Chile, después del »no»: – EL REPARTO DEL BOTÍN

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

fotoSe cumplieron 19 años del Plebiscito que dijo no a Pinochet. Patricio Bañados fue el rostro de esa franja que durante 30 noches se opuso a la dictadura por la televisión.

Antes de su aparición en el set, donde se sentaba tras un arcoiris, más de la mitad de Chile tarareaba un himno que llenó de expectativas al país y también a él. Pero no por mucho tiempo, porque al poco andar no sólo sufrió amedrentamientos y terminó despedido de todos sus trabajos, sino porque dice que se dio cuenta que la democracia que esperaba no era la que se prometía.

Este es el crudo relato del desencanto del ex conductor de El Mirador de TVN y hoy locutor de Radio Beethoven. Afírmese: la última vez que votó por la Concertación fue por Patricio Aylwin.

¿Cómo era la Concertación que conoció en 1988 respecto a la que ve hoy?

–En primer lugar, no he conocido nunca la Concertación, porque jamás he pertenecido a un partido ni me he mezclado con los políticos. Llegué a la franja del no porque llevaba siete años cesante a raíz de que fui la única persona de la televisión que se opuso a la dictadura. Por supuesto que estoy dejando de lado a la gente que fue marginada inmediatamente después del golpe y que nunca estuvo en la televisión. Pero yo sí estaba, en el canal que hoy es Chilevisión, y como me negué a leer noticias ofensivas para la oposición, terminé cesante.

«Fue por ese lado que me buscaron para la franja. Era un riesgo enorme, pero decidí que la conquista de la democracia era demasiado importante. Y eso fue todo, porque se ganó el plebiscito y nunca más supe de la gente. Nadie me llamó por teléfono».

¿Nunca más?

–Después de haber arriesgado la vida durante un mes, si te he visto no me acuerdo. Fue salir todas las noches a oponerse a una dictadura que estaba vigente y que continuó vigente durante un año y medio más; una dictadura que asesinaba pues, porque ahora la cosa es mirada con distancia…

«Deben haber empezado en ese mismo momento a repartirse el botín, a ver las embajadas y ver quién va a ser candidato a la presidencia. Tan claro es eso que dos meses después del plebiscito vino lo que llamaron “Carmengate” en la Democracia Cristiana.

«Ya estaban discutiendo sobre quién iba a ser el candidato ¡cuando todavía estábamos en dictadura! Cómo, qué clase de políticos son esos, qué visión totalizante de un país tienen. Además, en Televisión Nacional que yo haya hecho la franja del no era una desventaja, porque nunca estuve entre los grandes sueldos ni tuve preferencia alguna, sino todo lo contrario: tenía esa mancha en mi carrera. Y todo eso en democracia».

¿Qué consecuencias tuvo para usted la franja?

–Me eché encima a toda la gente poderosa de este país, la gente de dinero, la que me ha perseguido a mí y a mi familia. Nunca he sido enfrentado personalmente, sino que siempre han sido cosas solapadas o daños a mi propiedad. También gritos desde autos. Eso me pasó en los primeros 10 años de democracia. Ahora ha ido decantando, porque se han dado cuenta que la cosa no ha cambiado mucho respecto de lo que temían: antes pensaban que aquí iba a venir poco menos que una dictadura comunista.

Durante años se metió miedo con la llegada de la democracia.

–Esa fue la estrategia de la derecha. Pero también aquí hay una segunda pata de la Concertación, porque parece que los políticos creyeron que lo que la gente quería era que ellos ocuparan los puestos, los ministerios, las alcaldías, las embajadas y que con eso, listo. Tanto así que Patricio Aylwin dijo al segundo año de su mandato que “la transición está terminada”…

«Y lo dijo con los tribunales militares juzgando a civiles, los asesinos caminando tranquilamente por la calle y los torturadores siendo respetados. La Concertación poco menos que adoptó una actitud de abrazar a la que antes fue la derecha de la dictadura y miró con malos ojos a los que nos habíamos opuesto.

