Comunidad Andina: – ESTÁ VIVA. MURIÓ EN QUITO

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

La Comunidad Andina de Naciones intentó este lunes 12 de junio de 2006, con el beneplácito de la Casa Blanca, inyectar combustible al agotado motor del ex Pacto Andino. Tras la salida de Venezuela se quiso en Quito demostrar que sigue respirando, pero la reunión fue un fracaso y terminará hecha un fracaso.

La política americana del presidente estadounidense Bush, que no ha logrado en sus seis años de gobierno un solo triunfo diplomático en el continente –a excepción del conseguido con Francia para derrocar al gobierno de Haití– buscó anotarse un punto (o un gol, en el lenguaje del Campeonato de Fútbol que se juega en Alemania) en las alturas de la capital ecuatoriana. Esta vez, más que golpear a Chávez, quería acelerar la pavimentación del TLC con los países de la región o por lo menos tranquilizar a Bolivia.

Hugo Chávez había soltado las amarras de Venezuela con la CAN luego de que Perú firmara un abril un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos, a imitación del que el presidente Uribe de Colombia –reelecto después– transó en febrero. El encuentro de Quito buscaba comprometer a Bolivia y Ecuador, los otros integrantes del grupo subregional.

La pretensión era absurda fuera de un marco surrealista. Bolivia vive un político que las elites políticas y clases dominantes latinoamericanas no terminan de entender, y la situación del gobierno ecuatoriano es cualquier cosa menos estable. Cuando el canciller anfitrión declamó que existe «una voluntad de actuar conjuntamente, y (que) la Comunidad Andina saldrá reforzada y con un mensaje de unidad…», Francisco Carrión, más que un ministro de un gobierno serio, pareció un payaso de feria, en especial cuando aseguró que la CAN vivía y que se buscaba «un relanzamiento en el nuevo contexto, luego de la salida de Venezuela».

Lo risible de la situación reside además en que, al menos formalmente, la reunión había sido pedida por el boliviano Evo Morales, no para re lanzar a la Comunidad, sino para otear el horizonte en pos de una Comunidad Antiimperialista de Naciones. Francamente farsesco parece el sueño de algunos políticos en el sentido de que Chile pudiera regresar al viejo Pacto Andino.

Si Bolivia duda entre sumarse a la iniciativa venezolana de enterrar a la CAN y plantear una nueva dinámica política en Suramérica, ciertamente no duda respecto del significado que tienen para las economías locales los acuerdos de libre comercio con el hermano grande.

Estados Unidos, que según parece no presionó a la presidente chilena Michelle Bachelet, que viajó hace unos días a Wáshington, para evitar que La Moneda entregue su apoyo a Venezuela en octubre en la ONU –Consejo de Seguridad–, había movido con discresión sus hilos en orden a dar a los países reunidos ciertas preferencias comerciales extra TLC condicionadas al ritornello de su política suramericana: la lucha por la erradicación del cultivo de drogas. Política, dicho sea entre paréntesis, que jamás ha sido seriamente implementada al interior de Estados Unidos, sede del mayor comercio mundial de estupefacientes.

El hecho es que los gobernantes latinoamericanos –no sólo los de la agonizante CAN– en cada reunión de naturaleza semejante a la celebrada en Quito no pueden evitar una suerte de rebatiña por considerarse los elegidos de las corporaciones estadounidenses. Por ello es de suponer hasta el lunes por la noche, y pese a las horas de charla a puertas cerradas, los cancilleres no lograron ninguna coincidencia, salvo aquella que expresa el deseo de estrechar lazos con la UE.

La muerte de la CAN no se debe a la inviabilidad del pacto de los países andinos sino a la ceguera contemporánea de Colombia y Perú, cuyos gobiernos insisten en amarrar el desenvolvimiento cultural, enconómico y social de ambos países al carro de EEUU, en circunstancias que es evidente que la «locomotora yanqui» acelera rumbo al abismo.

Chávez logra una victoria que no buscó, Morales –si acaso– sabe que conservará la conciencia limpia con miras a su próxima movida continental, los sectores forajidos ecuatorianos encuentran más argumentos para el deshaucio de Palacio, Colombia tal vez haya encontrado que es bueno seguir jugando el rol de Israel en América del Sur y Alan García… Alan García debe estar preparando, quién sabe, una visita a la Argentina. Sólo que el señor K no es su amigo Menem.

La torta situacional de la vasta región se completará cuando Bachelet termine de decidir si su gobierno será fielmentre continuista respecto del de Lagos, y funcional a los sectores de la derecha de la Concertación, o intente un algo diferente a su suicidio político –o para éste–.

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