Ecuador: qué debemos entender por libertad de expresión

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Todos hablan de libertad de expresión; y dicen que la tal libertad de expresión está, en Ecuador, disminuida. Y hasta el Consejo de Derechos Humanos de las NNUU habla que hay algún riesgo de la tal libertad, en nuestro país. Desde luego, el gobierno del presidente (Rafael) Correa ha rechazado esa sugerencia y dos más.| ALBERTO MALDONADO S.*

 

Ha aceptado 64 y ha rechazado tres. Pero, nos parece que la libertad de expresión está siendo manipulada por los medios de comunicación, que responden a la vieja y corrompida SIP, a la USAID, a la NED, a Fundamedios y a tantos y tantos membretes que han aparecido y han desaparecido en
estos últimos tiempos.

 

Digo todo esto, porque, igual que sobre la medicina o la jurisprudencia, todos nos sentimos, en un momento dado, en capacidad de hablar. Y lo que decimos y no decimos, está en los medios de comunicación; especialmente en los medios impresos (periódicos, revistas, semanarios, etc.) Pero los únicos que deben hablar y tienen derecho a hablar de medicina o de jurisprudencia (no todos, desde luego) son los médicos y los abogados.

 

Dice don Perogrullo que en todo hay que comenzar por el principio. La libertad de expresión del pensamiento es un derecho tan viejo como la humanidad. Solo que antaño uno corría inclusive riesgo de muerte si hacía uso de ese derecho.

 

En definitiva, la libertad de expresión del pensamiento quiere decir, en esencia, que cada quien pueda decir sotto voce o a través de un medio comunicacional, todo lo que piense o lo que crea que es su única verdad. Así por ejemplo, en los mismos Estados Unidos de Norteamérica, hay como ocho estados que todavía aplican la pena de muerte, a pesar de que en el resto, ya no hay.

 

Solo que hasta hace poco, era prohibido que la gente piense y se exprese como le da la real gana. En este capítulo, pueden decir y mucho, las viejas reglas de la humanidad. No quiero ir muy lejos; pero la Iglesia Católica, apostólica y romana, hasta fines del siglo 18 practicaba en toda “la culta” Europa (y en toda América Latina) lo que se ha dado en llamar la Santa Inquisición ¿Qué era la S.I? Una persona podía ir a la hoguera bárbara si alguien le acusaba de hereje, de impío o de brujo; y no podía demostrar, ante el jurado, que no era tal o cual.

 

En la mayor parte de los casos, era encontrado culpable y sus bienes pasaban a la Iglesia. Y los jurados estaban integrados por sacerdotes y sus adláteres.

 

Y ni hablar de los fascistas y el derecho a la libertad de expresión. Solo hay que preguntarles a los judíos (de ayer), o a los comunistas, lo que les pasó por el hecho de pensar distinto. Y hay versiones —no confirmadas pero que van por ese camino— de que el nazismo se está reintroduciendo en los Estados Unidos y en Europa. A pesar de todo lo que se dice (y se hace, para disimular) lo cierto es que los republicanos (y buena parte de los demócratas) se han pasado al nazi-fascismo, al estilo de Mussolini o de Hitler.

 

¿Qué hacer? Si solo hay que preguntarles a los de Israel (de hoy) y los palestinos. ¿Por qué será que la gran Corte Internacional Penal (que funciona en Europa) no dicta órdenes de detención contra Netanyahu y su ministro de Defensa?

 

En otras palabras, el derecho a la libertad de expresión del pensamiento existe. Pero, en el mundo entero (que yo sepa) no hay medio de comunicación que lo practique a plenitud. Al contrario, los medios de comunicación —vistos, hablados, impresos y ahora por el internet— son los principales enemigos de la libertad de expresión.

¿Por qué? Porque es un imposible físico que satisfagan a todos; que digan lo que tienen que decir todos. Para comenzar, todo medio de comunicación tiene un fin, un objetivo (declarado o encubierto); y, para cumplirlo, debe estar a tono con la sociedad segmentada o en su conjunto. En estos tiempos, los medios de comunicación establecidos (prensa impresa, radio, televisión) tienen, como fin u objetivo, las utilidades; mientras más, mejor. No pueden estar, por ejemplo, en contra de la publicidad. Y, según Ignacio Ramonet (español, director del Mundo Diplomático en París) tienen —los medios llamados independientes— la obligación de llevar gente a la publicidad.

