Autonomía indígena, un anhelo hecho realidad en Bolivia

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Martín Garat*

La Carta Magna aprobada por referéndum popular el 25 de enero implica la descentralización del Estado boliviano. La principal novedad es la creación de territorios autónomos indígenas, que tendrán el mismo rango que las autonomías departamentales. Es un logro importante para el movimiento indígena, pero significará mucho trabajo y nuevos retos.

Entre otros problemas está la falta de formación en áreas técnicas de los mismos indígenas.

El artículo 289 de la nueva constitución reza: "La autonomía indígena originaria campesina consiste en el autogobierno como ejercicio de la libre determinación de las naciones y los pueblos indígenas originarios campesinos, cuya población comparte territorio, cultura, historia, lenguas y organización o instituciones jurídicas, políticas, sociales y económicas propias".

Este concepto no es algo nuevo, al menos no en la percepción de los mismos pueblos indígenas, asegura el antropólogo Jorge Riester de la fundación Apoyo para el Campesino-Indígena del Oriente Boliviano (APCOB).

"La autonomía no es un invento del gobierno actual. Los indígenas siempre han considerado que tienen derecho a la autodeterminación, a pesar de que en un momento de la historia han sido explotados y discriminados", dice Riester.

La base geográfica de las autonomías indígenas serán las Tierras Comunitarias de Origen (TCO), que son territorios ancestrales de pueblos indígenas otorgados a ellos mismos en forma colectiva y que no pueden ser vendidos, según lo estable la ley 1715 de 1996, y tales autonomías se crearán si los habitantes en las TCO lo solicitan. En las TCO ya rigen las normas propias de los indígenas, como por ejemplo la elección de las autoridades según sus usos y costumbres.

La autonomía indígena significará un fortalecimiento del derecho "a decidir qué hacer con su territorio, a participar con voz y voto sobre sus visiones de desarrollo y a hacer negocios con sus recursos naturales de una forma más justa, siempre y cuando estén dentro del marco mayor del Estado y no sean contrarios a las leyes ni a la nueva constitución, por supuesto", explica Riester.

Manejo de recursos
Según la nueva Constitución, los gobiernos autónomos indígenas podrán administrar los recursos naturales de sus territorios: plantas medicinales, madera y tierra, entre otros. El Estado seguirá controlando los yacimientos de gas y petróleo, incluso los que se encuentran en territorios autónomos.

Miguel Ipamo es el coordinador de la Gestión Territorial Indígena (GTI) dentro de la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia (CIDOB), que aglutina a los indígenas del oriente boliviano. Su tarea es fortalecer las estructuras orgánicas de las TCO. Ipamo pertenece al pueblo chiquitano del oriente boliviano; milita en el movimiento indígena desde hace varios años y participó en la gran marcha de 34 días hasta La Paz en el 2002 para llevar las reivindicaciones de su pueblo al Parlamento.

Ipamo califica la creación de las autonomías indígenas como el logro "cumbre" del movimiento indígena: "La propuesta es nuestra, no del [gubernamental] Movimiento Al Socialismo (MAS). Nosotros la elaboramos y la metimos en la Constitución mediante el partido oficialista".

El Estado tendrá la obligación de transferir recursos para el funcionamiento de las autonomías indígenas. Sin embargo, la generación de ingresos propios es importante para Ipamo: "No se puede hacer autonomía con plata ajena. Se hace, gestiona y articula la autonomía desde adentro. Por eso es importante que podamos generar ingresos en nuestro territorio, pero sin depredar la tierra", comenta. Varias de las TCO del oriente boliviano son ricas en madera, una posible alternativa de desarrollo desde el interior de los territorios indígenas.

Otros temas importantes para la autodeterminación de los pueblos originarios son la salud y la educación. "Nosotros utilizamos plantas medicinales, que también son utilizadas en la medicina científica. Las obtenemos en forma natural, es decir, más frescas y más baratas. Y cuando es necesario las combinamos con los medicamentos de la medicina científica, con píldoras y otros remedios", explica Ipamo.

"Ya estamos elaborando nuevos planes de estudios para nuestras escuelas. En primer lugar, los niños van a aprender quiénes somos y van a aprender nuestros idiomas. Luego se irá incorporando la región, el país y el resto del mundo", agrega.

En las TCO está adquiriendo importancia un nuevo tema, los derechos de la mujer. "La mujer tiene que ser igual al hombre. Ahora, las mujeres también llegan a ser dirigentes, opinan y dan sugerencias. Es un tema transversal, que va a estar presente en todos los demás temas en las gestiones autónomas", cuenta Ipamo.

En síntesis, "la autonomía es una herramienta que fortalecerá el trabajo que ya se lleva a cabo en las TCO", opina Ipamo.

Riesgos y dificultades
Las organizaciones de algunos de los pueblos indígenas son todavía débiles, lo que puede obstaculizar las gestiones autónomas, advierte Ipamo. "Es necesario mejorar las estructuras orgánicas y dejar claro cómo se toman decisiones y quién es responsable en cada instancia".

Muchos de los 36 pueblos indígenas de Bolivia son pequeños y tienen menos de 1,000 integrantes. Ipamo considera que la creación de un territorio autónomo presupone una población mínima de 5,000 personas. Esta circunstancia obligaría a pueblos pequeños o dispersos, sin continuidad geográfica, a mancomunarse con otros pueblos, lo que a su vez puede generar problemas de coordinación.

Riester no quiere hablar de "capacitación" de los indígenas, porque considera que el concepto esconde una actitud paternalista. Opina que lo que se necesita es "profesionalización".

"Uno de los principales problemas es que todavía no existe un número suficiente de indígenas profesionales para el manejo adecuado de sus recursos. Pero no es culpa de los indígenas; ellos siempre han sido excluidos de la educación", sostiene.

La profesionalización en sí también implica riesgos. Riester recuerda un seminario donde una anciana indígena no quería más capacitación para sus nietos. "Se han vuelto pícaros" al tener más contacto con la sociedad moderna, argumentaba.

El contacto con el resto de la sociedad también puede provocar "deserciones" entre los jóvenes indígenas que llegan a las grandes ciudades a estudiar. Si bien todo ciudadano tiene derecho de vivir donde prefiera, para evitar la "fuga de cerebros" es necesario crear mecanismos especiales de acompañamiento a los indígenas, según Riester.

*Corresponsal de Noticias Aliadas.

 

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