Ecuador: la entrevista como agresión periodística

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Alberto Maldonado S.*
Quizá, una “inocente entrevista” que publicó (enero 2/2011) el diario sipiano El Comercio de Quito al Presidente de la Asamblea Nacional (parlamento) sobre un informe de la Contraloría G eneral del Estado es una demostración de cómo opera la prensa sipiana (de la SIP-CIA) contra los líderes políticos que abiertamente están contra el sistema, que ellos lo identifican (al sistema) con la “democracia y la libertad de expresión”.

El entrevistado fue el arquitecto Fernando Cordero, mejor conocido popularmente como “El Corcho” (imagen de apertura, con el presidente Correa); y el entrevistador, el señor Arturo Torres R.,quien se identifica como “editor de investigación” del diario  El tema: un informe de la Contraloría General del Estado, según el cual se habrían establecido responsabilidades por algunos cargos establecidos en el manejo de algunos rubros (especialmente contratos) durante el desarrollo de la Asamblea Nacional Constituyente (2008) de Montecristi (Manabí); precisamente la Asamblea que dictó la nueva Constitución Política del Estado, que fue aprobada por amplia mayoría del pueblo ecuatoriano, mediante referéndum, hace más de un año.

De acuerdo con la ley de control financiero, el informe final de Contraloría debe ser notificado a las partes comprometidas, en acto público. Sin embargo, el señor Torres, que al parecer goza de informantes internos de la Contraloría, sabe y está cierto de un segundo informe que no ha llegado a conocimiento pleno del entrevistado. Y, durante la entrevista, el presidente del parlamento se niega a hablar sobre el tema, especialmente porque no lo conoce a profundidad, y el entrevistador insiste en él “como cosa juzgada” como si el Jefe de la Asamblea “estaría obligado a darle satisfacciones”. Un papel que, ni en el Ecuador, ni en la Cochinchina, le corresponde a quien, en una entrevista periodística, asume el papel de sumo sacerdote o de última instancia judicial.

Esto me recuerda que hace ya años, nada menos y nada más que la Corte Suprema de Justicia de Francia, se vio obligada a expedir un manifiesto porque en ese país los periodistas de medios impresos habían asumido las tareas de “fiscales inapelables” que acusaban, con o sin pruebas, a actores de la cosa pública; y luego, si los sectores judiciales demoraban sus pronunciamientos o no les daban “la razón” en sus sentencias, pues asumían el papel de “jueces supremos” y, por su cuenta, declaraban “reos de culpa” a quienes ellos acusaban. Y esta práctica no podía seguir imponiéndose en un país del primer mundo, en un estado de derecho pleno.

No sé si en Francia la protesta de la Corte Suprema surtió algún efecto; pero en el pequeño Ecuador, en América Latina, desde hace rato, los medios de comunicación del sistema (neoliberal) han asumido este papel; un papel que pretende justificar lo injustificable (caso el Mercurio de Chile, con la feroz dictadura de Pinochet) o para acusar y “sentenciar” sin más, a quien no solo que se aparta sino que combate lo que para ellos es una verdad absoluta: las bondades de  la política social del mercado o de la globalización. El Presidente Hugo Chávez (Venezuela) desde hace 12 años,  tiene una oposición mediática (El Nacional, Globovisión, etc.) y es una víctima permanente de este tipo de agresión mediática.

Ya Gabriel García Márquez en un ensayo sobre periodismo dictado en Los Ángeles (EE.UU.) el 7 de octubre de 1996 (es decir, hace 14 años y algo más) advertía situaciones como estas: “Para los redactores de periódicos, la transcripción es la prueba de fuego; confunden el sonido de las palabras, tropiezan con la semántica, naufragan en la ortografía y mueren en el infarto de la sintaxis” … “La entrevista de prensa fue siempre un diálogo del periodista con alguien que tenía algo que decir o pensar sobre un hecho” … “Pues el periodismo es una pasión insaciable que solo puede digerirse y humanizarse por su confrontación descarnada con  la realidad. Nadie que no la haya padecido puede imaginarse esa servidumbre que se alimenta de las improvisaciones de la vida”

Por eso y por mucho más, resulta razonable que el presidente Cordero, en la entrevista, acuse a los medios sipianos ecuatorianos de actuar en “holding” contra el parlamento. El entrevistado pone unos ejemplos de lo que significa este holding: “lo que dice El Comercio luego se reproduce en Hoy” (de Quito).  Lo que no dijo Cordero es que lo mismo pasa en  Guayaquil: lo que dice o denuncia El Universo (el cabeza del holding mediático) lo reproduce Expreso y otros medios, especialmente canales de televisión. Y lo que no dijo Cordero es que este asunto se repite a nivel continental, a través de las cadenas impresas, radiales, televisivas del sistema. El Grupo de Diarios de América (GDA) es una caja de resonancia de este tipo de agresiones.