 

Por eso, según Ramonet, son el quinto poder del estado. Es decir, han sido devaluados, porque hasta hace poco eran el cuarto poder. Para mí, eran, entre los años 30 y 70 del siglo 20, el primer poder del Estado. En estos tiempos han mentido tanto que se han depreciado. Ya no son el quinto poder, ni el primero; y eso haciéndoles un favor.

 

Los abogados sentaron jurisprudencia; y, desde entonces, el acusador tenía que demostrar que fulano, zutano o perencejo era, en realidad, impío o hereje. No como le oí decir a uno de los cuatro veedores (el más ingenuo) que, como observadores, habían detectado que el hermano mayor del presidente (de nombre Fabricio) había hecho “muy buenos negocios” con el Estado y que el presidente si sabía de esos negocios. Agrega que “es obligación” del primer magistrado demostrar lo contrario. Razón que no les quieren dar asilo en ninguna parte. Porque si están asilados, según ellos, le correspondería al embajador del país donante demostrar que son perseguidos políticos.

 

Pero —que yo sepa— en ninguna parte del mundo hay una libertad de expresión absoluta. Igual que cualquier otra libertad, la de expresión del pensamiento tiene una limitación: el buen nombre, la respetabilidad a que tienen derecho las personas. Yo, a título de comunicador social, no puedo decir, sin pruebas (por lo menos indicios, como exigen los abogados) que fulano de tal ordenó disparar o que zutano es corrupto o que perencejo es de cuidado.

 

Es posible que, en este valle de lágrimas, haya ejemplares de este jaez. Pero, para poder decir cualquier cosa contra alguien (y no ser enjuiciado) , debo, por lo menos, dar indicios cuando no pruebas fehacientes de lo que estoy diciendo. De lo contrario, se corre el riesgo de ser multado o de ir a la cárcel, como les ocurrió a los de El Universo, al señor Emilio Palacio y a los veedores, que vieron lo que el señor Chambers quiso que vieran, etc.

 

¿Tiene dueños la libertad de expresión? Que yo sepa, no. Ni siquiera los empresarios de la comunicación. Ellos tienen medios de comunicación; y como tales, están obligados a guardar compostura. A título de dueños de medios, o de periodistas, no pueden decir lo que les dé la gana. Lo contrario sería ilegal e inconstitucional. Estaríamos creando unas personas privilegiadas Todo sería cuestión de que una persona con plata o un grupo de gentes puedan ponerse un medio de comunicación y decirle samba canuta a cualquiera. Esto no puede ser.

 

Yo aspiro a que en las nuevas leyes penales que se discuten (¡y de qué forma!) en la Asamblea Nacional, quede claro lo del insulto o agravio o desacato. Hace décadas, un periodista norteamericano (ya fallecido) decía que se puede insultar al Presidente de la República, a la mamá del presidente, y no les pasaba nada. Pero que no se podía decir que se encontró un bicho en una botella de coca-cola ¿Lo mismo quieren para Ecuador? Pregunto ya que soy preguntón. Es decir, ¿el Presidente de la República, sus ministros, sus amigos, merecen que cualquiera les diga samba canuta y no les pase nada?

 

Siempre he pensando que los diarios amarillos (¿es que hay medios impresos que, en estos tiempos, no son amarillos?) no tienen ningún derecho a publicar esas fotos que destilan sangre y semen, por doquier. Pero, de haberlos, los hay. Pienso que ese tipo de periodismo es de un amarillo tirando al negro. Y formulo una pregunta final: ¿por qué ese tipo de agraviados no tienen en este país (y en otros) el elemental derecho a demandar a los agresores?

Si aquello se diera, otro gallo cantaría en esto que se llama libertad
de expresión del pensamiento.
——
* Periodista.

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