“Con la caricatura política logramos abrir los márgenes de la libertad de expresión”

1.942

Mario Casasús.*

Antonio Helguera (1965), caricaturista del periódico La Jornada y del semanario Proceso, ambos de México, repasa la historia del cartón político entre las páginas del Chahuistle y El Chamuco: “Nuestra revista es un vehiculo para politizar e informar al pueblo, en el país predomina la despolitización y la desinformación mediante la manipulación de los principales periódicos y televisoras, que ocultan la información, tergiversan, mienten y difaman".
(Se habla de México).

Y  suma: "Con El Chamuco logramos abrir los márgenes de la libertad de expresión; el propósito es crear un semillero para que se formen nuevos caricaturistas”. Helguera, Rius y El Fisgón fundaron —en 1994— la revista El Chahuistle, sin embargo se vieron obligados a cerrarla por el eterno problema del humor gráfico: la falta de editores honestos y la inanición inducida por el neoliberalismo.

En 1996 reaparecieron “Los hijos del averno”, desde entonces y con un sexenio de interrupción, El Chamuco continúa satirizando a la clase política y a los poderes fácticos. Por otra parte, Helguera suele ilustrar libros para la colección A la orilla del viento del Fondo de Cultura Económica, mientras prepara una antología crítica sobre la Iglesia Católica y reinventa la mitología de los personajes fantásticos del mundo rural mexicano y de la fauna urbana con los nuevos Monosapiens, en la legendaria página de Proceso que dejó vacante Roberto “El Negro” Fontanarrosa.         

—¿Cómo llegaste al mundo de la caricatura política?

—No lo sé bien, era muy joven; son esas decisiones que tomas sin darte cuenta de las consecuencias; desde niño había dibujado y de hecho me llamaba la atención la caricatura política —incluso antes de entenderla—, había mucho humor gráfico en mi casa, llegaba el periódico Excélsior que en esa época publicaba los célebres cartones de Abel Quezada, tengo el recuerdo de mis padres riendo con las caricaturas de Quezada, en casa también había libros de Rius.

"Cuando Luis Echeverría intervino y expulsó a Julio Scherer de Excélsior inmediatamente fuimos lectores de la revista Proceso, y del periódico Unomásuno. Entré en contacto con el humor gráfico de Naranjo y Fontanarrosa en Proceso y con las caricaturas del grupo de Unomásuno, encabezado por Magú. Cada vez me sentía más cercano a la caricatura, sin embargo, por alguna razón que no podría explicarte yo pensaba estudiar derecho.

"Me inscribí en la UNAM pero no lo soporté y acabé haciendo dibujos, primero en la sección Internacional del periódico El Día, después llegué a La Jornada —en 1985— y desde entonces es mi casa, además he colaborado en Proceso —junto a José Hernández dibujamos la sección Monosapiens— y echamos a andar El Chamuco, proyecto que ha funcionado intermitentemente desde 1994, bautizado como El Chahuistle en 1995, luego El Chamuco (1996—2000) y la segunda época de “Los hijos del averno” inició en 2006 hasta la fecha".

—Durante 25 años en La Jornada has dibujado junto a los más importantes caricaturistas de México, por si fuera poco eres cofundador de El Chamuco, y con “Hernández” reinventaron la página que perteneció al gran historietista argentino “Fontanarrosa” en Proceso. Ante la falta de espacios, ¿cómo se logra permanecer en un medio tan competitivo?

—Es sumamente complicado llegar, lo que sí he aprendido es que todo depende del esfuerzo, al ser un oficio autodidacta, no existe una universidad para titularte de caricaturista, así que requieres de disciplina y de mucha autocrítica. Con los años aprendí que los buenos caricaturistas son personas rigurosas con su trabajo, es la única manera de hacer que tus cartones sean buenos y encuentres la posibilidad de publicar.

"Por supuesto hay otros obstáculos, quedan pocos espacios, los caricaturistas solemos quedarnos a trabajar en un periódico de por vida, por ejemplo Naranjo viene publicando en Proceso desde el primer día, otro caricaturista que yo admiro Helio Flores lleva años en El Universal, por su talento no es de extrañar que mantengan su trabajo.

"Por ejemplo, la campaña “No más sangre” me sorprendió por varias razones: que a Rius se le ocurriera iniciarla, justo cuando el régimen pretende acostumbrarnos a la violencia; me sorprendió el poder de convocatoria de Rius, es una de las pocas personas en México con autoridad moral; me sorprendió la repercusión social y que incluso logró atraer la atención de los medios de comunicación —no de Televisa, por supuesto—, participamos en radio, en otros canales de televisión y prensa escrita…

—Recientemente te vimos con Carmen Aristegui en CNN…

—Sí, repercutió en la prensa internacional, también me entrevistaron los corresponsales de una televisora suramericana; incluso en Facebook todavía verás logotipos de “No más sangre” y grupos de opinión sobre la campaña “Basta de sangre”, quizás sales a las calles y ves una normalidad, pero hay una movilización de conciencias y seguramente la ciudadanía le pasará la factura a Calderón en 2012.

