Cápsula Bicentenario: viaje al futuro de idioteces y una tristeza chilenas

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Nicolás Gomarro.*

No al mejor estilo estadounidense, pero, en fin, como pálida imitación de la ceremonia de 1976 allá en norte del cual beben inspiraciones, el Presidente de la República y el Alcalde de la ciudad capital procedieron al entierro de la "cápsula bicentenario" en la Plaza de Armas de Santiago. No pudo asistir al ritual demagógico el niño Luis Alberto Pilcante Marín: fue sepultado el domingo. Luis Alberto estaba enfermo y lo habían alimentado con Nutricomp-ADN.

La cápsula metálica será reabierta por quien sea alcalde del Santiago en 2110. Resulta interesante saber qué objetos  fueron depositados en su interior para ilustrar a los descendientes —si hay alguno para entonces— de los santiaguinos de hoy. Uno supone que han sido cosas importantes en el sentido que reflejan lo que conforma la vida en esta alborada del siglo XXI.

Si es así es triste constatarlo.

Modesto, el presidente Piñera puso una fotografía a todo color de él con sus predecesores inmediatos: Alwyn, Frei, Lagos y Bachelet; como todo el mundo sabe no son muchos los documentos gráficos que hayan retenido la imagen de tan ilustres personajes.

Vivi Kreutzberger —una simpática animadora de programas festivos de televsión— fue la maestra de ceremonias; una fotografía de su padre, el insigne Don Francisco (también animador de televisión y muy conocido en Miami) fue también fotográficamente encapsulado con el beneplácito de los honorables invitados:  Jorge Pizarro, presidente del Senado,  Rubén Ballesteros, ministro presidente de la Comisión Bicentenario del Poder Judicial y otras autoridades de Estado.

La camiseta del jugador de fútbol Gary (alias Pittbull) Medel —ojalá bien lavada— es entre los objetos representativos. Como las "llaves de la ciudad", seguro que para el tricentenario —si todo marcha bien— el futuro alcalde pueda entregarlas a algún ilustre invitado a la apertura de la cápsula.

Entre los símbolos más, sin duda, preciados de nuestra cultura actual se cuenta un billete de $ 20.000, donación del Banco Central (quizá con la esperanza de que en 100 años no se sepa que los billetes ya no se fabrican en el país). Se informó que tarjeta Bip! mereció su conservación encapsulada, puesto que los grandes buses no cabían en el metro y medio de alto de la cápsula. No importa, una carta —no manuscrita— del presidente del Central informa sobre la munificencia económica de Chile en estos años.

Varios discos de música chilena —pop, naturalmente, y exitosos en las ventas, además— son la escuadra artística al interior de la cápsula. Seguro que libros de poetas y prosistas eran muy voluminosos, o quizá el gobierno estimó que era innecesario; astutos saben que de seguir el proceso cultural amañado por la dictadura y que prosigue sin fisuras, para el momento de recuperar la bendita cápsula los chilenos sobrevivientes de ese momento probablemente no sabrán castellano.

Como corresponde a un país que todo, lo banaliza el mensaje de los 33 mineros de San José fue bien protegido en el vientre de la cápsula; de los mapuche en huelga de hambre nada, de sus reivindicaciones tampoco. No existieron, dirán en 2110, todo fue una invención de los terroristas del pasado.

Tampoco se informó de algún documento sobre el bombardeo de La Moneda o la fotografía de alguna mujer asesinada por los hombres del "Tata" —¿habrán puesto la foto de la bestia con sus anteojos oscuros?—: esas son pesadeces dirá el brillante alcalde (de hoy) que hubieran empañado el bicentenario. Tal vez por eso mismo no se enterró ninguna muestra del alimento médico Nutricomp-ADN, cuya fórmula tanto bien ha hecho a tantos enfermos y que probaría que quienes lo tomaron lograron —como el pequeño Luis Alberto Pilcante— incluso y pese a su enfermedad previa sobrevivir un par de años a esa dieta.

No seamos injustos, quizá que no encontraron un envase lleno o mediado, pero tal vez de haberle preguntado al ministro de Justicia éste pudiera haber sabido dónde hallar uno. No trascendió si la ubicua señora Von Baer tuvo pasaje; una pena: ¿quién explicará de viva voz y claramente a los posibles asistentes a la eventual ceremonia de desentierro del sentido de la cápsula?

Se les aplaude haber puesto en la cápsula semillas de flora nativa, aunque muchos piensan que debieron haberlas plantado para que conozcan los bosques que fueron los niños nacidos este 2010 —o sus nietos.

A éstos objetos se suman otros 90 que "la gente —dice una gacetilla municipal— votó como los más representativos, entre los que destacan las camisetas de los equipos de fútbol con mayor arraigo popular, una tarjeta BIP (ya mencionada), la Gaviota de Plata del Festival de Viña, una réplica de histórico mensaje de los mineros y la foto símbolo del terremoto, entre otros.

"Además, los chilenos guardaron más de 7.000 mensajes entre videos y cartas como regalo para las futuras generaciones, mostrando cómo viven, qué sienten y cuáles son los sueños de nuestros compatriotas, sumado a más de 240 recetas de comidas y bebidas características del Bicentenario".

Sin arrugarse Zalaquett dijo: "En los mensajes se plasma todo lo que nos ha tocado vivir en este año. Muchas de estas cartas hablan de cómo sufrimos los chilenos el terremoto, el drama de los mineros, las celebraciones del bicentenario y de cómo sueñan a nuestro país en 100 años más, un chile más justo, más amable, con más oportunidades y que cuida su medio ambiente".

Así nos va.
 

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