Crónica de quienes estaban en el aeropuerto

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

El relato de Ana Istarú, El poeta ay el aeropuerto, motivo de esta recopilación, puede leerse, y recomendamos con firmeza hacerlo, aquí, para encontrar mayor diversión en lo que sigue**.

Rodolfo Arias
9 de abril (3:46 p.m.)

¿Cómo se le ocurre decir a Ana Istarú que la medicina (…) es una profesión infame?
No siendo yo escritor en el sentido en que ella es poetisa, recurro al Diccionario de la RAE (…) y leo: «Infame: que carece de honra, crédito y estimación. Muy malo y vil en su especie».

(…)Y no se me tome por un simplista campechano que ve a los «doctorcitos» como una especie pura y santa. Sé que los hay de todas calañas, pero ese no es el punto. El punto es que tildar de infame su profesión, como vía para ensalzar –de modo tan snob como lo hace Ana– el oficio de poetisa, pues me ha caído realmente mal.

(…) Pero igual podría defender la honra de dentistas, diseñadores gráficos (trabajo que admiro y que lamento no haber aprendido todavía), vendedores de enciclopedias (…) u oficinistas, esos que con tanta frecuencia son involuntario lugar común en las diatribas de los intelectualillos.

Mi reacción contra este texto se acrecienta al presenciar la escena, tan nítidamente trazada por la diestra pluma de Ana (que es zurda) de un poeta escupiendo per sécula en la tumba de otro, sólo por una rencilla de habitación de hotel barato. Y también por la hepática referencia a las jerarquías, las famas y las prerrogativas.

Sí hay un par de párrafos que me gustan. Cuando Ana escribe algo que me gusta, me gusta mucho, siempre ha sido así. Y el párrafo de los siete minutos efímeros del poeta que declama frente a su público es precioso.

Pero hacia el final, vuelve a tropezarse. ¿De dónde saca, por San Benedicto, que a los geógrafos nadie puede quererlos sin haberles visto la cara? (…) A mí me encantan los mapas, de todo tipo: físicos, políticos, de carreteras… entre los tesoros que más valoro de mi biblioteca están mis Atlas. Mis respetos eternos para los geógrafos, sobre todo esos que hicieron los primeros mapas del mundo…

Es, al cabo, una reiteración del riesgoso arte del auto-bombo: si se hace con el trasnochado expediente de bajarle el piso a los demás, se corre el riesgo de que aparezca alguien que sí aprecie a ese «demás». De casualidad he sido yo, esta vez.

Alexánder Obando
19 de abril

El ensayito de Ana Istarú demuestra que en Costa Rica (…) sigue prevaleciendo el mito de”yo” poeta = yo pequeño Dios. Tan trascenden… es decir tan trasnochado y parecido al mito del artista precoz = genio en ciernes. Y así tenemos en Austria a Korngold, que escribió su primera ópera a los 11 años, y a quien casi nadie recuerda ya; o a Paco Navarrete, de quien el «maestro» Julio Fonseca dijera a principio de los cuarenta: «va a ser el nuevo Mozart de Costa Rica» y luego obtuvimos lo que obtuvimos. (Por cierto, ¿hubo un Mozart tico anterior?).

Anita, hacenos dos favores: 1. bajate de esa nube, y 2. bajate de ese pedestal. Los artistas, de cualquier especie, seguimos siendo seres humanos comunes y corrientes, nada más. (…)

A pesar de todo, con mucho respeto por tu trabajo.

Adriano Corrales
20 de abril (9:35 a.m.)

Contrario a lo que plantean Alexander Obando y Rodolfo Arias, no veo autobombo en el ensayito de Ana Istarú. Me parece un artículo puntual, humorístico, con mucho de verdad, aunque a veces haya ligereza, cosa que se agradece porque es un tono periodístico ameno y certero (…).

Sin embargo, trato con pinzas lo que plantea Alexander sobre el mito del Yo poeta:Yo pequeño dios, por considerarlo de suma importancia (…) Y creo que pocos nos escapamos de esas formas de comportamiento de seres que por ser marginales –en el sentido de estar al margen del campo cultural y artístico, para no decir del sistema– no les queda más que acudir a sus egos como autodefensa para sentirse protegidos por una especie de campana de cristal que autollamamos talento, sensibilidad, «otra visión», «elegidos», ·videntes», etc. etc.; pero que, ciertamente, exige respeto por lo que hacemos cual si se tratse de cualquier otra profesión u oficio de la sociedad donde nos toca sobre-vivir.