"Mmucha gente está dolida, de luto, el país está repleto de huérfanos y de viudas, el narcotráfico no desaparece y la violencia crece cada día, Calderón llevó al país a un desastre, a un baño de sangre, si las cosas siguen así tendremos un futuro incierto".

—¿Qué piensas al ver tus caricaturas impresas en gigantografías durante las marchas de protesta?, por ejemplo en los plantones del Sindicato de Electricistas o ante la salida del protector de pedófilos Mario Marín…

—Me da mucho gusto ver mis cartones en las marchas, ocurre desde la década de los ochentas, pienso que mi trabajo tiene una utilidad más allá de su publicación en el periódico. En el caso de Marín una caricatura mía prácticamente cobró vida, cuando se destapó el escándalo de la detención ilegal que sufrió Lydia Cacho, yo dibujé una caricatura muy dura contra Marín —usualmente no la habría publicado en La Jornada—, vestí al gobernador Mario Marín de puta, con minifalda, medias de ala de mosca, zapatos de tacón, un top cubriéndole las tetas y sus conocidas botellas de coñac.

"Era un desahogo personal, porque yo conozco a Lydia Cacho desde la infancia, en la escuela primaria yo era amigo de su hermano, entonces yo estaba doblemente indignado por la detención ilegal que sufrió Lydia Cacho, mi expresión de indignación resultó un merecido insulto contra Marín.

"Una semana después de haber publicado mi cartón en La Jornada hubo una manifestación en Puebla contra Marín, la marcha más grande en la historia de Puebla, cuando vi las fotos de la manifestación me llevé una gran sorpresa porque varias personas cargaban un monigote gigante de papel maché con todas las características de mi caricatura: había cobrado vida.

"De haber sabido que la estaban haciendo en papel maché les hubiera ayudado, eso me hizo saber que mi trabajo va bien, que estoy en contacto con la gente, que tengo cercanía con los movimientos sociales, porque sabemos quiénes son los caricaturistas complacientes y conservadores.

"Ser moneros contestatarios nos provoca conflictos y ataques por parte de los voceros del régimen. Una vez tuvimos problemas por una historieta que no quiso publicar Proceso, pero que sí circuló en internet, donde nos burlábamos de los conductores de Televisa: de Brozo a López Doriga, de Adela Micha a Loret de Mola, algunos manifestantes imprimieron cuadros enormes de la historieta y los plantaron en el Zócalo, provocando la molestia de los aludidos, hablaron indignados a La Jornada y el periódico no tenía nada que ver, no era una historieta para La Jornada,…

"Nos divertimos tanto con la reacción de los conductores de Televisa, si la gente retoma nuestro trabajo y sale a la calle a protestar y los aludidos se “encabronan”, quiere decir que vamos bien".

—Finalmente, todos los caricaturistas en México editan libros sobre distintos proyectos: José Hernández y el cine (UNAM, 2008), Rogelio Naranjo y los retratos de escritores (UNAM, 2005), José Palomo y sus Literatos (FCE, 2007), Rafael Barajas “El Fisgón” entre la curaduría de arte y la historia de la caricatura (FCE, 2005—2009), Helio Flores y El hombre de negro (FCE, 2007), etcétera. ¿En qué trabaja “Helguera” cuando no dibuja cartones políticos?

—En nada (risas), tengo un proyecto de libro, lo que pasa es que soy desidioso, he conversado el proyecto con Braulio Peralta —editor de Planeta en México—, sobre caricaturas satanizando a la Iglesia Católica, ya seleccioné los cartones, el tema lo hablé con Braulio varias veces, incluso en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, pero no lo hemos concretado, habrá que darle un contexto, seguramente invitaré a un intelectual para que escriba el prólogo, llevo dos años atorado en ese proyecto.

"Además voy a colaborar en un libro de Norma Muñoz Ledo, ella hizo una investigación sobre la mitología mexicana y los personajes fantásticos del mundo rural; es un libro extenso y me ha pedido que lo ilustre, me gustó mucho lo que leí y de hacer las ilustraciones serían para este año, probablemente le pediría ayuda a mi colega Hernández porque es mucho trabajo y no creo poder hacerlo solo.

"No dibujo otras cosas porque no tengo tiempo, soy muy lento trabajando, cada cartón lo hago muy despacio, soy disperso y distraído, espero concretar ambos libros".

* Periodista.
Originalmente en www.elclarin.cl —se publica aquí por gentileza del autor.

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