«Si tú analizas, los periodistas que se opusieron abiertamente a la dictadura, salvo aquellos que eran de partidos y aceptaron puestos en agregadurías culturales o ministerios, o están en tareas subalternas o en su casa, como yo. En cambio, los que guardaron silencio o eran partidarios, están trabajando. No tengo nada en contra de ellos, pero ahí está Claudio Sánchez, Julio López (Blanco), Honorato, en fin. Con esto la Concertación ha consagrado un principio nefasto y es que el ciudadano ideal es el que se encoge de hombros ante todo lo que pasa».

¿Alguna vez se sintió identificado con la Concertación?

–Me sentí identificado con lo que creí era la Concertación, que volvía la democracia, que se restituirían ciertos valores tradicionales de convivencia y que, ciertamente, no iban a ser aplaudidos los personajes más destacados de la dictadura. Pero fue al revés. No cambió nada y los personajes de la dictadura fueron aplaudidos y ensalzados, salían en las páginas sociales y aquí no ha pasado nada.

«Si Inglaterra no apresa a Pinochet, no se habría juzgado jamás a un torturador n ni a un asesino».

¿Cómo ve ahora a la Concertación?

–Tres cuartos de lo mismo. Yo no tengo nada que ver con la Concertación. Luché por los derechos humanos, arriesgué mi vida y he sido muy perjudicado en todo sentido.

¿Debió haber recibido algo del oficialismo?

–No. Yo lo que creo es que si te piden que salgas con el estandarte adelante, en la trinchera, lo menos que puedes pedir es que no te disparen por la espalda.

«Una persona como yo, que fundó la televisión chilena en el canal 9 de la Universidad de Chile, hizo la primera parada militar, el primer mensaje presidencial del 21 de mayo y el primer partido de fútbol, que pasó nueve años en Europa en la radio Nederland de Holanda, en la BBC de Londres, en los servicios internacionales de Suiza y ha trabajado en España y Estados Unidos, ciertamente tenía algo que aportar».

¿Piensa que la Concertación funciona en el sentido de que si se pertenece a un partido uno se salvó y si no, quedó fuera?

–Claro. Se cayó velozmente en el vicio que uno habría pensado iban a evitar y que debería haber sido una de las lecciones sacadas de la feroz dictadura que padecimos, pero fue lo contrario: que el estar alejados del poder aumentó considerablemente el apetito. Si tú no eres de un partido político, no te toman en cuenta para nada. Además, es notable la capacidad de adaptación de las personas militantes: un día son expertos en la minería y el cobre; al siguiente expertos en sistemas de control lacustre y luego expertos en educación.

«Esto es algo que causa admiración, porque si a uno le ha tomado 30 años saber algo de televisión, que una persona que viene de trabajar en ferrocarriles está arriba porque sabe más, es admirable. Son unas supercapacidades envidiables. Es una demostración de la partidocracia».

El último voto

¿Lo decepcionó la Concertación?

–Absolutamente. Mi decepción empezó el 6 de octubre de 1988, al día siguiente del plebiscito.

¿Por qué tan luego?

–Porque cuando se gana un plebiscito con la repercusión mundial que tuvo éste, al otro día la Concertación debió haber pedido un tiempo y decir: «señor, nosotros ganamos, por favor denos media hora por lo menos al día en alguno de los canales». Pero pasó un año y medio y los canales siguieron siendo controlados.

¿Cómo era la generación de la Concertación que conoció en la franja?

–Se veían personas encantadoras. Llegaban muchos políticos al estudio, porque a veces aparecían en pequeños «spots» de dos minutos. Eran muy amables. Ese fue un mes mágico, una cosa maravillosa. Por primera vez en 15 años se le hablaba al país de otra manera.

«La franja estuvo muy bien, y lo puedo decir porque no fue obra mía, lo que hice fue poner la cara. El ambiente no podía ser más grato. Era algo mágico saber que estabas haciendo despertar a un país. La gente estaba fascinada. Era una franja tan linda, llena de humor y burla a estos tiranos, a esta gente que nos tenía aplastados y nos insultaba, porque la dictadura aquí fue grosera, eran unos burdos. Oír hablar al almirante Merino o a Pinochet era una vergüenza.

«Todo fue maravilloso, pero a medida que pasaban los días empecé a sentir una presión tan terrible, que creí que no lo iba a poder soportar».