Ahora bien, lo importante de esto es abrir una discusión amplia sobre el tema, para constatar si se trata de romper con leyendas literarias o para que juntos derribemos mitos y paradigmas sobre el poeta y artista como ciudadano y persona que debe trabajar para ganarse los frijoles (…) ¿Quién tira la primera piedra?

Alexánder Obando
21 de abril (00:40 a.m.)

(…) Efectivamente veo con mucha sospecha todo lo que corresponde al ego exaltado del artista y a veces la emprendo contra eso de manera virulenta.

No solo es cierto que los artistas tenemos un ego hipertrofiado (…) sino que debemos estar alertas. (…) Y como síntesis nace el problema más grande (de) los que hacemos poesía: tenemos una enfermiza propensión a la autocompasión plañidera. Una manía de considerarnos los príncipes incomprendidos de la creación y a partir de ello manejar una melancolía cuasi atávica que muy probablemente encubra un poco el problema inicial: yo poeta = yo pqueño dios, como dije antes.

En el caso de Anita Istarú, me hizo sentir incómodo que su treno viniera precisamente de una de las personas más «chiniadas» de este medio, se lo merezca o no (…) pero se siente que hay algo mal cuando quien se queja de tales cosas podría tener un pasaporte de esos que parecen una lechuga azul de tanto sello y aeropuerto que han pasado por él.

(…) Nunca he salido de este país por razones literarias (…) el texto de Ana es divertido y ameno, pero la nota amarga del «pobrecito-poeta-diós que soy yo» no me la trago.

(…) No es un discurso contra Ana o su obra. Es un discurso contra esa infausta costumbre que tenemos los poetas (…) de sentirnos el Neruda o Darío que nadie descubrió. Primero hagamos una obra digna de ellos y después sintámonos como ellos, aunque seamos o no seamos reconocidos.

21 de abril 8:23 a.m.

(…) Me parece que las nubes y los pedestales a los que algunos se suben y desde donde se autoproclaman ¨malditos¨ o lastimeros, otros se subirán al trono de Dios, eso se parecen en mucho a lo que en otras pofesiones (…) se llama ética.

(…) La diferencia con la «profesión u oficio» de ser poeta es que uno es su propia universidad. Uno elige su propia ética poética; uno construye sus nubes y sus pedestales y elegir subirse o no.

Así, muchos se preocupan más por ser malditos que por ser poetas, otros se preocupan más por ser dioses que por hacer bién la poesía.(…) «Primero hagamos una obra digna de ellos y después sintámonos como ellos, aunque seamos o no seamos reconocidos».

Alfredo Aguilar
21 de abril 10:09 a.m.

Debo confesar que lo primero que produjo en mí el texto fue gracia. Jamás había imaginado que la profesión u oficio (diseñador grafico) al que me dedico fuera infame, o al menos que así lo considerar nuestra conocida poetisa Ana Istarú. También me agradó saber que mi viejo amigo (…) Mi comentario iba en el sentido de que en lo personal no hay profesión ni oficio infame, aunque pensándolo bien sí conozco uno o dos, el de sicario y el de «peón del veneno», como dice Silvio.

(…) Mi «infame oficio», me permitió (…) ser el editor y diseñador de ese hermoso poemario de Ana Istarú que se titula «La estación de fiebre», ganador ese año del premio latinoamericano de EDUCA (…)

Adriano Corrales
21 de abril 12:26 p.m.

Veo con mucha simpatía el que se haya armado una discusión tan interesante a partir de un artículo periodístico de Ana Istarú (…) Supongo que el articulito en cuestión nos ha tocado fibras íntimas que nos obligan a ripostar, lo que, repito, me parece superbueno, pues vivimos en una época donde apechugamos mucho y respondemos poco y ya es hora de irnos sacudiendo.

