Desde Costa Rica: la cultura mediatica a «la altura» de los tiempos

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Adriano Corrales Arias.*

En los últimos años hemos asistido a una serie de cambios en el formato de los principales periódicos y noticieros televisivos del país, los cuales, según sus voces editoriales, pretenden estar a la altura de los tiempos. Dichos cambios tienen que ver básicamente con la imagen y los efectos técnicos, sean tipográficos o audiovisuales, los cuales, por supuesto, inciden en el discurso y contenido de los mismos medios. Es obvio que el auge de los periódicos y revistas en línea les ha alertado.

En el caso de las secciones culturales, cuando existen, o de las revistas y espacios “sociales” o perfiles de “vida”, es notorio el énfasis en la cultura liviana y en el espectáculo/farándula, especialmente internacional. Esta tendencia se viene acentuando desde hace varios años, especialmente con la aparición de revistas de hogar, diseño y de “autores populares”, a partir de la imagen edulcorada de l@s editores, entrevistadores o presentadores como miembros del star system (avioneta set les llama don Alberto Cañas), o subrayando la producción editorial transnacionalizada y el fashion artístico internacional.

Esto no es casual.

En una época de mercado impuesto por el manto de la globalización bajo esquema neoliberal, no extraña la insistencia en lo que no incita a pensar ni expresa conflicto, o lo que, careciendo de profundidad estética y acento inteligente, comercializa lo complaciente: el sainete, el melodrama.

Dicho de otra manera: la creación artística y literaria al servicio de las ideas, es decir, la fusión de la estética y la ética para propiciar un arte humanizado -entendiendo que éste posee una dimensión social, salvo serias excepciones, está fuera de las secciones culturales y de los programas noticiosos.

Lo más sobresaliente de ese programa de maquillaje mediático es la invisibilización de la producción nacional, sobre todo la que está fuera del canon, o al margen del campo artístico y cultural, fundamentalmente la que se desarrolla fuera del valle central. Designios como el del TLC, o el Plan Puebla-Panamá, cuyos efectos serán, precisamente, la homogenización cultural bajo la égida de las transnacionales de la información, son la estrategia implícita. En otras palabras, se debilitarán los estados y proyectos nacionales, especialmente sus expresiones culturales, todo adornado con las imágenes y el relato del “american way on life” y su caricaturesco espejo criollo de modelos y “artistas” “top ten”.

Así, el programa mediático a la “altura de los tiempos”, con la aparente inocencia forjada en lo cursi y lo trivial, parte de una estrategia de ablandamiento ideológico que deja fuera de foco las culturas regionales, particularmente las populares.

Pregona una especie de “espíritu de época” posmoderno que pretende hacer tabula rasa de la cultura costarricense y, por extensión, de la centro-latinoamericana, como un esfuerzo por demoler todos los bastiones de resistencia cultural que poseamos. Se inscribe dentro de la lógica del olvido de nuestra historia reciente, principalmente la épica, es decir, la historia social que permitió, y puede permitir, un proyecto nacional independiente y solidario.

La presencia de los luchadores autóctonos y anticoloniales como Pablo Presbere y Garabito; o la de los grandes pensadores y constructores de proyectos de otra nación posible desde aquí como Félix Arcadio Montero y Jorge Volio; los intelectuales ácratas como Omar Dengo, Roberto Brenes Mesén, “Billo” Zeledón y Joaquín García Monge; o socialistas y comunistas como Manuel Mora, Carmen Lyra, Carlos Luis Fallas, Jaime Cerdas; o de la iglesia con opción por los desvalidos como Monseñor Víctor Manuel Sanabria y el Presbítero Benjamín Nuñez; o socialdemócratas como Rodrigo Facio y el mismo José Figueres Ferrer están, obviamente, fuera del programa.

Por eso, en la coyuntura actual, como propuesta de resistencia, es importante la creación de espacios de encuentro, de diálogo y debate, para la promoción sociocultural. Espacios que privilegien las principales expresiones de la cultura popular y de un arte y literatura innovadores vinculados al proceso de reconstrucción nacional en términos de su diapasón polisémica.

Para ello es importante contar con medios alternativos que respondan lúcida y creativamente al proyecto mediático light transnacional, dentro de una perspectiva y un carácter contrahegemónico y comunitario.

Dichos medios pasan por la interpretación de la cultura como columna vertebral en la dinámica y plural identidad de un conglomerado social, como tejido y soporte emocional y espiritual de un pueblo, la cual puede, y debe, jugar un papel esclarecedor en la lucha contra la homogenización que propone la globalización neoliberal.

Hoy, más que nunca en nuestra sui generis historia, Costa Rica precisa de esos medios. Esa es una de las tareas pendientes. Y en eso trajinamos. Y confiamos.
 

* Escritor.
En Informa-tico.

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