Desperdicio de comida en época de crisis

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En América Latina y el Caribe 52 millones de personas pasan hambre y cerca de 9 millones de niños padecen desnutrición crónica, sufriendo daños irreparables en su desarrollo. A partir de la actual problemática por el alza en el precio de los alimentos, se están desarrollando distintas líneas de trabajo para paliar este problema. Además de las propuestas “tradicionales”, hay una medida que puede mejorar de forma rápida y eficaz la disponibilidad total de alimentos: reducir el desperdicio.

Hoy, millones de toneladas de alimentos en buen estado se desperdician cada día en el planeta, cuyo costo se eleva a miles de millones de dólares y muchos otros costos paralelos, desde el precio de su tratamiento en vertederos hasta su costo para la ecología mundial.

Según datos de la FAO, en México el descuido en el manejo de alimentos representa pérdidas de hasta 20% entre el productor y el consumidor, principalmente en cereales y frutas, sin contar el desperdicio que se genera a nivel de hogares, restaurantes y comedores. Cerca de 40.000 personas podrían alimentarse diariamente si se reciclasen esos alimentos. En Brasil , cerca de un 64% de lo que se planta se pierde en la cadena productiva: 20% en la cosecha, 8% en el transporte y almacenamiento, 15% en el procesamiento, 20% en el proceso culinario y hábitos alimentarios. Alrededor de 70.000 toneladas de alimentos van a la basura anualmente en este país.

Sin embargo, las cifras son aún mayores en los países desarrollados. En Gran Bretaña se desperdician cada año más de cuatro millones de toneladas de alimentos. Por su parte, Estados Unidos es el país del mundo que más alimentos desperdicia. Datos oficiales de EE.UU señalan que cada año 45 millones de toneladas de alimentos se pierden en alguna parte de la cadena de consumo.

Como respuesta a esta situación, la Iniciativa América Latina y Caribe sin Hambre, un proyecto financiado por España con sede en la Oficina Regional de FAO para América Latina y el Caribe, ha elaborado un boletín en el marco del Observatorio Regional de Seguridad Alimentaria y Nutricional . En él se analizan los distintos costos de este enorme desperdicio, su efecto en la economía de las familias, la responsabilidad de los distintos sectores en esta problemática y, principalmente, las posibles soluciones existentes.

En cada paso de la cadena de agrocomercialización – desde el campo hasta la mesa – se pueden tomar medidas para aprovechar mejor la comida, desperdiciar menos y reciclar los sobrantes. Un compromiso generalizado es indispensable para proteger el medio ambiente, mejorar la alimentación de las personas y reducir el éticamente injustificable desperdicio de alimentos.

Para conocer este documento de la FAO, visite el siguiente enlace: http://www.rlc.fao.org/iniciativa/pdf/nim1.pdf

 

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