La pena que me da es que le he «forwardeado» los comentarios a Ana y han rebotado porque su bandeja está llena (…) Y es un lástima que ella no esté asistiendo a este intercambio de ideas (…) A nuestro medio literario le hace falta esta atmósfera de diálogo confrontativo para sacudirnos de la modorra y del cotidiano sainete casi tragicómico, salvo contadas excepciones, que muchos de nosotros conocemos y valoramos.

Rodolfo Arias
21 de abril 7:10 p.m.

Nuez lo mismo Oh Diosa que Odiosa…
O tal vez sí.
En el fondo toda Diosa es Odiosa.
¿Y si no lo es y sólo quiere serlo?
¿Y si ni siquiera quiere serlo y solo juega de querer serlo y da una broma?
¿Si sólo es de carne y hueso?
Tal vez entonces no sea odiosa.
El problema es que no está en línea, dice Adriano.
En línea en un sentido cibernético, no dietético.
Lo otro no nos consta, pero todo indica que no hay problema.
Sí debería estar en línea.
Y también en línea: loguiarse de cuando en vez.
Y que nos aclare que fue en broma, como opina Cheo.
Popo Dada me dijo una vez que el problema de Cocorí fue una broma mal dada.
A Joaquín Gutiérrez se le armó tremendo clavo con los negros de Limón.
Mejor dicho con todos los negros, o al menos con la gran mayoría.
Todo por una broma mal dada.
Tal vez estemos frente a otro caso.
¿Por qué la gente da bromas pesadas?
¿Será que así como toda leyenda tiene algo de cierto, toda broma tiene algo de franqueza?
Yo creo firmemente que sí.
Eso quiere decir que todo lo que aquí se está opinando tiene mucho sentido.
Como por ejemplo la defensa de la honra de un diseñador gráfico.
Dice Cheo que no sabía que a mí me gustara eso que él hace.
A Alfredo todo se le olvida, como cuando íbamos a hacer un curso de guión y no pudimos porque yo me quebré una pata.
Cuando él editó el Tertuliano, primera edición, yo le manifesté mi interés por sus Page Makers y Adobes Fotoshops.
Y ahora me entero de que Alexander da clases de Inglés.
Sé que Edmundo Retana vendía joyas.
¿Qué nos une?
¿Ser poetas, o ser esas otras cosas «infames», à la Istarú?
Creo que nos une lo otro. Ser esa diversidad, y desde esa diversidad, acudir a lo que hacemos de vez en cuando.
Me refiero: acudir a nuestras líneas, estrofas, párrafos o como se llamen.
¿Qué nos une?
El respeto.
Opinamos cada uno cada cosa… ¡cada cosa!
Opinamos en nuestros libros, ¡cada vara!
Tenemos adiposo, híper esclerótico el ego.
Nadie aquí tiene derecho a tirar la primera piedra en cuestión de humildad.
Pero sí nos hemos juntado en muchas ocasiones: birras, bares, aceras, la casa de Adriano y Leda y sus esculturas maravillosas.
¡Leda siempre está en línea!
Un beso para Leda Astorga.
¿Qué nos une?
Los recuerdos.
De los bochinches, de las pachangas, de las lágrimas.
¿Nos escupiríamos unos a otros en las tumbas, así, saliendo con nuestras almas chingas a tontear por el camposanto?
Estoy seguro de que no.
¿Qué nos une?
La fe y la esperanza de rescatar algo.
No a nosotros, para qué.
Pero rescatar algo de por ahí.
¿Nos une el rechazo a la pretenciosidad?
He leído un tipo en Tinta Fresca y en página 15 que despotrica contra «el inmenso océano de la estupidez humana» (sic)
¿Nos une el rechazo a la pedantería?
¿Nos cae mayoritariamente mal ese que desmenuza su tenaz amor por la música
y las palabras, que lo rescatan de «la inmundicia humana que me rodea» (sic, otra vez)
Eso espero, al menos, que nos unan esas carajadas.

J. M. Memet
21 de abril 10:56 p.m.

Zopencos. Bajo ese aura de conversación, crítica, de buena familia y discrepancias leves, se esconde lo de siempre: cobardía y mediocridad.

