Chile: A juicio de sus pares, Piñera es maleta de doble fondo

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Manuel Salazar Salvo*

El candidato presidencial chileno de la derecha, Sebastián Piñera Echenique, ha acusado a sus adversarios de actuar en su contra con “mala leche”. Sin embargo, las dudas sobre el origen de su fortuna y sobre su conducta tanto política como empresarial han ido surgiendo desde un cada vez más amplio espectro de fuentes informativas, que van desde El Mercurio hasta el semanario El Siglo.

En el primero, lo expresó sin ambages su principal columnista, el abogado Carlos Peña: “(…) el problema de Piñera (hoy de Piñera, mañana de cualquier otro de los candidatos) no es que haya estado preso, prófugo o hubiera sido condenado. Su problema es que ayer tuvo una conducta por debajo de la que es razonable esperar de quien aspira a la Presidencia. Su conducta no estuvo a la altura” (El Mercurio, Cuerpo D, domingo 2 de agosto).

En El Siglo, en tanto, medio del Partido Comunista, el periodista Francisco Herreros publicó una serie de documentos desclasificados por el gobierno estadounidense, según afirma, donde se revela que el padre del candidato, el fallecido ingeniero y diplomático José Piñera Carvallo, habría sido agente de la CIA y que uno de sus hermanos, el economista José Piñera, ex ministro de la dictadura militar, habría sido analista e informante de la misma agencia de inteligencia norteamericana. Herreros, quien ha trabajado para el diario Las Ultimas Noticias y la revista Cauce, donde ganó el codiciado premio “Rey de España” por sus investigaciones profesionales, da cuenta también de una extensa y secreta red destinada al lucro ilícito del general Augusto Pinochet y de un extenso núcleo de colaboradores cercanos. (Ver El Siglo N° 9.163 y N° 9.164).

El diario electrónico El Mostrador, por su parte, dirigido por el periodista Mirko Macari Squella, publicó el 29 de julio una serie de piezas fundamentales del proceso judicial que en 1982 instruyó el juez Luis Correa Bulo para investigar la quiebra del Banco de Talca, donde figura como uno de sus protagonistas principales el entonces gerente general del banco, Sebastián Piñera (Ver aquí). Los documentos fueron conseguidos por el periodista Jorge Molina, de reconocida trayectoria por sus golpes noticiosos en los ámbitos de tribunales y policía.

Estas revelaciones se suman a las efectuadas desde hace varios meses por La Nación Domingo, cuyo equipo de redactores dirige la periodista Ana Verónica Peña, las que han merecido la amenaza del candidato de la derecha de cerrar ese medio de prensa si llega a La Moneda. La revista Punto Final también ha intentado contribuir al esclarecimiento de los hechos dudosos que acompañan la trayectoria del millonario accionista que una vez más pretende llegar a la presidencia del país. (Ver Ozren Agnic K., “La cara oculta de Piñera”, PF 687, 12 junio de 2009). Los demás medios de comunicación, con mayor o menor énfasis, han hecho lo suyo en la búsqueda de la verdad que se oculta en algunas actuaciones del candidato. Cabe preguntarse, entonces, si la prensa nacional en su conjunto está coludida en una conspiración en contra del abanderado de la derecha, o si verdaderamente existen oscuras lagunas en la trayectoria empresarial de Sebastián Piñera.

¿Por qué no creerle?

Existe un antecedente, periodístico también, que contribuye de manera prístina a reafirmar las dudas sobre la transparencia del hoy aspirante a La Moneda.

La noche del domingo 23 de agosto de 1992 en el programa A eso de…, en Megavisión, el fallecido empresario Ricardo Claro conmocionó a la clase política al dar a conocer una conversación telefónica entre Piñera y su amigo Luis Eduardo Díaz que buscaba perjudicar la precandidatura de la diputada Evelyn Matthei. Había sido grabada por un secreto dispositivo del ejército ubicado en el Comando de Telecomunicaciones, en los faldeos cordilleranos de Peñalolén. Esa grabación revelaba la magnitud de la animosidad de Piñera en contra de una rival de su mismo partido.

Ese mismo día, en el diario El Mercurio apareció una entrevista que Raquel Correa había hecho pocos días antes a Piñera, en parte de la cual expresaba: “La política debe ser con altura de miras, contenidos, propuestas, una competencia de ideas, de proyectos. ¡Jamás se debe caer en las pequeñeces de las descalificaciones y los ataques personales! Eso no contribuye a la unidad de RN ni al enriquecimiento del debate político”.

Y agregaba al ser consultado acerca de Evelyn Matthei: “Somos amigos, nos tenemos cariño y respeto” y “no es fácil competir con una mujer. Sobre todo con una mujer buenamoza, inteligente y capaz como es la Evelyn (…). Eso obliga a una mayor delicadeza y mayor deferencia”.

