Crisis: si esta es la recuperación, ¿cómo será la normalidad?

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Alejandro Nadal.*

Este verano se cumplirán cuatro años desde que los indicadores financieros activaron las alarmas y encendieron los focos rojos. El colapso del mercado hipotecario en Estados Unidos, así como la crisis financiera que le seguiría, fueron correctamente diagnosticados por unos cuantos analistas. La mayoría de los funcionarios en las agencias regulatorias estaban dormidos en sus puestos cuando en 2007 las cifras ya no permitieron el dulce sueño de la negación. La crisis reventó con toda su ferocidad en la segunda mitad de aquel año.

A cuatro años de distancia, la prensa internacional de negocios y los gobiernos de las principales economías capitalistas afirman que estamos en plena recuperación. En Estados Unidos se proclamó la terminación de la recesión desde junio de 2009. Se ha dicho que la Unión Europea resistió un poco más frente a la crisis, pero que también ha sido más lenta para superarla.

Se ha aprovechado la crisis para destruir lo que queda del estado de bienestar y hoy los organismos oficiales de la UE afirman sin cesar que la recuperación se consolida. Constantemente se nos recuerda que Alemania, el motor de la economía europea, mantiene un crecimiento robusto.

Claro que las cosas no son tan sencillas. La economía estadunidense, por ejemplo, acusa un crecimiento positivo, pero la tasa de desempleo abierto regresó a 9 por ciento el mes pasado. Lo peor es que la medida del desempleo disminuyó porque muchos desocupados han abandonado la búsqueda de empleo, con lo cual oficialmente dejaron de ser desempleados.

Sus principales características son las siguientes:

Primero, una desigualdad extrema y creciente. Las últimas tres décadas han sido testigo de una concentración de riqueza e ingresos en los deciles superiores, mientras el resto vio sus ingresos reales estancarse o caer incontrolablemente. Todo esto engendra, por supuesto, pobreza, hambre y enfermedades.

Segundo, una degradación de las condiciones laborales por donde lo quieran mirar: trabajo mal pagado, precario, bajo condiciones insalubres.

Tercero, una extraordinaria concentración de poder económico en manos de empresas gigantescas. Todo esto bajo el dominio creciente del capital financiero que sigue marcando las prioridades de la asignación de recursos en materia fiscal y financiera.

Cuarto, una degradación ambiental que se intensifica en todas las dimensiones. El cambio climático es quizás la más visible. La extinción masiva de especies es disfrazada bajo el término menos alarmante de perdida de biodiversidad. Crisis de agua y de sobre pesca, erosión de suelos, etcétera.

El mundo de antes de la crisis no se ha acabado. Su normalidad sigue siendo el referente clave en la respuesta de política económica frente a la crisis. Pero ¿quién quiere esta normalidad del infierno?

* Periodista, miembro del Consejo Editorial de SinPermiso.
En www.sinpermiso.info —que cita como fuente el diario mexicano La Jornada.

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