Conozco a Ana desde Cuba el año 83, creo. Éramos jóvenes. Supongo que tú eras el novio arrastrado y babiento que la seguía, atosigante, a todas partes. Porque sólo alguien despechado habla de un amor de esa forma, es decir un imbécil bien abandonado.

Me resulta sorprendente la discusión por un artículo bello, poético, sin mayores pretensiones que vivir y contar la propia vida (…) reaccionarios mentales más fuertes que ustedes, no existen sobre la tierra. Y además son amiraconados, o sea funcionan en grupos (intelectualmente y de envidia), que grato es no conocerlos.

(…) El nivel de la discusión es paupérrimo. Mejor es chupar un clavo e irse a bailar, sobre todo si es oxidado (…) Pero me gustaría un gesto de los amigos. O son todos chupapenes como los detractores (…) la cobardía nunca me ha perecido notable.

El problema de las profesiones es una metáfora, cómo pueden ser tan imbéciles.

Un Pez en el río

Un pez es sólo una ilusión en el río.
Las aguas llevándose tus piernas, tu memoria, tus propios sueños,
es el tiempo que pasa. Allí estás con tu caña
o tu catalina o tu tarro y su nylon, como antes y como siempre.
Rezando sin saberlo frente al paso del tiempo
e inventando dioses.

Detener a la vejez que se aproxima cada día
en forma lenta,
no es trabajo de bastones.
Debes entender que la ruina vive al interior.
Es allí donde el dogma es afilado y largo
como catedrales góticas.

Para dejar de sufrir «temor de dios»,
-que en el fondo es vieja muerte, la huesuda finitud-
deja que entre el río y sus peces y que invadan.
Lo extraordinario de los ríos
es que siempre permanecen alegres,
pues saben que no existe otro camino.

Alguien que aprecia la existencia
tiene una visión en su vida por lo menos:
un pez en el río,
en la transparencia del agua,
es la realidad que cambia el curso

.

Es el momento en que finalmente te das cuenta
que puedes descender con la corriente hacia la mar,
hacia tu casa, hacia lo que llamas espíritu.
El agua te dio vida, regresar a ella, es por lo menos
recuperar la alegría de nacer.

(José María Memet. De El rastreador de lenguajes, 2004).

Edmundo Retana
22 de abril

Que cosa, algunos han querido ver autombombo en un texto en el que yo solo veo un elogio triste al oficio más antiguo del mundo (…) como un eco del alma acompasando aquella visión y fue la poesía …

Y claro que desde entonces los poetas están solos, los sigue acompañando esa visión fugaz, ese estremecimiento primigenio ante las cosas, acompañados sólo por los niños en su deslumbramiento (…). Solos sobre la vasta tierra.(…) para volver después, es cierto lo que dice Ana, a la trepidante realidad de los semáforos y las quincenas y los jefes, a la realidad que no le importa si nuestro oficio comenzó en las cavernas.

(…) Y ese sea, talvez, el problema de fondo de esta polémica, nuestro enorme deseo de no estar más solos escribiendo.

Adriano Corrales
22 de abril (12:23 p.m.)

La discusión se ha enredado, digamos mejor que se ha excedido. Pero reconozcamos que ha sido un exceso necesario, porque nos ha enriquecido en tanto nos permitió (…) reconocernos y disponer de una plural comprensión sobre la condición del poeta en el entorno social que invisibiliza, querramos o no querramos, su quehacer. Y más allá: sobre la condición del escritor, del artista, del intelectual, pero sin que se nos escape que convivimos en un medio no exento de contradicciones, especialmente en lo que se conoce como campo artístico o cultural donde hay una puja por la celebridad (…): vivimos en un sistema de mercado que no perdona porque no hace excepciones en su voracidad consumista, y eso se expresa repetidas veces en la serruchada de piso y en la maledicencia de much@s ¿colegas? que no reparan en chismes, mentiras y puñaladas por la espalda.

Ana Istarú, sin proponérselo (…) nos llevó a rincones insospechados (…) Una lectura literal no conviene al juego semántico que nos propone Ana al tratar de contrastar esas profesiones u oficios con la del poeta que debe escudarse tras ellas para sobrevivir en muchos casos (por cierto, ¿sabían ustedes que Ana Istarú no ha recibido nunca un premio nacional?) no sea reconocido como profesional, ni como un digno trabajador, mucho menos como poseedor de un oficio que le permita ganarse los frijoles.

