Ecuador, la oposición recalcitrante y un dirgente que no cuaja

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Alberto Maldonado S.*

Ni Cantinflas hubiese sido tan “claro”: “No somos golpistas, somos un pueblo decidido al que se le respeta y que estará ahí hasta acabar con la dictadura” Y para que nadie dude que no se trataba de un “lapsus” durante los 45 minutos que duró el encendido discurso repitió  una y otra vez que Guayaquil y su alcalde “no eran conspiradores” pero que se proponían “luchar contra esta dictadura pero sin acabar con el presidente”; y esta otra perla: “no somos golpistas pero tampoco cobardes y pendejos”

El autor de tan importantes y sesudas amenazas y advertencias no es, desde luego, un cantinflas. Tampoco un líder de esos que “hablan bonito pero que hablan pendejadas” como lo dijo alguna vez de su adversario, un ex presidente de la república que hace rato dejó para siempre las preocupaciones mundanas.

Jaime Nebot Saadi es el alcalde Guayaquil, el puerto principal del Ecuador y la ciudad con mayor número de habitantes: alrededor de tres millones de seres humanos (cerca de un 22% de la población total del país) Además, lleva en la alcaldía, 10 años, ya que  la heredó de su hacedor político, el ya fallecido ex presidente León Febres Cordero, el último líder duro de la derecha, a través del partido Social Cristiano.

Un partido que “gracias a dios y a Correa” ha sido reducido, en los últimos tiempos, a menos que una mínima expresión política. Tanto como que el propio heredero, a quien los periodistas mediáticos le apodaban “el cachorro” (el hijo putativo del “león”) pero que éste, con buen olfato, renunció a seguir siendo socialcristiano y se proclamó líder de un naciente movimiento al que patrióticamente le nominó “madera de guerrero” que es como reconoce al guayaquileño una vieja y muy conocida canción popular; aunque esos malos de siempre, dicen que más bien son “guerreros de madera”.

Pero bien, ¿a qué viene esta reflexión? A que la oposición “tenía la esperanza” de que Nebot asuma su liderazgo nacionaL; y que, a través suyo, la derecha recalcitrante pueda, primero, reconstituirse; segundo, adquirir una fuerza política capaz de enfrentar al presidente Rafael Correa y su Movimiento País; y tercero, que la oposición sea una opción real de un golpe de estado, de un derrocamiento, de una movilización nacional que obligue a éste a huir, como lo hizo Lucio Gutiérrez; o de una alternativa de sucesión “a cualquier precio” porque de lo contrario, habrá Correa para largo.

Y eso, no lo pueden permitir ni perdonar.

Cabe recordar que se dio un ensayo oposicionista protagonizado por el mismo Nebot, hace ya un par de años. El objetivo fue la Asamblea Nacional Constituyente, reunida en Montecristi (la tierra de Eloy Alfaro) y, con amplia mayoría “oficialista”, Nebot y Cia. se inventaron “el mandato de Guayaquil” y pretendieron marchar sobre la Asamblea; pero, con tan poco éxito, que aquello no pasó de un “show” bastante pobre y de ninguna consecuencia.

El propio Nebot volvió a recluirse en su Guayaquil “maderista” y renunció “definitivamente” a encabezar una oposición nacional contra el Movimiento País y la “revolución ciudadana”

Desde entonces, la derecha ultrista ha venido ensayando liderazgos potenciales o supuestos; con muy pobres resultados. Lucio Gutiérrez –y su equipo– fue el primero en postularse para conducir la guerra contra Correa. Para ello, puso sobre el tapete, sus “muchos merecimientos” (en especial que nunca tuvo o tenía nada de marxista, ni siquiera de progresista), pero siguió demostrando que adolecía de limitaciones insuperables, especialmente en eso que los sesudos politiqueros dicen que debe tener un líder: carisma, imagen y algo de inteligencia.

La “derecha-derecha” (la que manda) además nunca ha confiado en sus ejecutorias y lealtades por aquello de que “quien traiciona una vez, traiciona dos”. Lucio y su combo fueron haciendo mutis por el foro hasta que quedaron como simples aliados en la Asamblea Nacional (antiguo Congreso) en donde tienen unos cuantos congresistas, ninguno de los cuales puede autocalificarse de “tribuno”

La derecha, que no se duerme en sus laureles, decidió probar luego con el “show man” de la televisión local, Carlos Vera; un “comunicador social” que se había “peleado” con el propio Correa y que se declaró su oponente y su rival. Parece que algún sector económico de la derecha le aseguró su auspicio; y este, se lanzó sin más, a la arena política. Había escrito un libro  y pretendió tomarse las calles, por lo menos de Quito y Guayaquil. La respuesta popular no solo que se hizo esperar sino que nunca llegó, al extremo que este cuadro, ha tenido que hacerse a un lado y permitir que la ultra derecha siga buscando su líder.