¿Presión en qué sentido?

-De odio, de amenazas. Porque llamaban a mi casa. Pensé ¿en qué he metido a mi familia?

¿Lo pasó muy mal?

–Pasarlo muy mal sería una exageración, pero a nadie le gusta que llamen a su hija de 14 años y le digan: «¿a qué hora sales del colegio?». No es ninguna gracia sentirte agredido de una manera tan cobarde por gente de la que no te puedes defender, porque a veces no sabes quién es. Tienes la agresión delante, nada más. Tampoco es agradable que agredan a miembros de tu familia que no tienen culpa alguna y a todo esto ¿qué culpa tengo yo si no he hecho nada malo? Lo único que hice fue manifestar ante todo el país, honestamente, mi posición.

¿Siguió votando por la Concertación?

–No. No he votado nunca más o he votado en blanco. La última vez fue por Aylwin, porque ahí había que definir la cosa.

¿Y después por nadie más?

–Por nadie. Muchas veces ni siquiera fui a votar. Menos a esas cosas municipales. Cuando a personas de 60 o 70 años las echan de su casa porque le van a plantar un edificio al lado ¿uno va a votar por esa gente? ¿Qué hace un hombre de 70 años que lo echan de su casa porque le van a plantar un edificio? ¿Tiene que buscar casa a los 70 años y dejarla la suya donde crecieron sus hijos, están sus árboles y sus recuerdos? En Chile eso no tiene la menor importancia.

¿Por qué dejó de votar?

–Porque vi para dónde iba la Concertación. No tengo por qué apoyar gente que no me representa. Menos lo haría después de Ferrocarriles, Chiledeportes, el Transantiago y las construcciones que están por todos lados. Tienen cero respeto por la calidad de vida del ciudadano medio.

«Y por la derecha tampoco puedo votar, porque apoyaron durante 17 años a una dictadura que asesinó, torturó, marginó e hizo desaparecer gente».

¿Le ha dicho a algún político lo que piensa?

–Alguna vez me he topado con alguno y le he dicho cosas. Antes que subiera Frei Ruiz Tagle me invitó a comer a su casa. Estaban Pérez Yoma, Celedón y me parece que Arriagada. Les hablé sobre la televisión, que cómo era posible que fuera un feudo político y que al que no era político como yo, no lo tomaran en cuenta para nada, por muchas calificaciones que tuviera y blá blá blá y blá.

«Me escucharon y no dijeron mucho. Pero como tres semanas después, me llamó Pérez Yoma preguntándome si podía ir a presentar a Frei al estadio no sé cuánto. Le dije que por supuesto que no y me respondió: ‘bueno, después te quejas que no te toman en cuenta para nada'».

¿Y qué hizo usted?

–Me reí no más, porque si él entendió que el valor de la televisión de la que le hablé era que quería que me dieran pitutos para presentar a Frei…¡por favor! Yo creo que con esa gente no hay diálogo, les falta la visión de estadista. ¡Si un país no es un supermercado! ¡Es mucho más! Es un conglomerado humano y lo que debe hacer la televisión es elevar el nivel cultural de la población.

«La cultura es un buen vivir, no es escuchar a Beethoven y admirar los cuadros de Rembrandt. Eso está muy bien y llegará después, pero la cultura es saber vivir, respetar y disfrutar y cuidar el medio ambiente. No quemar bosques y convertir todo en basural».

¿Económicamente la Concertación tampoco es lo que se esperaba?

–No. De una estructura económica que produce una de las mayores desigualdades del mundo entre los que tienen y los que no, nadie puede sentirse orgulloso.

A propósito ¿Qué le parecen las protestas de las poblaciones este último 11 de septiembre?

–Me parecen obvias. La gente está reaccionando y atreviéndose cada día a más a protestar por una situación que lo merece. Ahora, yo no digo que se haga a balazos, como se hizo, pero ¿quién los escucha? ¿qué vía de expresión tiene toda esa gente?

