Dos años de gobierno de Alan García: El “milagro” fallido

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Por Matías Mongan*
 
Pese a tener sólo un 26 por ciento de aprobación popular, Alan García resalta sus logros macroeconómicos, los cuales no se traducen en una mayor distribución de la riqueza.

Alejado de sus tiempos como caudillo antiimperialista, Alan García se muestra como un político neoliberal ortodoxo defensor de lo que el considera el “milagro peruano”. Siguiendo el ejemplo de la economía de mercado chilena, en los últimos años Perú ha abierto su aparato económico a las inversiones de los capitales trasnacionales.

Las capitales financieros internacionales rápidamente mostraron su interés en explotar el sector minero. Obnubilados con los altos precios de los metales en el comercio mundial, la economía peruana comenzó a evidenciar una excesiva dependencia de la exportación minera.

El desarrollo de ese sector, que actualmente aglutina a más del 50 por ciento de las exportaciones, le ha permitido a Perú convertirse en el segundo productor mundial de cobre y zinc. A su vez, el país sudamericano también “ostenta” el privilegio de ser catalogado como el primer productor mundial de plata.

La rentabilidad inherente a la venta de todos estos comodities en el exterior, le permitió al gobierno de Alan García gozar de un crecimiento macroeconómico sostenido en este último tiempo.

Por ejemplo, se estima que para este año la economía peruana puede llegar a crecer hasta un 8 por ciento y para la calificadora de riesgo Standard & Poor`s, es una de las economías más sólidas y seguras de toda América Latina: ubicándose en un nivel similar al de Brasil, México y Chile.

Ahora bien, si en primera instancia estos datos parecieran darle la razón al líder del partido Aprista Peruano (APRA) cuando habla de un “milagro peruano”, sería bueno preguntarse porque Alan García concluyó los dos primeros años de su gobierno con sólo un 26 por ciento de popularidad, esto de acuerdo a una encuesta realizada por la consultora Ipsos Apoyo.

Una primera respuesta a este interrogante puede encontrarse en que la bonanza económica coyuntural que en la actualidad vive Perú, debido a la excesiva dependencia de la minería, no se traduce en una mayor equidad social y distribución de la riqueza.

La pobreza todavía continúa afectando a casi un 47 por ciento de la población, según datos del Instituto Nacional de Estadísticas e Informáticas (INEI). Si a esto le sumamos que la inflación sólo en el pasado mes de junio aumentó un 7 por ciento (no se registraba un índice inflacionario tan alto desde agosto de 1998, cuando se evidenció un 7,48 por ciento), es lógico que la mayoría de los peruanos estén descontentos con su Presidente.

En un mensaje dirigido a la Nación desde el Congreso, Alan García argumentó que esta situación se debía a la crisis mundial alimentaria y el alza del petróleo. “Hay un límite en lo que se puede hacer racionalmente”, enfatizó el Mandatario.

Indudablemente la coyuntura internacional ha contribuido a incrementar la inflación en todos los países de Latinoamérica. Sin embargo, el Estado tiene la obligación de actuar para poder así paliar las necesidades de su población. Claro que la intervención estatal no esta muy bien vista en la lógica de Alan García, la cual según su visión perjudica las estabilidad financiera necesaria para atraer las inversiones extranjeras.

Según analistas, una buena medida que el gobierno peruano podría adoptar, para así canalizar el crecimiento económico a toda la población y que el Presidente curiosamente omitió de mencionar en su discurso a la Nación, es el impuesto a la sobreganancia minera.

En relación a este tema Carlos Monge, investigador del Centro de Estudios y Promoción de Desarrollo (Desco), enfáticamente asegura que "si cada año hay una sobreganancia de las mineras de 10 mil millones, como ha ocurrido en los dos últimos años (2006-2007), y si se aplica un impuesto conservador de 50 por ciento como ocurre en Inglaterra, el Estado peruano tendría un ingreso adicional de 5 mil millones de soles”.

“Ese dinero podría destinarse como mecanismo de compensación para las regiones que no tienen canon minero", afirmó Monge.

Pero la administración aprista consideró que esto no es necesario y faltando a su promesa electoral de llevar adelante el impuesto a la sobreganancia minera, consensuó con las empresas trasnacionales el pago de 757 millones de dólares en concepto de regalías a lo largo de cinco años.

De acuerdo al Jefe del Gabinete, Jorge del Castillo, el aporte extraordinario "será destinado, en el marco del Fondo para la Igualdad, para la lucha contra la pobreza, la desnutrición y la exclusión social en las zonas más deprimidas del país".

No obstante, esa cifra resulta irrisoria, sobre todo si tenemos en cuenta que de acuerdo a datos de la Comisión Nacional Supervisora de Empresas de Valores, en el año 2006 las cinco principales mineras extranjeras que operan Perú obtuvieron utilidades netas por alrededor de 2.800 millones de dólares.

Este tipo de situaciones son las que permiten vislumbrar los aspectos negativos del famoso “milagro” que tanto habla García y, teniendo como resultado que buena parte de la sociedad lo catalogue como un “Presidente de los Ricos”.

En este sentido, la representante del Partido Popular Cristiano (PPC), Lourdes Flores Nano, aseguró que “esa etiqueta que me clavó a mí (en la campaña presidencial), sería a él a quien le corresponde. Él (García) es el presidente de los ricos, sin la menor duda, porque es un gobierno muy conservador”.

A estas críticas se sumó el líder del Partido Nacionalista Peruano (PNP) Ollanta Humala, quien señaló que "Alan García no ha logrado convencer a los peruanos. Más del 70 por ciento de peruanos desaprueba su gestión".

"La riqueza de nuestros suelo está destinada a favorecer al capital extranjero. El modelo neoliberal impuesto por (el ex presidente Alberto) Fujimori desde 1990 ha sido continuado y ha profundizado las desigualdades existentes entre los peruanos. Necesitamos un Estado fuerte", enfatizó enérgicamente Humala.

No obstante la desaprobación popular y los ataques de la oposición, Alan García sigue firme con su plan de gobierno neoliberal. Cada vez que puede se jacta de los logros macroeconómicos alcanzados por su gestión. La aprobación del Tratado de Libre Comercio (TLC) con los Estados Unidos. El ingreso de Perú a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico(OCDE), como un reconocimiento no sólo al buen desempeño de la economía, sino también al marco favorable que ofrece para las inversiones nacionales y extranjeras.

Bajo este marco, la pregunta recae en pensar: ¿tantos galardones entregados por organismos multilaterales son válidos si la riqueza no llega al total de la población? La historia de Sudamérica se caracteriza por tener un eje común entre sus países. Es válido recordar, que durante los noventa Argentina era premiada por el Fondo Monetario Internacional(FMI) como el mejor “alumno” de la región, mientras, en el trasfondo se estaba destruyendo el aparato productivo del país.

*Publicado en APM

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