Cuba: disparos en el periodismo

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Manuel Alberto Ramy.*

La discusión sobre si la gran prensa es de verdad un servicio público que cautela la libertad de expresión o conforman los medios masivos una herramienta a la orden del llamado "poder corporativo" se enriquece a diario. Se da por sentado que en Cuba la libertad de prensa no existe. Este artículo acaso diga otra cosa.

En Cuba el verano no se ha despedido solo con bailables. La prensa ha dicho adiós con un par de artículos que empiezan a situarse dentro de lo que pudiera ser el adiós a la apología rutinaria, más dañina que la realidad, dura, negativa, como también positivas, que viven los cubanos.

José Alejandro Rodríguez publicó en Juventud Rebelde –diario que desde hace tiempo viene auscultando los problemas en sectores claves de modo balanceado– un trabajo en el que critica la práctica de censurar debido a "La enfermiza obsesión por cuidar ‘la imagen’ del país, del ministerio, la empresa o el territorio –muchas veces más recurrente que la preocupación por los propios desaguisados de la realidad– en ocasiones es paranoia por el destino de tu puesto, tu cargo y algunas bagatelas más, cuando de lo que se trata es de mejorar la realidad".

No se queda ahí el Rodríguez en su artículo titulado Espejos, y continúa diciendo: "En otros, obedece a una extendida confusión que no pocos asumen, quizá sin mala intención: los problemas (del país, del ministerio, la empresa o el territorio) no deben dilucidarse públicamente, porque demeritan las reales conquistas de la Revolución".

¿A quién le tapamos bola de nuestros conflictos, carencias y dificultades? ¿A nosotros mismos? ¿A los dos millones de turistas que nos visitan, quienes además de disfrutar de nuestras bondades naturales, climatológicas y humanas, perciben claramente el lado oscuro y denso que toda sociedad tiene, en nuestro caso magnificadas por los grandes medios ?

Olvidó el respetable y excelente periodista, que lleva 12 años escribiendo una columna donde recibe preguntas y quejas de la población y busca, a veces inútilmente, una respuesta de las autoridades competentes, que en Cuba, como en Miami hay quienes escriben y comentan no para el público, sino para halagar a oídos poderosos. Decir lo que quieran escuchar aquí o en Miami (o desde Miami con destino Cuba) determinados sectores no es periodismo, sino mendicidad espiritual, ganar terreno, afincar posiciones.

El otro disparo vino en la edición de Granma del lunes en un artículo que aborda la "chapucería" en el trabajo cotidiano y que "no fue decretada por Marx ni por Lenin como una condición del sistema antagónico al capitalismo. Sin embargo, es notoria y convivimos con ella", anota su autor, Félix López.

López cita el caso de un edificio multifamiliar en la capital que ostenta el diploma de "Excelencia empresarial", sin embargo "Algunos escalones de la escalera amenazan con desprenderse, hay filtraciones y paredes cuarteadas, los pisos de los pasillos exteriores nunca fueron terminados, y el mantenimiento no es allí un concepto de moda",

No es un caso único. Hace años el edificio central de la Corporación CIMEX, ubicado en Miramar, fue reparado totalmente. Una semana después fui para entrevistar a un funcionario y en el que entonces era el recién estrenado salón de espera de los visitantes había varios depósitos plásticos  para evitar que las filtraciones inundaran el piso.

¿Así es toda Cuba? Ciertamente no. Existen trabajos excelentes en todos los sectores, personal que a pesar de las dificultades –a las que hay que entrarle con la manga al codo–, producen con calidad y eficiencia. Pero donde tenemos que insistir es precisamente en lo mal hecho, en las decisiones burocráticas que anulan o entorpecen los criterios técnicos, y en las estructuras que más tarde o más temprano, habrá que modificar.

La prensa en el socialismo juega un papel esencial en la misma medida que anticipe, denuncie, opine, indague, a la par que congratule obras y empeños, como la recién inaugurada y colosal obra del primer tramo del trasvase de agua del Este al Oeste del Oriente cubano.

Con un periodismo balanceado, todo será ganancia. La derrota reside en que los ciudadanos no se reconozcan en las publicaciones, que no sienta su palpitar en letras impresas o en imágenes en la TV, o en la incapacidad  de anticiparse a la globalización mediática, enemiga de todo proceso de cambio revolucionario.

Espejos se puede leer en Juventud Rebelde aquí.

* Jefe de la corresponsalía de Radio Progreso Alternativa en La Habana, y editor de la versión en español del semanario bilingüe Progreso Semanal (http://progreso-semanal.com).
 

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