Brasil: Caña de azúcar o alimentos

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José Pedro Martin*

En 2009 el Foro Social Mundial se realizará nuevamente en Brasil y, por primera vez, en la Amazonia, en la ciudad de Belém, estado de Pará, del 27 de enero al 10 de febrero. El riesgo del avance desordenado de los biocombustibles en la Amazonia, amenazando los grandes bosques, la biodiversidad y las ricas fuentes de agua, tiende a ser uno de los temas más polémicos durante la edición amazónica del Foro, que ya está movilizando la atención en todo el planeta.

 El potencial brasileño para el desarrollo de biocombustibles, particularmente la producción de etanol a base de caña de azúcar, ha entrado en el centro de una polémica internacional sobre lo que representaría su expansión —como una de las alternativas para combatir el calentamiento global— en términos, por ejemplo, del avance de los cañaverales sobre áreas antes destinadas al sembrío de alimentos.

Diversos organismos internacionales han llegado a alertar sobre este riesgo. El ex relator especial de las Naciones Unidas para el Derecho a la Alimentación, el suizo Jean Ziegler, ha llegado a clasificar a los biocombustibles como un "crimen contra la humanidad" por lo que representaría para el avance sobre los cultivos alimenticios.

Biomasas frágiles en riesgo

Más recientemente, la polémica sobre los biocombustibles brasileños ha evolucionado en torno al riesgo que el incremento de su producción representaría para biomasas frágiles y estratégicas, como la Amazonia, en la Región Norte, y el Pantanal, en la Región Centro-Oeste. El gobierno del presidente Luiz Inácio Lula da Silva ha reiterado, en varias ocasiones, que no se aceptará la expansión de los cañaverales, principalmente en las áreas frágiles de la Amazonia y el Pantanal.

Por ejemplo, durante la última reunión del Grupo de los 8, en Japón, en julio del 2008, el presidente Lula reiteró su defensa del etanol como estrategia de combate contra el calentamiento global, afirmando que su expansión en Brasil no se producirá a costa de la deforestación de la Amazonia o el Pantanal.

"El Pantanal no va a convertirse en cañaveral. No va a haber ningún ingenio en el Pantanal. Por el contrario, toda la biomasa del Pantanal va a ser protegida", afirmó a su vez el nuevo ministro del Medio Ambiente, Carlos Minc, a fines de agosto, con respecto a informaciones de que el gobierno estaría pensando en liberar la producción de etanol en áreas restringidas del Pantanal. Minc es sucesor en el cargo de la senadora Marina Silva, quien durante sus cinco años en el ministerio fue seria crítica de la expansión de los monocultivos, como la caña de azúcar y la soja, en áreas como la Amazonia y el Pantanal.

Según la Compañía Nacional de Abastecimiento (CONAB), vinculada al Ministerio de Agricultura, Ganadería y Abastecimiento, la zafra de caña de azúcar del 2008 en Brasil debe ser de 558 millones de toneladas, 11.4% más que las 501 millones de toneladas procesadas por el sector sucroalcoholero en la zafra del 2007.

Siempre según la CONAB, en su "Seguimiento de la zafra brasileña", la zafra en la Región Norte, en los estados de Rondônia, Amazonas, Pará y Tocantins, debe ser de 1.4 millones de toneladas. En la Región Centro-Oeste, deben producirse 63.2 millones de toneladas de caña, en áreas del Cerrado todavía distantes del Pantanal.

Se expande cultivo de caña

Considerando que el estado de Mato Grosso, pese a integrar el Centro-Oeste, forma parte de la llamada Amazonia Legal, por estar dentro de la influencia de la cuenca amazónica, la zafra de caña en el 2008 en la Amazonia debe ser de 15.6 millones de toneladas. Por lo tanto, la caña ya está siendo producida en la Amazonia y en el Centro-Oeste, al contrario de lo que ocurría hace algunos años, en que la producción se concentraba en el Nordeste y en el Centro-Sur, sobre todo en los estados de Pernambuco, Alagoas y São Paulo, que todavía es el mayor productor brasileño.

"Los ambientalistas están muy preocupados con los riesgos del avance de la caña, para la producción de etanol, en la Amazonia y el Pantanal, pues son áreas ecológicas muy ricas", afirma Márcia Corrêa, presidenta de la Sociedad Protectora de la Diversidad de las Especies (PROESP). "Ya conocemos los efectos del monocultivo de caña en el medio ambiente, en términos de incendios, contaminación de las aguas y desaparición de fauna", señala la ambientalista.

Los investigadores han reiterado que Brasil, con su disponibilidad de área cultivable, clima favorable y agua en abundancia (el país tiene 12.5 % de las reservas mundiales de agua dulce), tiene condiciones favorables para expandir la producción de caña y etanol en forma sustentable, sin necesidad de avanzar sobre áreas de preservación como el bosque amazónico y el Pantanal.

Evaristo Eduardo de Miranda, doctor en ecología y jefe de EMBRAPA Monitoreo por Satélite, unidad de la estatal Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (EMBRAPA) sigue desde hace años la evolución de la producción de alcohol combustible en Brasil, sostiene que la caña para etanol puede representar ganancias ambientales importantes, si efectivamente es producida de forma ordenada y sustentable. Hace ver que la caña de azúcar promueve el retiro de la atmósfera de 40 a 50 toneladas de carbono por hectárea, mientras que los cultivos anuales y los pastos retiran en promedio menos de cinco toneladas de carbono por hectárea.

"Si se hace de forma correcta (la expansión de cañaverales para la expansión de etanol), no hay problema. Brasil produce muchos alimentos, lo que no existe es poder adquisitivo suficiente, y por eso es fundamental ampliar las políticas sociales de generación de ingresos y reducción de desigualdades", argumenta Miranda, quien no cree, por tanto, en crisis alimentarias derivadas de la expansión del cultivo de caña, si ésta se produce de forma sustentable.

Zonificación agrícola

La polémica, de todos modos, está instalada. Una propuesta en estudio en el gobierno de Lula es la zonificación agrícola, por la cual la expansión del cultivo de caña de azúcar no podría penetrar en un área de 4.6 millones de km2, que abarca la Amazonia y parte del Centro-Oeste, donde está el Pantanal. Los emprendimientos ya existentes continuarían, pero ya no se concederían nuevas licencias.

El estudio reveló la existencia de entre 30 millones y 40 millones de hectáreas de tierras, sobre todo ocupadas actualmente por pastos, como aptas en términos técnicos y ambientales e indicadas para el cultivo de caña en las regiones Centro-Oeste, Sudeste y Nordeste. El estudio, que ya está siendo discutido en los altos niveles del gobierno de Lula, fue elaborado por un consorcio de investigadores de EMBRAPA, Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), Universidad Estadual de Campinas (UNICAMP), Servicio Geológico de Brasil (CPRM) e Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE). Naturalmente, la prohibición de cultivos agrícolas en una larga franja del territorio nacional es un gesto político que exigiría grandes negociaciones, y en tal sentido la posición de la opinión pública puede ser importante.

Los ambientalistas siguen atentos, y el Foro Social Mundial del 2009, en pleno corazón de la Amazonia, debe reforzar la oposición de la sociedad a cualquier proyecto de expansión de la caña en la región y el Pantanal. "El impacto de la crisis financiera mundial en la economía puede afectar estos proyectos, pero de todos modos la sociedad debe seguir atenta", sostiene Corrêa.

*Noticias Aliadas

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