Cambio climático: nada nuevo bajo el sol

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Con no demasiada difusión se informaba a mediados de junio de 2005 que, por segunda vez, un borrador de acuerdo en materia de cambio climático entre representantes del G-8 se había “filtrado” al exterior en las últimas semanas. Si el texto conocido a fines de mayo mostraba coincidencias muy débiles y de carácter muy general, el nuevo documento deja en evidencia un conflicto desde sus primeras cuatro palabras: ”Nuestro planeta está calentándose.Esa frase figura entre corchetes, lo que indica que no hay consenso sobre su formulación.

Este documento fue elaborado por el gobierno británico, y los observadores aseguran que la objeción procede de Estados Unidos. Londres confirmó su autenticidad, aunque acotó que se trata de una versión preliminar del acuerdo final.

El primer párrafo también incluye las siguientes frases entre corchetes: ”Las academias de ciencia afirmaron en junio de 2005 que existe ‘fuerte evidencia de que está ocurriendo un significativo calentamiento global’ y que ‘ese calentamiento ya ocasionó cambios en el clima de la Tierra. Sabemos que el aumento se debe, en parte, a la actividad humana’”.

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Por lo tanto, no hay siquiera consenso entre los gobiernos del G-8 sobre el origen humano del cambio climático.

La mayor parte de los científicos coinciden en que el actual ciclo de recalentamiento planetario es causado por los gases invernadero, derivados, sobre todo, de la quema de combustibles fósiles como el carbón, el petróleo y el gas.

”El nuevo texto tampoco menciona nada sobre cuánto dinero debe gastarse” para minimizar el recalentamiento del planeta, señaló a IPS Catherine Pearce, de la organización ambientalista Amigos de la Tierra. Esta institución, una de las más importantes del mundo en la materia, vio el documento como una confirmación de la falta de compromiso de Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia, Japón y Rusia en la lucha contra el recalentamiento planetario.

”El texto anterior reconocía que debía gastarse cierta cantidad de dinero, marcada como una equis. Pero ahora ni siquiera hay referencia al dinero”, agregó Pearce.

Particularmente preocupante, según la activista, es la referencia a la energía nuclear como ”cero carbón” y la ausencia de ”objetivos, plazos y nuevos compromisos”.

El documento, titulado Plan de Acción de Gleneagles, está fechado el martes. Apenas tres semanas antes de la cumbre en esa localidad escocesa, los ambientalistas ven poca esperanza de un acuerdo significativo.
La cumbre se celebrará del 6 al 8 de julio. El cambio climático será uno de los principales temas del encuentro, así como el desarrollo de África.

”Cualquier previsión de que la reunión del G-8 en Escocia produciría algo relevante contra el cambio climático se evapora rápidamente”, dijo el director ejecutivo de Amigos de la Tierra en ese país, Duncan McLaren. ”El primer borrador de este documento era malo. El segundo es aun peor. Los países del G-8 concentran apenas 13 por ciento de la población mundial, pero 45 por ciento de las emisiones de gases invernadero”, advirtió McLaren.

De acuerdo con la formulación del documento, no hay desavenencias en cuanto a ”actuar con resolución y urgencia ahora par cumplir con nuestros múltiples objetivos compartidos de reducir las emisiones de gases invernadero, mejorar el ambiente global, fortalecer la seguridad energética y recortar la polución del aire en conjunción con nuestros vigorosos esfuerzos para reducir la pobreza”.

Pero a continuación los corchetes marcan una discrepancia: ”Los países desarrollados tienen la responsabilidad de mostrar liderazgo”. Tampoco el siguiente párrafo arrancó un consenso: ”Aunque siempre habrá cierta incertidumbre, no podemos darnos el lujo de postergar acciones si queremos manejar el riesgo de un gran cambio irreversible”.

Amigos de la Tierra reclaman al G-8 que incluya en su plan de acción un acuerdo sobre la evidencia científica que atribuye el cambio climático en curso a la acción humana, y sobre la necesidad de reducir las emisiones de gases invernadero. Además, la organización exige metas específicas, sustanciales y con plazos establecidos para que los ocho países recorten esas emisiones.

La declaración indica que los países del G-8 que son parte del Protocolo de Kyoto sobre cambio climático deben cumplir con sus compromisos en materia de reducción de emisiones de gases invernadero. Pero Estados Unidos no es parte de ese tratado.

El Protocolo de Kyoto, que entró en vigencia en febrero, obliga a las naciones industriales a reducir sus emisiones de gases invernadero. Pero el gobierno de George W. Bush repudió el Protocolo en 2001 y retiró la firma estampada en él por su predecesor, Bill Clinton (1993-2001), alegando que afectaría gravemente la economía nacional.

Estados Unidos, con cuatro por ciento de la población mundial, emite un 25 por ciento de los gases invernadero del planeta. Sólo el meridional estado de Texas, del que fue gobernador el propio Bush –perteneciente a una familia con intereses en la industria petrolera–-, supera las emisiones anuales de Francia.

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* Periodista de IPS. (www.ipsnoticias.net).
El artículo fue reproducido en diversos portales ambientalistas.

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