Para un lector acucioso, lo que El Comercio de Quito estaba haciendo con esa entrevista es parte de una política de desprestigio que está aplicando la “red sipiana nacional” contra el gobierno del presidente Correa y su revolución ciudadana. No admiten (no pueden admitir) que un Jefe de Estado, semanalmente, les “desprestigie” y hable de las distorsiones y manipulaciones y mentiras que todos los días publican y difunden los medios sipianos contra ese gobierno, solo porque tiene y mantiene un discurso de cambio y porque un Jefe de Estado, elegido y reelegido libremente, por los ciudadanos en las urnas, diga que la “prensa es corrupta” que es golpista, que conspira y no dice la verdad; y, si la dice, esa verdad está llena de “peros”..pero, esto y esto y lo de más allá. Lo cierto es que no pueden admitir que en este Gobierno (al margen de que uno sea o no gobiernista) hay obra cierta, que no la pueden negar.

Por supuesto, la entrevista sipiana tiene, además, otros objetivos: escandalizar respecto de una supuesta (¿o real?) incuria del poder legislativo respecto del manejo de los recursos estatales, es decir, de todos los ecuatorianos. Los acuciosos auditores de la Contraloría como que han detectado algunas anomalías (una supuesta factura adulterada en la compra de una alfombra roja que usó la Asamblea Constituyente, para sus actos solemnes) y, como lo dice el también expresidente de dicha Asamblea (Alberto Acosta, antecesor de Cordero) la Contraloría tiene todos los arbitrios legales para enjuiciar y mandarle a la cárcel, al autor de tal adulterio, si es del caso. Pero, no;  la entrevista tiene el objetivo principal de desprestigiar a la Asamblea Nacional de manera tal que se parezca a lo que era el antiguo y desprestigiado Congreso Nacional. Y como la Asamblea es parte importantísima del Gobierno-Correa, pues dar la sensación de que “igual que siempre” se cometen ilícitos que, desde luego, quedan en la impunidad.

No pocos estudiosos de la entrevista, sostienen que, para saber la posición política de un periodista solo hay que analizar las preguntas que formula a un entrevistado; y esa es una práctica y un método que se refleja con mayor desparpajo en estos tiempos. Y como soy un preocupado permanente de cómo se opera en medios “independientes” encuentro, por así decirlo, que tal práctica es aún más visible en sistemas televisivos de alcance continental, como CNN, en español.

Solo hay que tener un poco de malicia para descubrir que sus entrevistadores(as) estrellas son fiscales ad honoren frente a un entrevistado que no está en su línea política o que cuestiona el sistema; y solo un ciego no puede advertir que le dan tribuna libre, a un entrevistado, que va a decir lo que ellos quieren que digan. Por ello, es más que comprensible que el Presidente de la Asamblea Nacional le recuerde al entrevistador, que lo que los medios prefieren es la basura; y una basura que se repite de medio en medio.

Y lo que el mercado está preparando es periodistas (mujeres mejor que hombres) que con caras angelicales y con preguntas más angelicales aún, puedan despellejar a un entrevistado que no esté en línea; o que puedan dar lucimiento personal y colectivo al o la entrevistada que si. En el Ecuador, de lo que se oye, el viejo periodista cuestionador, bien ilustrado, que igual trata de dialogar con el entrevistado pero en un plano de igualdad y de ética, está casi desaparecido. En su lugar, está actuando el entrevistador a quien han preparado precisamente para que oriente su entrevista,  de acuerdo a sus conveniencias.

Lo único que no cambia es la clase de entrevistados. Da hasta ternura (si no ira) ver, oir o leer a entrevistados que pretenden exponer las virtudes de un gobierno pero que no saben (o no quieren) salir de la situación, con un poco de racionalidad y otro poco de originalidad. Y en este papel, hay que recordar que hace tiempos se dieron algunos casos semejantes (Don Buca frente a Diego Oquendo, por ejemplo)

* Periodista.
 

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