Aquella misma noche quedó en evidencia que Piñera mantenía un doble estándar, el público y el privado, para conseguir sus fines. En los años siguientes, hasta hoy, lograría acumular una fortuna superior a los mil millones de dólares, y parece más que razonable que ahora los chilenos lo sometan a la prueba de la blancura antes de su posible llegada a la primera magistratura. Y eso no puede considerarse una conspiración.

Piñera construyó su patrimonio sobre la base de un indiscutible talento para los negocios. Pero también a partir de una amplia red de contactos sociales desarrollada por sus padres, sus tíos y muchos de sus primos. Gran parte de esas relaciones estaban ligadas al ascenso de la Falange Nacional y más tarde, del Partido Demócrata Cristiano.

No es una casualidad que Piñera se vinculara en sus inicios en las finanzas con personas como Carlos Massad Abud, Raúl Sáez, la familia Calaf Palet, Alvaro Donoso Flores (padre de Alvaro Donoso Barros, ministro de la dictadura en 1979), la familia Nieto y otras personalidades de diversos ámbitos de negocios, todos muy cercanos al freísmo y a los técnicos y profesionales del PDC que prestaron colaboración al régimen militar en sus primeros años.

Los Piñera Carvallo, en la década de los 60, eran sobre todo grandes admiradores de Eduardo Frei Montalva y, tras el golpe que derrocó a Salvador Allende, confiaban en que el líder del PDC sería la carta más segura para gobernar Chile luego de un supuesto breve reordenamiento cívico efectuado por las fuerzas armadas.

Hasta el día de hoy recuerda Sebastián Piñera la primera vez que su padre lo llevó a una concentración, en el Parque Cousiño. Era 1964, y escuchó embelesado el discurso de Eduardo Frei Montalva: “Yo no tenía conciencia de que podía existir tanta gente. Y me emocionó escuchar a Frei Montalva: ‘¿Quiénes son, padre? ¿Son los democratacristianos? No, hijo, son mucho más que ellos.

A través de ellos, en muchos casos Piñera ha seguido al detalle las evoluciones del mundo empresarial y los vaivenes de los mercados en Chile y en los países vecinos. La mayoría de los miembros de aquel semillero de ejecutivos se ubica hoy en puestos claves de los principales grupos económicos, tanto en los rubros productivos como en los financieros, conformando una vasta trama de intereses de variado tipo.

De allí que adquiere importancia principal conocer en detalle no sólo las inversiones directas de Piñera en múltiples sociedades, sino también su amplia red de contactos con el mundo de los negocios. El enorme poder que tendría como eventual presidente de la República podría influir de modo determinante y casi inimaginable en la economía nacional y en la distribución de la riqueza.

Maleta de contrabandista

Sebastián Piñera fue uno de los financistas de la campaña del No en 1988. En las semanas siguientes a la derrota del general Augusto Pinochet sostuvo conversaciones formales con dirigentes del PDC para incorporarse a ese partido, expresando su interés por asumir un papel protagónico en la campaña presidencial y parlamentaria de 1989. Tanto fue así que colaboró con entusiasmo en la precandidatura de Eduardo Frei Ruiz-Tagle, finalmente derrotado por Patricio Aylwin, quien se transformó en el primer presidente de la Concertación en diciembre de ese año.

En el intertanto, los dirigentes del PDC le manifestaron al inversionista que debía ganarse un espacio trabajando por el partido y por el gobierno, antes de conseguir una nominación como candidato al Senado, advertencia que fue rechazada de plano por Piñera, quien, acelerado como es, quería saltarse la etapa ingrata de la militancia partidista. Fue en ese momento que Andrés Allamand, entonces también impulsivo joven líder de Renovación Nacional, le ofreció a Piñera postularse al Senado como candidato independiente por la circunscripción Santiago Oriente, con apoyo de RN pese a la resistencia del presidente del partido, Sergio Onofre Jarpa.

En muy pocos meses, Piñera saltó de los negocios al Parlamento y ya en las primeras semanas de 1990 selló un pacto con dos de los cuatro miembros de la denominada “Patrulla Juvenil” de RN, que integraban Allamand, Alberto Espina, Evelyn Matthei y el propio Piñera. El acuerdo consistió en que él trabajaría para ser el candidato presidencial de la derecha; Allamand, lo haría por controlar el partido y Espina, para dirigir la bancada parlamentaria del sector. Se les olvidó incluir en un rol importante a la hija del ex comandante en jefe de la Fach, lo que les costaría muy caro dos años después.

En aquellos tiempos, y también en los años siguientes, Jarpa sería un duro oponente de Piñera. Andrés Allamand contaría más tarde, en su libro La travesía del desierto, cuál era la razón de la desconfianza de Sergio Onofre Jarpa, un zorro curtido en muchas batallas políticas. “Piñera -decía el viejo dirigente de la derecha- es como maleta de contrabandista. Tiene doble fondo”

*Periodista de Punto Final.
 

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