Chile, educación: – ¿SERÁ EL SISTEMA?

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

En su parte medular, el documento sostiene que los países que han logrado mayor éxito en el terreno educacional no comparten el modelo chileno. Un sistema que deja que imperen en él las fuerzas del mercado, limitando la labor del Estado a establecer estándares mínimos para operación y financiamiento de las escuelas.

Muy diferente es la situación en naciones que ostenta buena calidad en su educación. Allí, el aparato estatal impone directrices que verdaderamente hacen de ella un servicio general a la comunidad y no un simple negocio.

La prensa local destacó poco la información. Un matutino le entregó parte de la primera página de su cuerpo C. No hubo notas de desarrollo. Una muestra palmaria, se puede sostener, de criterio periodístico –no era acontecimiento nuevo, pese a la relevancia emisor–, pero básicamente, una demostración de la definición ideológica conservadora que anima a la abrumadora mayoría de la prensa chilena.

Cualquier crítica a la jibarización estatal es tomada como un atentado a la iniciativa empresarial y, por ende, casi un acto terrorista contra el derecho de propiedad. Tampoco ha habido reacciones destacadas o altisonantes de autoridades gubernamentales del área.

El informe del Banco Mundial, sin embargo, permite enjuiciar, ahora con una mirada del «stablishment», no sólo lo que ocurre en educación. También entrega la posibilidad de abrir un poco más el lente y ver cómo afecta el modelo económico vigente al resto de la sociedad.

Después de conocer las conclusiones a que llega el BM, nuevamente creo que somos más “papistas que el Papa”. O, lo que hiere el pudor, en diecisiete años los gobiernos democráticos no han sido capaces de desmontar los excesos privatistas que impuso la dictadura en la matriz más amplia de la sociedad chilena. Y eso, en estricto rigor, tiene que ver más con política que con economía.

¿Pero se puede hacer hoy esa división? El ejercicio del poder ha acercado tanto a ambas, que la separación surge demasiado sutilmente. Tal vez por ello, cuestionamientos por atropellos a la libertad individual son visualizados como ataques al derecho de propiedad. En ese sentido, uno se sorprende al ver que Derechos Humanos básicos pasan a un segundo plano frente a este derecho subalterno.

Es posible que lo que encontró el BM en educación explique también algunas otras anomalías o deficiencias en el país.

El malestar de los chilenos no tiene tanto que ver con vivir en ciudades polucionadas y de las más caras del mundo, sino con la indefensión en que se encuentran frente a la voracidad de los privados. Ejemplos hay en la previsión, la salud, la educación, el transporte, la vialidad, los servicios básicos, hoy todos privatizados.

El Estado, que debería jugar el papel de ente regulador, no tiene fuerza ni capacidad para cumplir un rol digno. Y, a veces, uno tiende a pensar que, dentro de la lógica del modelo, tampoco es una función que le interese cumplir. En este esquema, obviamente, no se puede esperar mucho de lo que ocurra con los derechos laborales, precarios y mal protegidos por el Estado y por organizaciones sindicales prácticamente inexistentes.

En una realidad como ésta, generalmente la autoridad no escucha. Y cuando lo hace es porque la presión resulta lo suficientemente bullanguera como para generar algún tipo de escozor político. Antes, ya ha habido represión tratando de acallar los reclamos. Cuando en una sociedad hay que meter bulla para que alguien escuche, no es una democracia en que las instituciones funcionan, es un despelote.

Lo peligroso es que en medio del desorden se nutren fuerzas que pretenden hacer daño y fortalecer a un sistema más injusto.

La represión permite que las cosas sigan operando. Pero las deficiencias continúan. No basta con más policías, con destruir cualquier atisbo de sindicalización o con expulsiones de escolares. Las respuestas tienen que venir de la mano de medidas que aseguren un trato equitativo. Y eso sólo lo puede entregar un Estado que vele por los intereses de la generalidad de los ciudadanos. No está allí para proteger el derecho de propiedad esencialmente. Que debe ser protegido, sin duda, pero no puede encontrarse en el centro de la preocupación democrática.

Cuando el Banco Mundial habla de experiencias exitosas en materias de educación, se refiere a naciones como Nueva Zelanda, Irlanda, Finlandia. Países que hace algunos años no se encontraban tan lejos de nosotros. Eso demuestra que pese a lo exitosos que creemos que somos, tendríamos que hacer correcciones al modelo que dejó la dictadura. La sugerencia es válida solamente si queremos mejorar la democracia.

Si, en cambio, el afán es maximizar ganancias privadas en el plazo más corto, no hemos equivocado el rumbo. Pero por allí, me temo, vamos a un abismo. Lo dice hasta el B.M.

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* Periodista.
wtapiav@vtr.net.

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