Chile: – LAS COMISIONES INCOMPRENDIDAS

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

En esto de las comisiones asesoras hay mar de fondo. Que ahora se ha encrespado por el recién creado Consejo Asesor para la Equidad Social. Las olas son sopladas por distintos vientos. Son los intereses que se mueven en la sociedad. A pocos parece importarles que la idea que subyace en el lanzamiento de iniciativas como ésta es la participación. Es tratar de saber que piensa cada cual y generar un cuerpo legal que, en lo posible, interprete a todos. Ya dos de los actores principales se negaron a integrarse al elenco. La Central Unitaria de Trabajadores (CUT) dijo que no iría. Y los empresarios afirmaron que lo estaban pensando. Lamentable.

Pero en esto es necesario decir algunas cosas. Es cierto que últimamente las comisiones no se han validado como instancias efectivas. Basta con mirar lo que ocurrió con las resoluciones de la que asesoró a la presidenta en educación, luego de la huelga estudiantil del año pasado. Los acuerdos han quedado sepultados en algún escritorio. Ahora la reforma educacional chilena se discute en las torres aisladas de las alturas del poder. Seguramente, la democracia de los acuerdos entregará algún engendro. En ese caso, el objetivo participativo no se ha cumplido. Las respuestas que se adoben calmarán las apetencias de las instancias de poder.

Miradas así las cosas, es tentador encontrarle razón a los argumentos que esgrime la CUT. Pero también hay que hacer un ejercicio realista. Hoy, las organizaciones sindicales no cuentan con fuerza para equiparar la de su contraparte, el empresariado. Ni siquiera poseen altavoces suficientemente potentes para hacerse escuchar. La alternativa de la violencia está cerrada en un país que quiere alejarse del trauma del enfrentamiento. Porque hay que decirlo claramente: los que realizan desmanes en manifestaciones estudiantiles o de trabajadores, son grupúsculos insignificantes. Claro que la furia magnifica las cosas. Y lo que en definitiva cuenta es el balance de los desmanes, y no la identidad de los responsables o que representatividad tienen. Es lo que conviene a los enemigos de que los trabajadores aumenten su fortaleza.

También es cierto que estas comisiones asesoras se forman sólo para tratar temas que afectan directamente a los más humildes. Cuando el punto en discusión se aproxima al poder, las puertas de las torres se cierran y en su interior se discuten los acuerdos que luego se transforman en leyes. Así ocurrió con las privatizaciones, con el sistema binominal que aún rige, con otras disposiciones constitucionales todavía no derogadas pese a ser la herencia de la dictadura, con mega proyectos industriales que destrozarán el medio ambiente. Estos mecanismos participativos no se necesitan allí. El poder es el poder.

Pero me parece absurdo que los dirigentes sindicales desaprovechen la oportunidad de dar a conocer sus puntos de vista. De acercarse a las aspiraciones de todos los chilenos y no sólo explotar el malestar, la incomodidad que generan las injusticias, el trato indigno. Es necesario hacer planteamientos. Demostrarle a todos que el proyecto de los trabajadores es viable. Sólo así la gente le perderá el miedo a la discusión democrática. A las discrepancias que, aunque sean fuertes, contienen el respeto por el otro. Restándose, lo único que se logra es mostrar una faz fundamentalista que provoca rechazo. No hay que tener poderes sobrenaturales para darse cuenta que en el camino de la confrontación pierden todos. Pero los que más pierden son los que tienen menos protección. Aquellos a los que los dirigentes sindicales están obligados a defender. En resumen, parece obvio que el camino es largo. Y, sin embargo, es necesario recorrerlo sin intervalos antidemocráticos.

Por otra parte, creo que es indispensable reconocer que hoy las comisiones, en general, no gozan de gran prestigio. Lo que repiten sus críticos es que retardan las soluciones, cuando aportan alguna. Y es cierto. Pero hay otros factores de desprestigio. Aunque se trata de comisiones de diferente tipo y finalidad, uno ve en ellas intentos más mediáticos que rectificadores. Están las comisiones investigadoras de la Cámara de Diputados. Claramente, los honorables han sobrepasado sus atribuciones. Eso hasta sería una anécdota jurídica, si es que se pudiera citar un solo caso en que las famosas investigaciones han traído beneficio diferente a las luces de la TV sobre sus gestores.

Por otro lado, cuando Comisiones qué si han servido en el pasado tratan de ser reflotadas, las voces cuestionadoras surgen igual. Es el caso de las Comisiones Rettig y Valech, que trataron el tema de los detenidos desaparecidos y de la tortura, respectivamente. El ex presidente Patricio Aylwin sembró dudas sobre esta iniciativa planteada por el Gobierno. Dijo que ya no es posible saber más sobre los detenidos desaparecidos. Autor de la frase: “Se hará justicia en la medida de lo posible”, hoy trata de prolongar su mirada más de una década después. Lo hace convencido de que tiene la última palabra. Afortunadamente no es así, porque los procesos sociales no se acaban por el simple ejercicio egótico de un gobernante. El perdón y el olvido vienen con el tiempo. Y mientras éste se consume, hay que seguir haciendo lo posible.

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* Periodista.

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