Chile: presos políticos, el largo camino a la libertad

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Los actuales prisioneros políticos, recluidos en la CAS -cárcel de alta seguridad-, el hospital penal y otras cárceles del país llevamos entre diez y 14 años de prisión. Ha sido una larga y silenciosa presencia en los intramuros de una transición política que de la noche a la mañana llama «presos políticos» a quienes sólo ayer llamaba terroristas; torturándonos, procesándonos y condenándonos como tales sin que mediara, obstáculo ético, jurídico y político, pues la figura del terrorista abominable, es la antítesis de todo sujeto de derecho.

El artificio sin embargo, no es exclusivo de los administradores del poder.

El concepto y su carga estigmatizante resultó, además, en extremo peligroso para quienes aún cuestionando severamente el proceso de transición pactada y sus amarres estructurales, hicieron libremente la opción de no mirar y «dejar hacer» a quienes emprendieron la «petite guerra sucia» contra los rebeldes que combatieron a la dictadura y que siguieron su accionar durante los cuatro primeros años de gobiernos de la Concertación.

Si la actuación de las autoridades concertacionistas puede ser entendida como la reacción drástica de la Razón de Estado ante el eventual juicio del empresariado, la derecha y las fuerzas armadas, lo que resultó paradójico fue la actuación de la propia izquierda y de muchos de los defensores de los DDHH frente al tema.

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Este momento no es fácil en el mundo del encierro, no hay ni una perspectiva, ni una modalidad de acción unívoca; somos diversos y en esta convivencia cotidiana y sin horizonte preciso, queremos ser honestos y lograr la libertad sin mendigar y sin capitular aquello por lo que hemos vivido y luchado.

Hoy se han sumado otras voces a nuestra voz, ya no estamos solos y movilizaciones como las de nuestros hermanos rodriguistas dan la vuelta al mundo. 71 días de huelga de hambre claman a la conciencia de un pueblo y de un país que puede reclamar de la autoridad política una acción concreta y coherente con lo que se ha dicho públicamente.

No es necesario esperar más, ¿acaso la muerte de nuestros hermanos es necesaria?, ¿acaso no hemos tenido ya suficientes martires…, suficientes muertos? Pero vivimos en un mundo extraño, donde extraños camaradas llaman a «últimas consecuencias» a quienes ya no pueden sostenerse en pie. Creo que no es necesario «ultimar a la consecuencia» para avanzar en cualesquiera sea nuestra lucha.

Invito aquí, primero a pensar y luego, a amplificar la demanda de libertad sin condiciones, sin más sacrificio, sin transacciones que nos indignan, sin más trámite que la decisión política arrancada por una conciencia movilizada libre y creativamente. No soy ni adivino ni mago, no sé bien en qué desembocará la actual situación y si tendremos que esperar otro año u otros diez años; pero entonces ya no importará, ya seremos otros seres, acaso nada en la memoria de nadie; creo que el tiempo es ahora, no soy arquitecto, no tiro lÍneas; soy un obrero aprendiz de historiador del Llanomundo: creo en la bondad y la decencia humana y creo en nuestra fuerza y dignidad.

Por la vida de mis hermanos hoy en 71 dÍas de huelga de hambre, por la libertad tuya y nuestra. Libertad a todos los prisioneros polÍticos sin condiciones y en plena dignidad.

Cárcel de Alta Seguridad – 22 de junio de 2004.

www.cctt.cl

* Prisionero polÍtico mirista, profesor de historia, Magíster (c) en Historia y Ciencias Sociales de Arcis, Colaborador del Colectivo de Historiadores Luis Vitale de Concepción y de los Colectivos de Trabajadores, CC.TT.

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