Dies dominicus

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Alguna vez la Iglesia desistió del carácter sagrado del domingo? Sí, en Venezuela, al menos, cuando se instauró el Sambil. ¿Por qué? ¿Qué le pasó a la Iglesia?

Así como los judíos tenían su sábado y los musulmanes su viernes, el primer emperador cristiano, Constantino, instauró el domingo como ‘día del señor’, dies dominicus. Antes fue para los antiguos dies solis, ‘día del Sol’, como en las hablas germánicas, en donde el domingo se llama Sunday, entre otras variantes que se remontan hasta el sánscrito.

El domingo se universalizó. Claro, la cristiana se volvió la religión dominante junto con Occidente, a sangre y fuego, ya sabemos. Se ha determinado que la catequesis rinde mucho más cuando es a cañonazos.

Ahora estamos ante una nueva herejía que impone el domingo como día cualquiera. En Venezuela pasó como si tal cosa, más bien celebramos ingenuamente la comodidad de poder hacer compras el domingo, en esa deshumanización en que el dependiente no tiene rostro, ni individualidad, ni personalidad, como una cosa, como decía Marx.

La Iglesia se asoció demasiado feo con el nazifascismo. Su papel en el Holocausto fue de silencio y complacencia; total, mataban paganos. Como nuncio papal en la Alemania nazi, el cardenal Eugenio Pacelli, luego papa Pío XII, concluyó el Concordato imperial (el Reichskonkordat). Una de sus primeras disposiciones como eso que llaman ser papa fue borrar del Index (las obras que los cristianos tenían prohibido leer) los libros del francés Charles Maurras, famoso fascista y por tanto antijudío. Por ejemplo. Por ahí puedes ir sacando la cuenta, como que también contó para su ascenso a papa con la aquiescencia de Benito Mussolini.

Pero perdió la guerra y quedó con esa mancha. ¿Cómo quitársela? No conozco muchos documentos secretos, ni los míos porque no los tengo, pero parece ostensible esta posibilidad: el Vaticano negoció su supervivencia con el Imperio gringo. No tenía otra. Me imagino que se la entregaron en Yalta. Y eso la hizo ponerse a su zaga en todas sus aventuras capitalistas, entre ellas el neoliberalismo, con su abolición del domingo como día sagrado, como pasa en Francia ahora. Eso explica tanta conferencia episcopal pitiyanqui. Así ha sobrevivido dos mil años.

Roberto Hernández Montoya

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