Así de simple (VIII): Vietnam dijo no al general muerto

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No pasó a mayores, pero fue, al fin y al cabo, un "impasse" entre la república socialista y Francia. Algo lamentable, pero ¿lamentable por qué? El análisis es parte de las miradas al mundo desde América del Sur; el mundo puede ser ajeno, pero ya no es tan ancho como creemos. Extractos del programa radial Así de simple producido y conducido en Caracas por Rosario Salazar y Jean Araud.*

Estos últimos días circulaba entre los internautas  franceses  una noticia calificada como “lamentable”. Lo “lamentable” es que las autoridades vietnamitas no autorizaron que las cenizas del general Marcel Bigeard se esparcieran sobre Dien Bien Phu —y por lo tanto deberán reposar en el Palacio de Los Inválidos de Paris—. Aunque no somos vecinos de París ni de Hanoi resulta interesante conocer los antecedentes de la "lamentable" situación.

En cierto modo la internet convierte hasta el más intrascendente comentario local en asunto al alcance de todas las geografías —si se tene conexión a la red, naturalente—. Lo que permite preguntarse y reflexionar sobre temas más disímiles; algunos, como el presente, obligan a mirar la historia. Uno, así,  se pregunta qué es lo lamentable en la decisión vietnamita (la palabra lamentable se refiere a sentimientos de tristeza, de queja, de algo que se deplora). Y uno concluye que a veces el comportamiento de las grandes potencias, como se creen los dueños del mundo, no tiene ningún respeto para los demás países y sus habitantes.

El general Bigeard, fallecido el año pasado a los 94 años; su última voluntad fue que sus cenizas se junten con sus camaradas de armas caídos en combate en el campo de batalla de Dien Bien Phu.

Fue oficial paracaidista francés, héroe de la resistencia cuando la II Guerra Mundial y combatiente en los frentes de batallas de las guerras de la antigua Indochina y África del Norte donde sus acciones fueron controvertidas por justificar la práctica de la tortura que calificaba de “mal necesario”. Bigeard era de estos oficiales respetados por sus tropas y camaradas de armas, una figura casi legendaria que inspiraba admiración a los suyos porque corresponde a la respetable imagen del oficial voluntario, que habla claro y fuerte, lo que podía permitírselo porque era uno de los oficiales franceses más condecorado.

No se trata —ni se pretende— faltar al respeto a la memoria de quien entró en la historia de los suyos como héroe, porque este oficial dedicó su vida a servir a su país en los frentes de guerra. Así lo ve su pueblo. Pero cuando se habla de soldados debemos recordar la definición de la guerra que daba Erich Hartmann un piloto, As de la aviación, del Tercer Reich: “La guerra es un lugar donde jóvenes que no se conocen y no se odian se matan entre sí  por la decisión de viejos que se conocen y se odian, pero no se matan”. Hartmann, llamado “el diablo negro” por sus adversarios soviéticos es el piloto de caza con más victorias en la historia de la aviación.

Volvamos a la negativa de Vietnam

Dien Bien Phu es el último campo de batalla de la guerra de la entonces Indochina —que perdió Francia en 1954 contra Ho Chi Minh, el líder de la revolución anticolonial—. En los combates, que se prolongaron casi una década, el pueblo vietnamita perdió alrededor de 500.000 hombres y las tropas francesas oficializaron más de 75.000 bajas. Cinco años después  (el país se había dividido) Vietnam del Norte es atacado por EEUU —que también perdió esta guerra que duro 16 años.

Esta vez las víctimas vietnamitas fueron unos cinco millones de personas; el aparato militar estadounidense dejó caer sobre Vietnam siete millones de toneladas de bombas. Se estima que cuatro de estas cinco millones de víctimas fueron civiles; en Vietnam del Norte murieron 58.177 soldados  estadounidenses.

El sangriento saldo de estos dos conflictos entre Vietnam y el mundo occidental es elocuente. A pasar de haber ganado los dos conflictos casi seis millones de vietnamitas derramaron su sangre sobre el suelo de su territorio contra menos de 200.000 elementos de las tropas occidentales que llegaron de Francia y de los Estados Unidos.

Hoy Dien Bien Phu es una pequeña ciudad de poco mas de 120.000 habitantes y capital de una provincia de la Republica Socialista de Vietnam, que logro reunir Vietnam del Norte y Vietnam del Sur. Es evidente que en Dien Bien Phu deben vivir entonces muchas familias que honran la memoria de sus familiares muertos durante estos conflictos.

Si para la historia del pueblo frances el general Bigeard es un héroe nacional, para la del pueblo vietnamita se inscribe como un enemigo.

Por la negación de las autoridades vietnamitas para que las cenizas del general Bigeard sean esparcidas sobre Dien Bien Phu, el ministerio de la Defensa francés solicito transferir sus cenizas en el Palacio de Los Inválidos de Paris. Los Inválidos es un complejo que inicialmente fue ordenado por el Rey Luis XIV como residencia para los soldados franceses retirados, lisiados o ancianos. Con el tiempo se transformo y alberga varios museos e inclusive el mausoleo de Napoleón. Que las cenizas de Bigeard reposen en el Palacio de Los Inválidos no es “lamentable” sino con un gran honor a su memoria.

En tiempos remotos, las tropas ennemigas tenian otros metodos que los actuales bombardeos de poblaciones civiles mediante bombas mal llamadas inteligentes y teleguiadas con sofisticadas computadoras. En tiempos remotos, por lo general, las tropas se enfrentaban en campos de batallas alejados de las poblaciones y lograban tener hasta reglas humanas a pesar de lo inhumano per se que es cualquier guerra. 

Otra realidad, otro escenario

Cuando en el campo de batalla de Ayacucho, Jose de la Serna, el ultimo Virrey de Peru exclamo "¡Gloria al vencedor!", recibio del ennemigo la respuesta del joven General Valdez: “¡Honor al vencido!”. En este caso y para Francia gloria al vencedor y honor al vencido es dejar en paz a los caidos vietnamitas en el campo de batalla de Dien Bien Phu y honrar en su pais los restos de su héroe.  

Sería interesante saber cuál sería la respuesta de Sarkozy o de Obama, o sencillamente del pueblo francés o de los Estados Unidos, si Alemania solicitaría que las cenizas de uno de sus generales sean esparcidas sobre las costas de Normandía a cuenta de su última voluntad de juntarse con sus camaradas de armas caídos durante el desembarco aliado de la Segunda Guerra mundial.  

¡Que sorprendentes estos gobernantes de las potencias de hoy, que no saben voltear las páginas trágicas de la historia! Más de medio siglo después pedir a una nación que las cenizas de un enemigo sean esparcidas sobre un campo de batalla de su territorio parece muy fuera de lugar. Es una falta de respeto y de mínima diplomacia hacia los que han sido sus víctimas y además sus vencedores.

Como si España pidiera a la República Bolivariana de Venezuela que las cenizas del general Domingo de Monteverde sean esparcidas sobre el Campo de Carabobo.

Entres otros asuntos, Así de simple entrevistó al médico Adolfo Gozalez Barrios sobre medicina hiperbárica, algo de lo que suele hablarse, pero que no se describe habitualmente para conocimiento de la opinión pública; también se dialogó con la periodista y escritora cubana Rosa Báez, la Polilla, sobre Trincheras Amigas en la Red. De lo virtual a lo humano.

* Así de Simple se emite cada domingo a las 17 (hora de Venezuela) por La Radio del Sur, FM 98.5.
Enlace del programa en www.laradiodelsur.com (buscador Audios/Programas/Así de Simple).

 

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