Lo que trato de decir es que una lectura literal de un artículo de esta naturaleza puede llevarnos muy lejos, igual una lectura tendenciosa. Siempre he creído que en Costa Rica, a la hora de debatir nos vamos más al cuerpo del otro, u otra, que a lo que esa persona expone (…) he de reconocer que yo he caído, muchas veces, en esa espantosa trampa de la antipatía y de la inquina personal.

Bienvenido pues el debate sano, riguroso, incluso fuerte y pesado, pero eso sí, sin ofensas ni alusiones personales, mucho menos con lecturas que distorsionen lo que se quiso decir (…).

Esteban Ureña
22 de abril (11:16 p.m.)

Hay algo que me pregunté al leer «El poeta y el aeropuerto». Esa tercera persona («el poeta»), ¿incluye a la callada primera persona que nos habla? ¿En un sentido fuerte, la incluye? Nada en el texto me permite saber con certeza una cosa o la otra, de forma que para mí la pregunta queda abierta, y por tanto en duda el eventual «auto» del «bombo».

(…) Menos dudas me causó el texto del correcto caballero del sur (…) quien muy certeramente supo describir a tanta gente que no conoce (…).

(…) Lo que me queda más claro es su intención de defenderse a sí mismo, a tal extremo que no tiembla en abrir con su copete de «Zopencos», que lo sitúa de lleno en el lugar de la Sabiduría y del Magisterio, y en cerrar con ese estrambote, ese collar de lugares comunes que colgó sin que se lo pidieran del cuello de sus receptores, texto que definitivamente está más allá del alcance de este poetilla mediocre, cobarde, reaccionario mental (¿los hay de otro tipo?), amariconado, envidioso, rastrero, chupapenes (¿se me quedó alguno?) que soy yo.

(…) ¿Y de qué se podría estar defendiendo este correcto caballero? Porque de seguro se siente plenamente a salvo de la inmundicia humana que lo rodea (…) ¿Se estará defendiendo del hecho de que «un texto bello, poético y sin pretensiones» resulte ser menos transparente que su propio sueño literario, tanto como para dar lugar a una querella interpretativa? Como un moderno Narciso, ¿se habrá angustiado de ver esfumarse su imagen cuando algunos tiraron piedras en el apacible pozo que es «El poeta y el aeropuerto»? Y como Narciso, cuanto más cerca estamos de nuestra imagen, más probable es que alteremos la superficie del agua con nuestra gran nariz… de mentirosos.

(…) Y aunque se pueda ganar una discusión, como seguramente ganó el correcto caballero, yo no he logrado saber leer tan bien como él evidentemente lo ha hecho. De nuevo cito a sor Juana, maestra muda: «¡Oh, si como hay de saber, / hubiera algún seminario / o escuela donde a ignorar / se enseñaran los trabajos!»

¡Es bueno saber que todavía quedan personas en el mundo, como el correcto caballero, felices de no haber dado nunca con una de tales escuelas: la literatura!

Rodolfo Arias
23 de abril (12:35 p.m.)

Tá bien:
Ella solo quiso dar una broma, una que otra.
Estaba en su derecho de hacerlo.
Y yo en el mío de que me cayera mal.
Así de simple.
No le demos más vuelta.
Además, ella no es de este círculo.
Pertenece a otro: no es asunto de silencio, es de ausencia.
A su círculo pertenece un ser humano chileno.
Bueno, supongo que es un ser humano, aunque cueste creerlo.
Podría también ser un programa de software.
Sí, un hacker entreteniéndose con un programa que maximice el «rate» de insultos por línea de «output».
Ya hay software para generar texto automáticamente.
Tal vez se trate de la versión beta 1.0 de «www.Madreadas.com»,
que cualquiera con ganas de madrear al projimo puede «bajar» gratuitamente.

