Cambiar o ser cambiado

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Jorge Gómez Barata.*

Ante una pregunta acerca de la izquierda, un estudiante comentó: “A diferencia de lo que ocurre en la anatomía, donde la izquierda es antípoda de la derecha, en la política no ocurre así. En la historia no hay rupturas totales. Las épocas nuevas se gestan en el seno de aquellas que superan y los líderes revolucionarios se forman en valores promovidos por la clase a la cual derrotan". 

Y continuó_ "Los próceres hispanoamericanos fueron descendientes de españoles, educados en universidades europeas, entornos en los cuales asumieron los valores del liberalismo. Así ocurrió también con los líderes de la descolonización tercermundista. No debe asombrarnos —concluyó— que asumieran algunas de sus virtudes y repitieran muchos de sus errores".

Me impresionó la consistencia dialéctica de sus argumentos, que me dieron pie para explicar que algunos de los más costosos errores en que incurrieron los líderes de la izquierda afroasiática fue imitar las prácticas políticas entronizadas por las metrópolis, entre ellas el autoritarismo, que excusándose en los defectos de ciertas formas de democracia reniega de todas.

Probablemente ese comportamiento, adoptado por el movimiento de liberación nacional afroasiático, tenga su explicación en la decepción de los nuevos líderes que en su lucha partieron de las posiciones de los liberales europeos que defienden para sí derechos que niegan a los demás.

y que, luego, se revelaron incapaces para aprovechar oportunidades, idear e introducir reformas políticas y mejorar los rangos de participación popular en los diferentes procesos.

Tal vez les faltó la intuición necesaria para comprender que en la presente situación, cuando ya las masas avanzaron un largo trecho desde la descolonización, la cultura política se ha elevado y el bienestar plantea nuevas aspiraciones, no basta con gobiernos mejores que los anteriores ni con un status económicos y sociales más elevado, sino que se necesitan innovaciones reales.

Ningún ejemplo mejor que el de Siria donde, a marcha forzada, bajo la insoportable presión de las movilizaciones de masas, el presidente Al-Asad, en rápida sucesión, promulga unas medidas tras otras, entre ellas: levantamiento del estado de excepción, destitución del gobierno, amnistía general y dialogo nacional. De haber hecho todo eso cuando las masas no estaban en la calle y no era necesario reprimirlas, la historia seria otra.

Vivir en una época diferente requiere de formas de lucha y estilos de gobernar cualitativamente nuevos. El discurso de la izquierda es revolucionario o renovador o no es y la dialéctica, según la cual todo cambia, está vigente y es la misma para unos y otros. Allá nos vemos.

* Periodista y académico.
En www.argenpress.info

 

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