CHILE. EL PERIODISMO, LA ENFERMEDAD Y LA MUERTE

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

En cortos días, la enfermedad y la muerte golpearon por lo menos a tres relevantes periodistas chilenos. La redactora política Frida Modak sometida a su cuarta intervención en el Instituto Nacional de Cardiología de Ciudad de México, en tanto Alejandro Cabrera Ferrada, de 82 años, lucha contra el síndrome de Guillain Barré en la unidad de cuidado intensivo del hospital El Salvador de Santiago y el sábado fue despedido Fernando Murillo Viaña, fallecido en Valparaíso por un paro respiratorio.

La vejez desamparada de cientos de periodistas que entregaron su vida al ejercicio democrático de su profesión contrasta con el cómodo pasar del anciano ex dictador Augusto Pinochet (90 años), quien sesgó sus carreras, asesinó y desapareció a un centenar de periodistas, fotógrafos, camarógrafos, locutores y estudiantes de comunicación social entre más de 3.000 ciudadanos, destruyó sus sistemas previsionales de jubilación y protección de salud, al igual que al conjunto de todos los trabajadores, y ahora disfruta a sus anchas el dinero robado sin haber respondido por un solo crimen. Y cada vez que requiere atención médica tiene a su disposición el Hospital Militar, sufragado por todos los contribuyentes.

“La Frida”

Frida Modak, quien todavía cultiva la crónica política, trabajó por largos años en el vespertino Las Noticias de Última Hora y también se desempeñó en el palacio de La Moneda cuando su amigo Salvador Allende fue presidente. El exilio la aventó a México, donde decidió quedarse a ejercer el periodismo para siempre.

Por cuarta vez su corazón la hace visitar un quirófano.

“He hablado varias veces por teléfono con Frida; se siente bien aunque un poco cansada por el largo tiempo que lleva hospitalizada”, informó desde México el agregado de prensa de la Embajada de Chile, Guillermo Hormázabal, ex presidente del Círculo y del Colegio de Periodistas. “He hablado con sus médicos y me dicen que por tratarse de la cuarta operación al corazón, más la edad, estas intervenciones siempre tienen un nivel de riesgo y, por lo tanto, debe hacerse todo con mucho cuidado”, señaló el periodista, quien la visita con frecuencia en el hospital.

El “Negro” Cabrera

Alejandro Cabrera Ferrada, de 82 años, venció todas las agresiones a su salud durante la última década, pero ahora no puede derrotar al poco conocido síndrome de Guillain-Barré, una enfermedad catastrófica capaz de arruinar a la familia de cualquier paciente. Después de haberse tratado por meses en clínicas privadas, actualmente se encuentra en el hospital público El Salvador, donde hubo dificultades para que aceptaran su ingreso, y quieren enviarlo a su casa para darle su cama a otro paciente, informó su esposa, Angélica Pichuante.

Está consciente pero impedido de hablar a causa de un respirador artificial conectado directamente a la tráquea.

Cabrera Ferrada fue profesor de varias generaciones de periodistas en diferentes universidades, incluida la escuela de Periodismo de la Universidad de Chile de cuyo primer curso formó parte cuando fue fundada en 1953. Hizo sus primeras armas en el diario El Siglo, al comenzar la segunda mitad de la centuria pasada, pero luego se convirtió en el corresponsal de la revista brasileña O’Cruzeiro Internacional, donde en 1962 intervino en la publicación de las primeras memorias redactadas por el propio Neruda, una serie de 10 capítulos titulada Memorias y recuerdos de Pablo Neruda: Las vidas del poeta.

Tras su regreso a Chile publicó Vendedores de Sol (1994), una historia de la escuela de periodismo de “la Chile”, y editó libros sobre la historia de los clubes de fútbol más populares. También fundó el grupo los “Caperusos” (Comité Amplio de Periodistas Universitarios sin Ocupación Segura), de intención más bien lúdica, pero terminó encabezando una corriente no-partidaria que lo condujo a la presidencia del Círculo de Periodistas de Santiago, la institución mutual “madre” de la profesión, donde hasta hoy desempeña la vicepresidencia. Su última iniciativa fue la construcción de un Memorial en el edificio del Círculo, en honor a las víctimas de la profesión, cuyas obras están en plena ejecución.

El Síndrome de Guillain-Barré es un trastorno en que el sistema inmunológico ataca al sistema nervioso periférico y a veces pone en peligro la vida al interferir con la respiración, la presión sanguínea y el ritmo cardíaco. A menudo, el paciente requiere la ayuda de un respirador. El síndrome es raro y aflige sólo a una persona por cada 100.000.