La exquisita delicadeza de un texto como el de Esteban no es alcanzable por un software.
No lo será jamás.
Aún así, me permito una hipótesis: sí es un ser humano.
Y sí es chileno.
Hay muchísimos chilenos muy tuanis.
Pero unos pocos promueven un injusto estereotipo de c.m. para los cono-sureños.
Ando en la nota de las abreviaturas: c.m. quiere decir «come-miel».
Estereotipo de come-miel… ¿das?
La abreviatura de «ser humano chileno» sería shch.
¡Shch! es onomatopeya, de pura casualidad.
Sirve para callar a alguien.
Más aún: sirve para callar un perro. ¡Shch, échese!
El texto generado (escrito no) por shch venía acompañado de un revoltijo metafórico.
Remix 1.0 de lugares comunes.

Se me vino una idea luego de leerlo: un restaurante de la poesía. Imaginémos un sitio donde le sirvan poesía a uno. ¿Lindo, no?

(…)

Generaría un poema nuevo, una receta para cada almuerzo. Cuando lo sirvieran, en el restaurante de la poesía se escucharía, acompañado de un pistoletazo, un sonoro «¡SHCH!».

Los perros callarían.

Y el revoltijo humeante, con las sobras del día anterior, sería repartido entre los comensales.
Una gran M amarilla daría vueltas encima del restaurante, para no perder los íconos de esta era.

Luego todos se irían.

From: «chile-poesia.cl»
Sun, 24 Apr 2005 22:57:20 -0400

To: esteban_urena@racsa.co.cr
Subject: ChilePoesía: El día que escribas un poema decente, escríbeme. Como en el futbol, estás en 3ra división.

El lenguaje nos determina y nos aleja de la bestia. Está bien puesto el nombre de tu libro, puesto que eres una bestia. Detrás de ese manejo mesurado y pulcro del lenguaje, se esconde el mediocre que eres.

Leí tu libro «Bestiario del Amor» y debo decirte que el único bestia en todo el libro, eres tú. Espero, en todo caso, que el amor no te falte. No tienes talento, viejito. Ese es tu problema, dedícate a sembrar papas, pero en poesía, ni modo. Para que recuerdes lo que es la muerte.
Te dedico estos versos, ya dedicados a mi padre.

Y sí, me gustra ser violento. Aquí tenemos una tradición poética fuerte y poetas con carácter.
No nos acomodamos ni frente al poder ni a nuestro propio destino.

JMM

Conversando con gusanos

Mi padre es amigo de gusanos.
Frente a su tumba deposito el clavel rojo
recién comprado a la vuelta de la esquina.
Nunca nos llevamos bien y la tierra está
sobre la tumba como si la muerte
fuera gorda.

Las flores llevadas por mi madre resplandecen.
Mi madre que limpia la tumba
como limpió traste, genitales y cuerpo amado,
cuando la enfermedad quitó conciencia
y amplió el abandono de la mente
y se abrieron las excretas.

Una abeja se posa sobre una de las margaritas
que decoran esta tumba.
Miro la vida succionando a la muerte
y comprendo para siempre aquel dolor.
El polen perfecto no existe
y la abeja zumba rápida y se aleja
como un jet hacia otra nada,
en otra tumba.

Mientras esto sucede, fijo vista y observo miles de tumbas
en el horizonte y me conmuevo al darme cuenta
que los muertos conversan en silencio.
Es tarea de gusanos conversar, me digo.
Y salgo con mi madre a la ciudad.

From: Esteban Urena Salazar
Mon, 25 Apr 2005 11:18:39 -0600

(…) La discusión no habia sido puramente ad hóminem (…) hasta la intervención del Sr. M., y yo no estoy volando filo, estoy respondiendo.

No considero adecuado que una persona le baje el nivel a la discusion con sus zopencos y sus chupapenes, sin responder.

Les forwardeo abajo el último capítulo del asunto (…) Fue dirigido solo a mí, a no ser que hubiera copias privadas.

Corrales Arias
25 Apr 2005 12:47

Lo expuesto por Esteban me obliga, entonces, a explayarme: Coincido con Edmundo Retana: la «discusión» se disparó y nos hemos ido muy lejos del «Poeta y el aeropuerto», aunque, ya lo vimos, se trataba de viajaderas (…) lo que quiero decir, es que con el sesgo personalista y de ofensiva descarnada, no se llega a ninguna parte, o tal vez sí: al dime que te diré estéril y nada propositivo.