«Más valdría que se les escuchara, porque esto no es un chiste. El presidente Kennedy dijo: ‘los que hacen la evolución pacífica imposible, hacen la revolución violenta inevitable’. Hay que oír a la gente y buscar soluciones, porque ¿cómo es posible que el sueldo de un parlamentario entre dietas y asignaciones sea 100 veces el salario mínimo? ¡Por favor, eso es impresentable!»

La censura sí existe

¿Cómo ve el hecho de que la Concertación se haya proyectado durante 19 años si la mayoría de la prensa es de propiedad de la derecha?

–Creo que a ellos les conviene esa prensa. Han hecho gobiernos de derecha, porque decir que gobierna la izquierda es un chiste. Cuando pasaba cualquier cosa, el presidente Lagos decía: ‘esto se va a saber mañana en los mercados mundiales’ ¡como si estuviéramos en Wall Street!

«¿Qué gobierno de izquierda es ese? Yo no soy de izquierda, pero por favor…La prensa de derecha es la misma que había antes, bastante condescendiente con el gobierno. Ahora, por supuesto que critica cuando hay una estafa, pero en el fondo el juego está dado.

«La Concertación también permitió que se liquidaran todos los medios que lucharon por la democracia: Apsi, Análisis, Cauce, Hoy y La Época. Al término del gobierno de Aylwin no quedaba ninguno de esos medios».

¿Qué le ha parecido la evolución de TVN en democracia?

–Al igual que en muchos aspectos de la transición, la televisión no experimentó cambio alguno. Todo lo que hubo aquí fue cosmético, tipo gatopardo. La televisión continuó igual, con una severa censura dentro de una democracia para que no se tocara ninguna área sensible, como era la de la dictadura.

«Me acuerdo que el 90 o 91, cuando recién volví a Televisión Nacional, me tocó moderar unos foros y era feo pronunciar la palabra dictadura ¡aquí no había habido dictadura! Entonces, ¿cuál fue el cambio? La televisión siguió siendo eminentemente frívola y sin ningún compromiso con la realidad del país y eso es hasta hoy».

¿Cree que la frivolidad ha ido in crescendo?

–Hay una evolución que ha sido progresiva, pero desde hace muchos años. La televisión en este país nació primero universitaria, y eso que fue con gente de derecha, como Jorge Alessandri. No fue obra de un comunista. Él entregó la televisión a las universidades porque creía que era un instrumento demasiado valioso. Luego Frei Montalva creó Televisión Nacional para que fuera pública, pero fue evolucionando siempre hacia al griterío, la chabacanería y lo frívolo, que es lo que ha terminado imponiéndose.

«Los grandes problemas nacionales no son tratados y la alta cultura, tampoco».

¿Qué responsabilidad ve en esto de la Concertación?

–La Concertación no tenía plan ninguno de cambiar las cosas.

¿Eso lo constató para el no o cuando ya trabajaba en TVN?

–Lo constaté inmediatamente. Apenas entré me di cuenta que no había ninguna intención de hacer una televisión comprometida con el país.

¿Cómo vio la censura en TVN en los primeros años de democracia?

–La censura apareció desde un comienzo. Era de todo tipo, de no herir susceptibilidades ni aquí ni de allá, ni políticas ni religiosas. Una vez en El Mirador entrevistamos a una socióloga, me parece que fue en Francia, y ella nos contó que se había hecho un aborto. Nos prohibieron incluirla no sólo por eso. La verdadera razón fue porque era muy bonita. Eso dijeron.

¿Cómo?

-La única conclusión de eso es que una mujer que se haga un aborto tiene que ser fea…No me pidas a mi que explique las barbaridades que han cometido. Siempre había cosas para evitar que hubiese olitas políticas.

Mira, yo tengo una buena vida y no estoy quejándome de nada, pero si tú me preguntas, tengo que contestar la verdad y Cortázar era un censurador de primera, sobre todo en la cosa religiosa.

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* Revista de contenidos y estilo irreverente, satírico, que se publica en Santiago de Chile desde 1998; el nombre se lo debe al hecho de que el ex dictador chileno, cuando fue apresado en Londres, Inglaterra, por ser requerido por la justicia española, se recluyó enfermo en una clínica.

La conversación con Patricio Bañados se publicó en el número 218, setiembre de 2007.

www.theclinic.cl.

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