Chile: La cohabitación binominal y el triunfo de la derecha

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Esteban Silva Cuadra*

Se ha cerrado un ciclo con el triunfo electoral de la derecha encabezada por Sebastián Piñera luego de 52 años. Para obtener la victoria, la derecha tuvo que disfrazarse, presentarse sin programa, mostrarse continuadora en lo esencial de los gobiernos concertacionistas. Pero la verdad es que no tuvo que hacer un gran esfuerzo ya que la gran derrota sufrida por la Concertación es sistémica y profundamente cultural.
 
Lo señaló acertadamente en 1997, Tomás Moulian en su libro Chile: Anatomía de un Mito: la Concertación abandonó desde sus inicios su programa de democratización y recuperación de la soberanía económica, legitimando y garantizando la reproductibilidad del modelo neoliberal impuesto por el pinochetismo.
 
El método de la operación transformista fue conceptualizado como  "la democracia de los acuerdos" y sus principales impulsores fueron, entre otros, Enrique Correa, Edgardo Boeninguer, Alejandro Foxley y José Joaquín Brunner. En el gobierno de Eduardo Frei el método adquirió un nuevo impulso al instalarse el horizonte de “la modernidad” como un propósito  transversal. Es decir, un modelo de desarrollo basado en la privatización de la economía, la enajenación de nuestros recursos naturales, el privilegio a la inversión extranjera y la apertura externa en desmedro de la industria nacional.

Carlos Altamirano, ex Secretario General del Partido Socialista en tiempos de Allende, sostuvo con razón que el gobierno del Presidente Ricardo Lagos fue el mejor gobierno de centro derecha en la historia Republicana de Chile. Al terminar su periodo Lagos fue entusiastamente  vitoreado por los grandes grupos empresariales y financieros. Una recauchada Constitución pinochetista lleva estampada su firma, aquella reforma autocalificada de “progresista”,  terminó de legitimar el Estado subsidiario y la primacía de la propiedad privada y el capital.
       
En el seno de los gobiernos concertacionistas y en sus partidos, irrumpieron con influencia transversal representantes y lobistas de poderosos grupos económicos y financieros nacionales y transnacionales. Para perpetrar sus objetivos, exhibieron credenciales de izquierda o respetables trayectorias anti dictatoriales y continuaron militando, integrando centros de pensamiento o asesorando a ministros y parlamentarios para asegurar la reproducción del interés privado en la gestión del Estado.
 
Durante los 20 años de Concertación el Partido Socialista de Allende abandonó su alianza histórica con el Partido Comunista y otras fuerzas de izquierda, reemplazándola por una alianza con la Democracia Cristiana bajo una hegemonía de centro derecha tecnocrática construida sobre una singular transversalidad.
 
La exclusión política del PC y de sectores anti sistémicos sociales y de izquierda, fue materializada electoralmente por el sistema binominal y reproducida como sentido común mayoritario gracias a un férreo control conservador de los principales medios de comunicación. Toda crítica o propuesta que apuntara a la  transformación estructural del sistema imperante era invisibilizada o descalificada como una actitud política testimonial, marginal o irresponsable.
 
Los socialistas allendistas seguiremos adelante junto a Jorge Arrate uniendo fuerzas en torno a la necesidad de una Asamblea Constituyente para una nueva Constitución y confluyendo en torno a las propuestas contenidas en el programa de su candidatura para construir una izquierda allendista amplia para el siglo XXI. A través de un Frente Amplio de izquierda capaz de contribuir a la unidad de la izquierda con una nueva confluencia social y política anticapitalista basada en el protagonismo popular y la democracia participativa.
 
* Coordinador de los Socialistas Allendistas. Ex Director Ejecutivo de la Campaña presidencial de Jorge Arrate.

 

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