Cuando el sueño americano se transforma en pesadilla

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Aram Aharonian
Mientras la prensa hegemónica difunde cartelizadamente la “realidad virtual” de que Estados Unidos, primera potencia mundial, parece estar saliendo de la crisis económica, los sociólogos alertan sobre la muerte del “sueño americano”, hecho reconocido incluso por Timothy Geithner, el Secretario del Tesoro, quien en los primeros días del año señaló que “Estados Unidos está al borde de la insolvencia”.

Con esas palabras, Geithner, ha pedido al Congreso la urgencia de elevar el techo de la deuda, actualmente en “apenas” 14.300.000 millones de dólares (14.300.000.000.000). La insolvencia fue advertida días antes en la cadena ABC por el asesor económico de Obama, Austan Goolsbee, quien señaló que si el techo de la deuda no era modificado, “las consecuencias serían catastróficas para la economía de Estados Unidos, y mucho peores a lo visto desde el 2008″…
 
¿Aún peores? Goolsbee tiene razón. Durante 30 años Estados Unidos consumió más de la cuenta tras vender a los estadounidenses la idea del crédito barato propugnado por Ronald Reagan en 1981. Desde esa fecha, no se hizo más que consumir, consumir y consumir… a costa de todo el mundo.

Y para sorpresa de 25 millones de desempleados y subocupados, Obama nombró a William Daley como jefe de gabinete. Se trata del secretario de Comercio durante el gobierno de Bill Clinton, quien impulsó el tratado de libre comercio y más recientemente fue un alto ejecutivo en la megaempresa financiera JP Morgan Chase, la que goza de gran prosperidad después del rescate del sector financiero con los dineros del pueblo estadounidense.

El sueño americano
Allá por los 1930, Estados Unidos salía del famoso “crack de 1929”. En esos años, cuando comenzó a ocupar el centro del escenario mundial, se acuñó y popularizó mundialmente la idea del “sueño americano.
 
El mismo tenía como contenido la idea que la sociedad norteamericana ofrecía la posibilidad de una igualdad de oportunidades bastando la decisión y el esfuerzo propio para alcanzar la prosperidad material. Por extensión, esta posibilidad se ampliaba a los inmigrantes y sus hijos, quienes podrían participar de ese ideario colectivo.

Pues bien, eso es lo que parece estar profundamente cuestionado en la realidad actual. Veamos algunos datos.

Uno de cada siete norteamericanos –cerca de 44 millones de personas, la cifra más alta desde 1960 cuando comenzaron estas mediciones- vive hoy en la pobreza. Pero esa cifra es aun más preocupante cuanto se trata de menores: uno de cada cinco niños y jóvenes menores de 18 años vive en la pobreza.

Para este año los medios cartelizados estiman que la economía norteamericana crecería un 4%. Ello supone que Estados Unidos está superando el período de crisis y estaría recorriendo la post recesión. Los medios nos dicen que la crisis económica ya pasó, y que la economía-mundo está de regreso a su modo normal de crecimiento y ganancia. El 30 de diciembre, Le Monde francés lo resumió así: "Estados Unidos quiere creer en una recuperación económica".

La difusión sobre la recuperación económica no tiene repercusiones inmediatas y trascendentes sobre los problemas cotidianos de gran parte de la sociedad norteamericana. La única realidad sigue siendo la realidad. Los desocupados, que alcanzan el 10% de la población activa, solo se reducirían en un punto de reactivarse la economía. Los ingresos de la fuerza de trabajo se mantendrían en los niveles actuales, por debajo de los ingresos de 2009 y 2008.

Esta situación y los temores sobre el futuro están provocando importantes cambios en el “estilo de vida norteamericano”  Dos manifestaciones familiares de estas tendencias son muy claras: Bajan las tasas de nacimiento, al igual que los casamientos.

Este sería un “golpe de gracia” al principio constitucional de la igualdad ante la ley de todos los nacidos en Estados Unidos, pero sus propulsores están empeñados en sostenerlo bajo la consigna de: "No podemos seguir con esta verdadera invasión de ilegales”

Terrorismo

Mientras se sigue construyendo el muro en la frontera con México, la legisladora demócrata Gabrielle Giffords recibió un tiro en la cabeza durante un evento público en la localidad de Tucson (Arizona), en un atentado en el que murieron seis personas y otra docena resultó herida. Según The Washington Post, no parece que haya sido al azar: “Parece un asesinato”. Todo apunta al sector ultraconservador del Partido Republicano, el “terrorismo” alentado por el llamado Tea Party.
Giffords era una de los 20 demócratas elegidos en el 2008 que votaron por la reforma de salud y fueron entonces identificados para ser derrotados por la candidata vicepresidencial Sarah Palin, en una campaña denominada “takebackthe20″, que incluía un mapa de cada distrito del Congreso marcados todos como un tiro al blanco para la mirilla de un fusil.

Todo comenzó cuando la gobernadora republicana de Arizona, Jan Brewer promulgó el verano pasado una ley para perseguir a los inmigrantes ilegales que fue propuesta por los conservadores. En la población hispana sintieron que era inconstitucional y que llevaría a la discriminación. Griffords dijo, en la oportunidad, que la ley no haría nada por proteger la frontera ni detener el tráfico de drogas y armas.

Hoy, aquellos que duermen con el sueño americano, se despiertan con pesadillas.

 

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