El texto de Ana Istarú nos dio insumos para reflexionar sobre el poeta y su posicionamiento social, especialmente sobre las disparidades que se expresan al interior del campo artístico/cultural y sus diferentes formas de inclusión o exclusión, lo que los académicos estudian en la teoría de las instituciones y del capital cultural; por lo demás se nos permitió discutir sobre el asunto del, siempre llevado y traído, ego de cada poeta y artista, como componente (¿casi?) siempre presente en su creación y en sus diversas maneras de expresarse o proponerse, especialmente en nuestro mundillo (…) artístico y literario.

(…) Pero jamás pensé que se pudiera llegar a la utilización de epítetos y de juicios concluyentes y terminales acerca de compas o de sus libros (…) para volarnos filo desde una posición de autoridad que precipita la polémica y la coloca en un estado de vacío coneptual y de inutilidad práctica. En otras palabras: lo que se está haciendo (…) nos coloca en una situación harto vulgar.

Corrales Arias
25 Apr 2005 17:52

(Recompongo el texto de Américo pues no se entiende bien)

:

Ultimo. Me siento como al final (…) de una discusión de bar donde todo mundo paga y se va. Otros sólo se van. (…) Creo que eso convierte el artículo en trascendente, pues fue publicado cuando la discusión estaba agotada, cansada o etc. Amena, porque me he divertido con la aparición del «haker» (…) También, me sentí como en un aeropuerto cibernético, rumbo a una discusión de poetas, donde algunos poetas no van, y alguien escribe un artículo sobre ese tema, y los que no fueron arman una discusión sobre ese artículo. amén.

Corrales Arias
26 Apr 2005 10:19

A pesar de que ya cerramos el círculo (…) inserto un comentario de un amigo chileno (…) porque lo peor vino de Chile (…) además, he recibido correos de República Dominicana, Guatemala, México, donde se expresan ideas y sentimientos parecidos. De hecho Taty Hernández, promotora y escritora de República Dominicana viene en julio (…) y me ha sugerido que construyamos un foro sobre literatura costarricense. Por favor, a quienes les interese, hagánmelo saber a ver si lo intentamos.

Lagos Nilsson

(…) Sobre todo muy divertido por las reacciones al texto de Ana Istarú. (…) Será, me digo, por vivir al margen de los universos trascendentes por los que navegan los escritores.

Leí el cuento (…) Me reí con risa de buena ley; me gustó la liviandad del esilo, la gracia (y la Gracia) de la autora. No lo asocié a ofensa alguna por el noble oficio de los poetas. Me recordó alguna anécdotas, cierto, pero las anécdotas son eso: la recuperación de una sonrisa perdida, volver a ver un rostro, saber que no hemos olvidado alguna palabra, todo ‘tranquilizado’ por el paso de los años.

Si un cuento tan ‘redondo’ e inocente genera tales vientos algo anda mal en el barómetro (…)

Me gustaría mucho ordenar los correos (…) En poco tiempo todo ello sería otro cuento. ¿Te encargarías de hacerlo? Al fin de cuentas la pequeña historia de estos berrinches bien podria convertirse en otro relato.

Te lo pido porque no conozco a los firmantes (…) Gracias, en todo caso, por el envío de la historia del malhadado viaje de ese poeta de ficción.

P.S. Si aceptas el encargo, ¿lo podríamos hacer en verso?. Digo, para que Memet no quede solo con los suyos. Al fin de cuentas la poesía es un antiguo y digno/indigno oficio.

Taty Hernandez
26 Apr 2005 02:05

He disfrutado grandemente esta discusión. Si bien es cierto que en algunos momentos los ánimos se tensaron al grado de provocar algunos tomatazos poéticos (…) me ha servido para conocer algunos aspectos del pensamiento de los ticos y para iniciar una búsqueda bibliográfica de Ana Istarú. (…) Si Dios y la vida me lo permiten estaré en Costa Rica unos días del mes de julio.(…) Deberías crear un foro para los ticos y me gustaría participar del mismo.

————————-

* Sólo por la copia.

** (…) indica que el texto ha sido abreviado.

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