Bochornos republicanos

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Álvaro Cuadra.*
           
Hace algún tiempo el ex presidente del Perú, Alan García, calificó a Chile como “republiqueta” por la falta de decoro en algunos de nuestros procederes y procedimientos en la arena diplomática. En la ocasión, muchos de nuestros pro hombres de la vida política nacional rasgaron vestiduras ante un calificativo considerado como ofensivo. Sin embargo, no es ocioso volver a revisar la cuestión a la luz de algunos comportamientos recientes de los cuales hemos sido testigos.

El actual gobierno se permite llamar al Ejecutivo a una serie de parlamentarios en ejercicio, elegidos por la ciudadanía. Los puestos vacantes son negociados al interior de los partidos políticos y a nadie mueve a escándalo que una ex vocera de la presidencia ocupe ahora un puesto en el Senado de la República.

¿Qué estupidez es esta? Nuestro pretendido republicanismo se desdibuja ante el espectáculo de enroques en que las mismas figuras de siempre cambian de posición en el tablero de la política. La voluntad ciudadana vale poco ante el poder institucionalizado de partidos y caciques que reparten puestos, para decirlo con la sabiduría popular, “como quien tira mierda al río”.

Tal parece que las nuevas generaciones de políticos han perdido por completo sus modales y han degradado la cuestión pública a un ejercicio sórdido, carente de prestancia y de una mínima ética cívica. La queja se hace extensiva a toda la llamada “clase política” cuyos bochornos lindan con lo grotesco. Así, por ejemplo, solicitar formalmente una reunión con el primer mandatario y luego no asistir al encuentro, es, por lo menos y como afirma, de nuevo, la sabiduría popular, “una ordinariez”.

Reclamar austeridad, ética cívica y buenas maneras en el quehacer público es básico para restituir un sentido democrático a la política. Los graves problemas por los que atraviesa nuestro país exigen cierta seriedad, acaso solemnidad, para tratar asuntos que comprometen el destino de millones de chilenos. El tono basto y frívolo en que se desenvuelve la política entre nosotros remite exactamente a la política caída en su degradación.

Por último, el mayor bochorno republicano radica en el hecho de continuar viviendo este “pastiche de república” con una constitución anti democrática sancionada por una Junta Militar, de espaldas y contra la soberanía de un pueblo. Mientras no se corrija esta indecencia histórica y política, los chilenos estamos condenados a vivir en un estado de abyección construida sobre la injusticia y el olvido, casi una republiqueta.

* Semiólogo, investigador y docente de la Escuela Latinoamericana de Postgrados. Universidad de Artes y Ciencias (ARCIS), Chile.

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