologías que analizaban estos problemas en el siglo XIX.

En un principio la interpretación de este nuevo perfil de las sociedades emergentes fue entendido como continuidad de movimientos políticos europeos que generaron la gran contienda bélica de los años 30. Hoy día los estudiosos sociales se están planteando el populismo como una variable del sistema democrático en países de determinado nivel de desarrollo, educación y formación política.
(Ver: "http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=719992" Ernesto Laclau: "El populismo garantiza la democracia" – lanacion.com
10 Julio 2005).

En este contexto en algunos países como la Argentina el rol de la clase media ha sido muy importante. Nuestro país se ha destacado por el volumen de su clase media y ésta se caracteriza por su cambiante adhesión a distintos sectores políticos a la luz de un pragmatismo vinculado estrictamente a los beneficios económicos que estos puedan brindarle. Así es que no repara en procesos de extranjerización de la economía si esto la beneficia. No tiene un particular apego por los recursos estratégicos que todo país con una política de estado cuida especialmente. Y sus aspiraciones son el ascenso social en términos económicos prescindiendo del contexto social general en que este se produce.

Muy a vuelo de pájaro hemos señalado los factores principales que constituyen algunos de los ingredientes que componen las tensiones y su consecuencia: la fragmentación social.

El camino hacia la justicia social

Los ciudadanos delegamos nuestro poder en los representantes políticos. Cada quien en aquellos que cree representan sus intereses de clase. Debería estar incluida en esta elección una noción de contexto general de país, de nación integrada. No siempre ocurre.

Es el gobernante o legislador quién desde su ideología no debería perder de vista ese contexto. La representación política sin embargo no constituye la máxima expresión del poder en nuestro país. Las grandes corporaciones, los grupos de poder como multimedios concentrados y representantes de intereses económico financieros internacionales son generadores de opinión y presión sobre las instituciones y sus representantes. El poder político en general tiene menos poder real que estos grupos.
Aún la apelación a tomar como ejemplo a tímidos modelos de países desarrollados en la dirección de una sociedad más justa son sistemáticamente rechazados. La formulación de políticas de Estado que trasciendan el período de un gobierno son de difícil consenso por no decir imposible.

Aún teniendo el ejemplo de Brasil con su contundente continuidad en políticas de Estado, las que perduran a pesar de cambios de gobierno de distinto signo ideológico, en la Argentina, todavía hoy, hay políticos que quieren cambiar la estrategia del Estado con cada cambio de gobierno. La conciencia nacional de las burguesías es parte de la explicación en el ejemplo de Brasil, aún con un gobierno popular como el de Lula.

Hoy escuchamos con una persistencia increíble la defensa, por parte de políticos, economistas y periodistas, vaya a saber por que extraña alquimia, de los modelos neoliberales que fueron la catástrofe en los 90. Las economías globales que desembocaron en la actual gran crisis del sistema financiero internacional y del capitalismo salvaje, en términos que privilegiaron la especulación a la producción, son su consecuencia.

Evidentemente no es con ingenuidad que vamos a interpretar estos hechos. Son tan obvios, que cualquier ciudadano con sentido común puede advertir su mecánica.

Hoy corren vientos progresistas en América Latina. Esta es una oportunidad de políticas de Estado para todos los países de la región, poseedores de materias primas y con proyección hacia un desarrollo de valor agregado propio y su consecuencia en sus economías.

La reciente discusión de la Ley de Medios Audiovisuales, como la anterior discusión sobre la Ley de Retenciones Móviles a las exportaciones agrícolas son claros ejemplos de la puja de sectores con poder con las instituciones de la República. Son un claro ejemplo de la fragmentación social antes mencionada.

Decía un colaborador de un gran medio periodístico en un artículo de Opinión. El tratamiento de gran parte del periodismo de estos temas ha sido indigno. De la indignidad no se regresa. La gente lo advierte y será muy difícil para ellos recuperar la credibilidad.

Tener clara conciencia de la responsabilidad de contribuir a constituir un país más justo. Un país solidario. Un país que gobernado aún desde cuadros políticos no todo lo ejemplares que desearíamos, va en una dirección que tiene como objetivo el bienestar general, la independencia y el desarrollo de las propias potencialidades. Que pretende ser incluyente y no fragmentario, debería hacer reflexionar a aquellos que obcecadamente se oponen a todo, pensando solo en sus pequeños objetivos de poder o mezquinas ventajas económicas.

La utopía

"Los hombres luchan y pierden la batalla, aquello por lo que pelearon se consigue, a pesar de la derrota, y entonces resulta no ser lo que ellos tenían intención de lograr, de modo que otros hombres tienen que luchar para obtener lo mismo que aquellos deseaban, aunque ahora lo llamen de otro modo."
(William Morris).

A lo largo de la historia la utopía nos remitía a mundos o sociedades ideales. Algunos revolucionarios pensaban en ella como una idea de un cambio definitivo. Una búsqueda incansable de una condición humana cuyos valores reconocieran en cada individuo la dignidad de su existencia, el derecho a la igualdad y la esperanza de experiencias de felicidad en un mundo mejor.

Algunas utopías eran perfectos manuales de sociedades ideales.
Hoy, a la luz de la experiencia histórica el pensamiento utópico tiene contenidos más existenciales, más contingentes con las realidades que enfrenta.

Ya no se trata de soñar. La utopía es hoy la voluntad de cambio hacia un destino mejor. Esta voluntad se renueva cada vez que algún objetivo se ha logrado. Y una nueva utopía se instala, un nuevo ideal en nuestra lucha por alcanzar nuevos niveles de dignidad y justicia.
América Latina y la Argentina en este caso, se encuentran en un momento especial de la historia. Diríase que a veces, hasta a pesar de sus contingencias políticas, una inercia nos empuja hacia una nueva organización de nuestras sociedades.

Es preciso por lo tanto tratar de que muchos que todavía no comprenden o no creen que otro mundo es posible, entiendan finalmente que aún en la diversidad es posible construir, pero solo con buena fe.

Hay muchos ejemplos en la historia de hombres notables o de simples ciudadanos que ante la prepotencia, ante la desesperanza, respondieron con la integridad y renunciaron a ser parte de una maquinaria injusta. El periodismo debería hacer un examen de conciencia. No para dejar de ser crítico, sino para dejar de mentir por cuenta de terceros.
Para sumarse con su imaginación no solo a la difusión de noticias, sino también a la contribución de un propósito formativo que es su esencia y seguramente contribuirá a una nueva utopía.

Mientras tanto, los indicadores son elocuentes de lo que ha sucedido en la Argentina de los últimos años. Basta con escuchar las referencias de la CEPAL y otros informes internacionales y tener honestidad intelectual. El Mercosur y Unasur son también ejemplos.

Mucho falta, es cierto. Nada es suficiente, pero los anhelos por una sociedad mejor son los que construyen las utopías.

* Fotóografo y restaurador.

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