Despedida al “Viejo Murillo”

Los restos de Murillo Viaña, fallecido a los 92 años, fueron despedidos el sábado 4 de marzo en el cinerario del Cementerio Parque del Mar, en Viña del Mar. Muchos de sus amigos no pudieron viajar para asistir a la ceremonia –en la que participó el Colegio de Periodistas de Chile a través de su segundo vicepresidente, Carlos Paredes, de El Mercurio de Valparaíso–.

Murillo, Premio Nacional de Periodismo 1967 y autor de América Latina en los ochenta –publicado en Madrid en 1986 por el Instituto de Cooperación Iberoamericana– falleció el 2 de marzo a consecuencia de un paro respiratorio que le advino recién ingresado al Hospital Gustavo Fricke de Valparaíso.

Murillo quizás sea el único periodista de izquierda que recibió el Premio Nacional de Periodismo. Obtuvo el galardón en 1967, mención Crónica, por sus comentarios políticos en el desaparecido vespertino Las Noticias de Última Hora. Sus amigos comenzaron a llamarlo el Viejo Murillo incluso cuando todavía era joven.

Trabajó prácticamente en todos los diarios de izquierda que emergieron en Chile durante los preparativos de la campaña electoral del Frente Popular que llevó a la presidencia al radical Pedro Aguirre Cerda (1938-1941) y continuaron renovándose bajo diferentes nombres hasta que todos desaparecieron cuando fue depuesto Salvador Allende (1970-1973). Las Noticias de Última Hora tuvo su origen en el matutino La Hora, fundado para apoyar al Frente Popular que devino en dos diarios: La Tercera de la Hora y el vespertino, recordado como simplemente Última Hora.

Murillo padecía un enfisema pulmonar adquirido en su larga vida de periodista fumador. «Como era usual entre los periodistas, siempre estaba frente a la máquina de escribir con un cigarrillo en la boca y a veces hasta con dos’, narró su compañera de los últimos 40 años Marú Peña, hija de refugiados de la guerra civil española.

El ‘Viejo Murillo’ fue una leyenda del periodismo chileno, un genuino ‘periodista veterano’, sagaz en la crónica y en la investigación periodística. ‘Dotado de una sólida cultura, fue el mejor comentarista político que haya tenido Última Hora, recordaron sus amigos Hernán Uribe y Carlos Jorquera, quienes trabajaron en ese vespertino. Uribe fue el último director del diario.

En un personaje que tan longevo como Murillo, resulta difícil evadir los relatos del anecdotario personal, como el episodio inédito de sus cuatro o cinco expulsiones del partido Comunista, donde militó por largos años, y sus otras tantas reincorporaciones acordadas con todos los honores en diferentes congresos de esa organización.

En su vida profesional hizo famoso un mítico archivo personal, que describía como un acervo de la historia política del Chile del siglo XX. En épocas de desempleo y necesidad no tuvo otro remedio que vender una y otra vez el ‘archivo’. Entre sus presuntos ‘clientes’ estuvo hasta el mismísimo Salvador Allende y la última versión fue comprada a fines de los años ochentas por el diario progresista La Epoca, desaparecido durante la “transición democrática”, cuyos gobiernos siempre prefieren destinar el gasto en publicidad a El Mercurio.

Con Murillo y otros colegas se está yendo una etapa legendaria y hoy poco conocida del periodismo anterior al golpe militar de 1973, cuando existían medios de comunicación que representaban las diferentes ideas que convivían en la sociedad chilena, tal como ocurría, además, con el espectro político representado en el Parlamento.

Durante su exilio en Roma, Murillo animó la revista “Chile Democrático”, una publicación anti-dictadura de factura informativa, histórica y teórica, que sirvió como tribuna de discusión de las futuras tareas políticas de la izquierda chilena. Muchos ex colaboradores de Murillo que teorizaron en las páginas de “Chile Democrático” participaron después en los tres gobiernos de “transición a la democracia” de los últimos 16 años.

El Viejo Murillo, que no ocupó cargo público alguno tras su regreso del exilio, se retiró a vivir en Olmué. Con su deceso, el periodismo chileno perdió a una verdadera estatua viviente.

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* Periodista y escritor chileno.
Artículo publicado originalmente el cinco de marzo de 2006 en ARGENPRESS, agencia de informaciones independiente argentina www.argenpress.info).

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