Chile. – SEGUNDO TIEMPO

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

A los agoreros que sostienen: “Segundas partes nunca fueron buenas”, es necesario recordarles que muchos partidos de fútbol se dan vuelta en el segundo tiempo. En otras áreas, ejemplos sobran, incluso bíblicos. ¿Qué es la resurrección, sino una segunda oportunidad? Podríamos seguir, pero no hace falta.

Lo concreto es que la presidenta Michelle Bachelet ha entrado en la etapa final de su mandato. Para eso reordenó su equipo y aunque las nuevas caras no son tan nuevas, convengamos en que es posible que su estrategia funcione. Finalmente, los técnicos pueden cambiar sobre la marcha. Que al comenzar el partido dijo que todos los jugadores serían nuevos y salidos de la cantera, bueno. Los hinchas no obtendrán explicaciones, aunque pifien.

Lo que viene no es fácil. Sobre todo, porque los chilenos están creyendo que la democracia es una realidad. Y empiezan a exigir participar en las decisiones que les incumben.

Si usted lee la prensa escrita local, llega a la conclusión que estamos parados en el cráter de un volcán. La explosión social es cosa de días. Se trata de otra patraña para atemorizar a la gente y exigir nuevas medidas represivas contra quienes se atrevan a desafiar el esquema que dejó la dictadura y que la Concertación ha maquillado de manera bastante burda.

La llegada de Edmundo Pérez Yoma a la jefatura del Gabinete hizo exclamar parabienes a Sebastián Piñera, líder de la derecha y único candidato presidencial ya lanzado. Son amigos personales por lo que el empresario anunció que estaba dispuesto a colaborar con el gobierno. Dejó establecido, sí, que su actitud no era como la de su competidor por el liderazgo de la Alianza por Chile, Joaquín Lavín.

Este último se declaró en algún momento bacheletista aliancista. Dijo estar dispuesto a colaborar con la presidenta Michelle Bachelet, sin dejar las huestes opositoras. Para marcar diferencias, Piñera explicó su propuesta: que el gobierno se ordene y escuche a la oposición. Nada sustancial. Casi como las brillantes intervenciones del vocero de Palacio, el ministro Francisco Vidal.

Este episodio deja ver lo pobre que está el condumio de la política chilena. Poca creatividad, escaso contenido. La pugna de Piñera con Lavín es porque éste, al declararse dispuesto a colaborar con el gobierno subió siete puntos en las encuestas. Pero el oficialismo no está haciendo mejor las cosas. Pareciera que las ideas, al igual que las caras nuevas, se han agotado.

El segundo tiempo trae desafíos. Y los trae en educación, en las relaciones laborales, en la macro y, especialmente, en la microeconomía. Por lo que se ha visto hasta el momento, las soluciones no serán espectaculares por lo inéditas. En todo caso, parece que la presidenta se está haciendo cargo de un tema relevante dejado de lado por sus antecesores. En realidad, ellos lo crearon. La economía impone sus condiciones a la política. O sea, el Ejecutivo está cautivo de los técnicos.

Por lo tanto, la política, que debe ser la que aporte soluciones diferentes, se encuentra atada siguiendo los dictados de la economía.

El nuevo gabinete parece demostrar que la presidenta está escuchando a los partidos. Más de lo que los escuchó el ex presidente Ricardo Lagos, por ejemplo. Claro que esto es planteado casi con visos de escándalo por la derecha. Y es aquí donde se pueden explicar muchas cosas. Por ejemplo, el 70% de apoyo que tenía Lagos al terminar su administración y las ovaciones que le brindaba el empresariado cada vez que se topaba con él.

Fue un estupendo gobierno de derecha que protegió al gran capital.

Si la presidenta Bachelet ha decidido no ser más que otra gerente del modelo neoliberal, tendrá que verse pronto. Será una decisión de fondo, de una mujer de carácter que no acepta deslealtades. Así lo demuestra la salida abrupta y casi con cajas destempladas, de Belisario Velasco del Ministerio del Interior.

Sigue pendiente el futuro de la democracia chilena. Los ciudadanos continúan sin contar con mecanismos de participación eficientes. Y cada día las resoluciones de la cúpula son adoptadas sin su conocimiento. Eso atenta contra las bases de la democracia. El pueblo chileno es, quizás, el menos informado de América Latina, para compararnos con los cercanos. Pero no sólo se afecta la democracia por la concentración del poder económico, político, comunicacional en pocas manos, también es dañada cuando se tuerce la voluntad del electorado.

Hoy, el gobierno ha perdido peso de manera trascendente en el Parlamento. Por intrigas intra Partidos, dos senadores y cinco diputados se alejaron de la Concertación. ¿Qué intereses defienden al partir? La respuesta seguramente la exigirán los electores a los que se fueron y a los partidos.

Va a comenzar el segundo tiempo. Ojalá que haya algunos preciosistas que rescaten la política. Mientras tanto, nos quedamos con la búsqueda de aprobación fácil.

Que el Estadio Nacional pase a llamarse Julio Martínez es demostración de ello. Se trata de un sitio histórico en que ocurrieron hechos de gran significación política, dolorosos y venturosos. Que lleve el nombre de un comentarista deportivo que siempre obvió el acontecer político no es adecuado, por más que éste derrochara simpatía.

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* Periodista.

wtapiav@vtr.net.

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