Vuelve entonces a “sonar” el nombre del alcalde de Guayaquil, Jaime Nebot, con quien Correa ha mantenido, desde hace tres años, una agria disputa política. Esta vez, el pretexto arrancó con la acusación de que el Gobierno Correa estaba perjudicando a Guayaquil con 24 millones de dólares, en el reparto que anualmente debe hacer el Ministerio de Economía, entre todas las instituciones seccionales (municipios, consejos provinciales y juntas parroquiales).

El alcalde recogió además el guante por alguna expresión que tuvo Correa y se declaró indignado y dispuesto a “hacer respetar la dignidad de Guayaquil”. En ese tono se armó la gran movilización cívica de Guayaquil, que fue convocada por el ofendido alcalde y sus muchachos, para el jueves 11 de febrero/2010. ¿Por qué será que a la derecha universal le gusta tanto el número 11? (el 11-S, el 11-M).

Y todos pusieron el ojo en esa fecha mágica. La oposición pelucona anunciaba la gran marcha de Guayaquil como cuando los testigos de Jehová anuncian con día y hora el fin del mundo. Pero no pasó nada. Para sus organizadores estuvieron en las calles porteñas más de 300.000 feligreses; para la policía, que desplegó un gran operativo. los manifestantes fueron entre 80 y 100.000. Haya sido el número de manifestantes que haya sido (en el mejor de los casos no mayor al 10% de la población guayaquileña), la manifestación se dio, Guayaquil fue reivindicado de los supuestos agravios, el Alcalde dijo lo que dijo; y punto.

El alcalde Nebot, nuevamente, decepcionó a sus fans derechosos ya que se dedicó a “defender” Guayaquil. Y eso, en el Ecuador, suena a regionalismo barato, a separatismo, una bandera que no es nueva en Guayaquil y que el resto del país (los 10 millones) lo reprueba una y otra vez.

Para el gobierno de Correa y su “revolución ciudadana” fue un gran alivio porque no pasó nada. Y creo que, si hay sentido común gubernamental (a pesar de que dicen que el sentido común es el menos común de los sentidos), habrán advertido que fue un gran desperdicio la campaña publicitaria y de desmentidos que echaron a rodar durante casi dos meses. A la final, “el cachorro de león no era tan fiero como lo pintaban”.

Quedó en claro, una vez más, que al presidente Rafael Correa le está faltando, desde hace rato, una política comunicacional apropiada. Una política comunicacional que llegue a los grandes sectores populares, especialmente rurales y marginales, muchos de los cuales ni siquiera saben hasta hoy que es el jefe de Estado. Porque la propaganda política “oficial” llega poco y mal. Los únicos que sacan provecho son los que manejan la publicidad y, desde luego, los medios de comunicación que siguen nutriéndose del gobierno precisamente para poder seguir despotricando de él.

Lo que si ha quedado claro de la famosa marcha “pelucona” es que la ultra derecha se ha puesto de acuerdo en el lenguaje que han comenzando a utilizar para justificar sus acciones (presentes y futuras) Por lo menos el alcalde Nebot dio pistas sobre la materia:

Habló de que va a defender “la libertad y la democracia” pero no citó un solo caso concreto en que desde las esferas gubernamentales se haya tratado de coartar la libertad de alguien de la oposición o que el gobierno dé muestras de actitudes antidemocráticas. Pero, suena bonito “defender la libertad y la democracia” aunque no se hayan tomado la molestia de definir que entienden ellos por libertad y democracia. ¿Quizá la que practicó el fallecido León Febres Cordero, Presidente, y su leal cachorro, ya como gobernador del Guayas, ya como su diputado?

Habló también que va a luchar contra “la tiranía, contra la dictadura”. Igual; no nos explicó qué hechos o situaciones se han dado como para que se tilde de tiranía o dictadura a un gobierno que exhibe seis triunfos electorales y que en tres años de ejercicio, apenas si ha usado la tribuna pública (los enlaces sabatinos) para desmentir y denunciar a los periodistas y analistas pelucones que lo han agredido en todos los tonos durante la semana; y para agregarle alguna expresión burlona (car’e tucos, pelucones, el diario el perverso y otros), lo que seguramente es para los ex grandes cacaos, un insulto o una falta de respeto.

Lo que si quedó claro es que las oposición y sus dirigentes se han puesto de acuerdo en los calificativos que deben emplear para tratar de justificar cualquier “acción liberadora” posterior. Pienso además, que tal estrategia es una vulgar repetición de lo mismo que le acusan en Venezuela, la oposición pelucona, a Hugo Chávez. Tampoco ahí explican;  por qué es un dictador, un tirano. Y por qué ellos se han declarado dueños absolutos de la libertad, la democracia y, por supuesto, la libertad de expresión

En todo caso, y volviendo a los nuestro, la ultra derecha ecuatoriana sigue en busca del gran conductor de su causa ya que Nebot, definitivamente, está lejos de ser un caudillo a nivel nacional. Por ahí ha reaparecido Carlos Vera, intentando retomar su causa perdida con una movilización convocada en Quito. Presumo que va a tener tanta asistencia que los medios pelucones se darán modos para hacer aparecer 20 como si fueran cien. Viejo truco del periodismo “vinculado”.

* Periodista.

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