Bolivia: ¿Quién manda en YPFB?

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Maya Rivera y Sergio Arispe*
La situación actual de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) es en extremo preocupante. Hasta hace un año existían dos opciones para esta empresa. La primera, consistía en emprender una empresa autárquica autofinanciada por nuestras reservas internacionales, y por lo tanto con la posibilidad de desenvolverse en el mundo altamente competitivo del petróleo sin el control directo de las transnacionales.

Sin lugar a dudas, éste no es el camino que YPFB sigue en la actualidad. Por el contrario, ha optado por la segunda opción que consiste en sumarse a la nueva tendencia del capital que denominamos neo-neoliberal para constituirse en una SAM (Sociedad Anónima Mixta) que viene a ser un nuevo tipo de privatización disfrazada de una empresa nacional. Esta nueva forma del capitalismo se basa en que los capitales internacionales ya no toman el negocio petrolero a nombre propio, sino que lo hacen mediante una fachada nacionalista que en el caso boliviano se ejerce a través de las SAM.

YPFB y el nuevo modelo del capitalismo

La primera opción, imposibilitada por los tecnócratas y economistas liberales dentro del gobierno se desechó, prefiriendo mantener las reservas internacionales intactas en el extranjero, ganando intereses ínfimos con el supuesto objetivo de paliar cualquier corrida de capitales. Esta decisión de política económica liberal no tomó en cuenta que la crisis económica que estamos viviendo a nivel mundial es profunda y que dejar nuestras reservas internacionales a expensas de tal inestabilidad financiera es un peligro. Aparte de que en el ínterin nuestro país obtiene préstamos para inversión pública de fuentes externas a mayores intereses y con requisitos que restringen las posibilidades de hacer del país el espacio de ejercicio de la soberanía, la independencia, la autonomía y la autodeterminació n[1]

Las recetas económicas liberales alegan que la inversión de capital propio es altamente riesgosa, siendo más oportuno optar por créditos extranjeros. Esta concepción surge de la desconfianza que tienen los liberales en la administració n estatal. La experiencia de muchos países ha demostrado el éxito de la verdadera reinversión estatal, poniendo en jaque todo el paradigma neoliberal del cual es tan difícil desprendernos. Así, es más contradictorio todavía que, a pesar de tanta crítica a este modelo que el gobierno ha lanzado, se siga amparando en algunas de sus recetas[2].

No es prudente que las reservas públicas, que tanto nos jactamos de tener, vayan a las bolsas extranjeras a servir como dinero de salvamento de los intereses de países con fines opuestos a los nuestros, fomenten la especulación monetaria, ganen porcentajes insignificantes y, en sí, se estanquen mientras nosotros esperamos sus migajas, en lugar de invertirse para la industrializació n interna.

Aunque ya existen avances sobre inversiones para el sector de los hidrocarburos con nuestras reservas monetarias internacionales, es preocupante que suceda para solventar la ineficiencia de las empresas asociadas. Es alarmante que el gobierno acuda con 1.000 millones de dólares de la reserva internacional para poder consolidar la falta de ejecución de los planes de inversión que las empresas asociadas deberían ya estar ejecutando, lo que muestra que las mismas no están cumpliendo sus obligaciones con Bolivia. Es más, en los últimos cuatro años han realizado un boicot de inversiones, es decir, no han ejecutado las inversiones que estaban establecidas en su contrato. Pero ahora que YPFB ha optado por ser la fachada de las transnacionales, no sólo deja de sancionarlas por la falta de inversión, sino que las premia invirtiendo los mil millones de dólares que ya mencionamos, dinero que debería ser invertido por estas empresas.

Además de esto, tenemos que a través de un sistema de inversión apoyado en capitales nuestros, las transnacionales asociadas a YPFB en el país sin necesidad de invertir fondos propios, consolidan su aparato de adquisición de información estratégica referida a la realidad petrolera boliviana (que es significativa) y esperan pacientemente un default (la imposibilidad de pago de la deuda externa) de nuestra deuda externa que determinará una etapa más agresiva de control y lucro de capitales extranjeros con nuestros recursos naturales.

Evidentemente a las transnacionales no les interesa invertir en Bolivia. La inversión extranjera, a la cual apuestan los neoliberales para el desarrollo económico no es factible en nuestro país. La inversión actual a nivel mundial se basa en una lógica de promoción para la inversión fundada en la expectativa de réditos a corto plazo a partir de inversiones de bajo riesgo. Esta tendencia de inversión mundial se debe a que los capitales globales tienen mayores réditos a partir de inversiones especulativas que de inversiones de generación de capital a largo plazo, una de las lógicas que conllevará a otra crisis económica futura. Un ejemplo claro de la actividad ya mencionada es el caso de General Motors que ganaba más dinero a partir de la compra de acciones en las bolsas que en la producción de vehículos[3]. Es entonces evidente que Bolivia no debe esperar que la inversión extranjera la saque de su letargo económico, más aún si consideramos el boicot de inversiones de las transnacionales que tienen contratos en nuestro país en los últimos cuatro años, boicot que se sustenta en el marco de los lineamientos planificados por los organismos internacionales para un país como Bolivia dentro del marco mundial.

Lo que acabamos de anunciar no es ningún descubrimiento. Bien de memoria sabemos que las acciones de los organismos multilaterales en coordinación con los intereses petroleros internados en nuestra país han realizado, desde el pasado y hasta ahora, la formulación de prerrogativas dentro la planificación de inversiones estatales que conlleva a la consolidación de deudas externas excesivas en los países emergentes, deudas que en vez de promover la creación de nuevos motores de economía y mejoras sociales sustanciales han afianzado un sistema global de subsidios directos a los intereses corporativos internacionales para la consolidación de sus intereses a costa nuestra. Estos organismos promueven el fortalecimiento de un sistema re-colonial que mantiene el rol asignado a Bolivia, por los intereses internacionales, de país de paso y proveedor de materia prima y fuerza laboral barata, con lo que garantizan el saqueo de materias primas. En realidad al proyecto Neo-neoliberal no le interesa invertir en Bolivia y le conviene que Bolivia tampoco invierta en su desarrollo económico estratégico (YPFB).

Ibid

*Analistas bolivianos
 

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