Eduardo Heras León, escritor. – »LA CULTURA COMO ESCUDO MORAL DE LA NACIÓN»

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Dentro de su obra hay dos libros que yo mencionaría como cumbres, La guerra tuvo seis nombres, Premio David 1968, en el que abordó el tema de la batalla de Playa Girón en 1961 (Heras, miliciano, combatió en aquél trascendental hecho histórico), y Los pasos en la hierba, mención del Premio Casa de las Américas 1970, libro en el que retrata a hombres de carne y hueso, participantes en la guerra librada contra los grupos alzados en las montañas de la Sierra del Escambray en la década de 1961/70, periodo que unos estudiosos llaman guerra civil, otros lucha de clases.

La visión nada ortodoxa de los combatientes revolucionarios le costó caro. Apareció el «Quinquenio Gris», y separado de la Universidad de La Habana donde estudiaba Periodismo fue a parar como obrero a la empresa Vanguardia Socialista, una acería en la periferia de la ciudad.

No fue hasta años más tarde que regresó a la Universidad para obtener su título de Periodismo y otro en Lengua y Literatura Hispánicas. Pero mientras tanto, escritor al fin, extrajo de su labor cotidiana cuentos de temática obrera, asunto hasta entonces poco trabajado en una sociedad definida como tal. Con su libro Acero el escritor-obrero o el obrero-escritor reivindicaba así en una sola condición la esencia de sus preocupaciones y angustias: el ser humano.

Hoy conversamos con este hombre multirracial, de pensamiento ordenado, palabra fácil, Premio Nacional de Edición de 2006, y cuya vocación de siempre por educar lo llevó a fundar el Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso, que actualmente dirige.

–¿Cuáles serían a su juicio los temas fundamentales que debería tratar el VII Congreso de la UNEAC?

–El anterior Congreso en 1998 fue realmente un congreso muy especial, a tal punto que muchos compañeros comparaban lo que se discutió y las conclusiones con el Congreso del Partido. Sobre todo porque se abordaron temas de incidencia nacional que eran preocupación no solamente de los escritores, de todos los artistas, de todo el movimiento intelectual del país; o sea, no sólo los problema gremiales propios de cualquier institución, sino los problemas que tenían que ver con la sociedad, con la crisis de valores que estábamos teniendo.

«Además se abordaron problemas como los prejuicios raciales –zonas de discriminación racial que existen en el país–; se habló de zonas marginales de la juventud; se habló del problema de la globalización hegemónica y la penetración de esa globalización en sectores de la vida nacional como el turismo, como la economía, el papel de la prensa. Y sobre todo, lo que siempre ha sido preocupación fundamental de la comunidad intelectual, que es el papel del escritor, del artista, en nuestra sociedad.

«Pienso que ese es uno de los asuntos que me parecen esenciales, por cuanto en nuestro país, por ejemplo, el maestro, el médico, no sé, el ingeniero, el arquitecto tienen muy claro cuál es su papel en la sociedad. El maestro sabe que tiene que educar. El médico sabe que tiene que salvar vidas, que tiene que curar. Pero, ¿cuál es el papel del escritor? ¿Sencillamente escribir?

«No. Si nosotros somos, como me gusta decir a mí, conciencia participante de lo que está sucediendo en el país, pues tendríamos que participar de manera activa en toda la problemática que se está discutiendo, y más en estos momentos, de especial importancia para en los destinos del país.

«Yo soy Vicepresidente primero de la Asociación de Escritores, cuya directiva con la convocatoria del Congreso termina. Pertenezco al Comité Organizador del Congreso de la UNEAC y pienso que lógicamente se deben plantear los problemas del gremio, problemas que tienen que ver con la situación económica del escritor, del artista –por ejemplo, en el caso de los escritores, los problemas del derecho de autor son importantísimos, los problemas de la promoción, los problemas del libro, de la literatura–. Pero junto con eso se van a abordar una serie de temas que van a poner a la UNEAC en el centro de la problemática del país, de la misma forma que en 1998.

«Vuelve a ponerse sobre el tapete, creo yo, la inserción de la UNEAC en todos esta problemática, y las reflexiones de la UNEAC acerca de la situación política, económica, social del país, en un período que mucha gente llama de transición. Este es un período que se está sintiendo a nivel social, que hay una toma de conciencia, incluso de la población, acerca de la discusión de estos problemas, y además la dirigencia del país está estimulando precisamente esas reflexiones.

«En estos momentos yo te diría que toda la sociedad reflexiona acerca de cómo hacer mejor las cosas y de cómo mejorar la sociedad que nosotros estamos construyendo. Entonces, creo que la UNEAC va a tener incidencia sobre toda esta problemática, va a tener incidencia sobre la labor con los jóvenes, que nos parece importantísima, porque la UNEAC no es una organización de jóvenes, pero sí tiene una relación muy importante con los jóvenes.

«Existe la Asociación Hermanos Saíz, que es la que agrupa a los jóvenes escritores y artistas, pero que tiene una relación estrecha con la UNEAC, y la UNEAC está potenciando y valorando lo que deben ser estas relaciones. Por tanto, yo pienso, que ese papel del intelectual en la sociedad es una de las cosas que otra vez se van a discutir y a reflexionar en el Congreso. Existe algo que a veces puede parecer un lugar común, que es lo que el Comandante en Jefe llamó Batalla de Ideas.

«Me parece a mí que en esa Batalla de Ideas la cultura tiene un papel de importancia capital. La cultura es el escudo moral de la nación, es el escudo ético de la nación, y nosotros somos, como decía Cintio Vitier, una nación que se puede caracterizar como una bandera metida dentro de una trinchera. Nosotros estamos defendiendo nuestra identidad, y ahí el papel del intelectual se potencia, y defendiendo nuestra identidad estamos defendiendo la cultura. La cultura, como dijo Fidel precisamente en uno de los Congresos de la UNEAC, creo que fue en 1992, la cultura es lo primero que hay que salvar, decía él, y, parafraseando a Martí decía: Sin cultura no hay libertad posible, parafraseando aquel pensamiento de Martí de: “Ser cultos es el único modo de ser libres”. Y pienso que Fidel señaló algo esencial.

«En otros períodos de la revolución tal vez la cultura no tuvo el papel que tiene hoy día, pero en la medida en que nuestros dirigentes maduraron, que nosotros mismos maduramos también, la cultura ha venido a ocupar el papel que le corresponde. Es decir, la cultura como escudo moral de la nación, y lo primero que hay que salvaguardar. Yo pienso que esa es una de las cosas sobre las que se va reflexionar en el Congreso.

«Pienso que, como ya hemos visto en estas reuniones previas al Congreso, se van a plantear muy seriamente los problemas de la educación, la educación en medio de los enormes planes que tiene la revolución. Ya se puede hacer un balance sobre todo de las últimas modalidades que tiene la educación. Para algunos no ha resultado todo lo positivo que debió ser, así que creo que hay que reflexionar sobre eso, que los escritores y artistas tienen cosas que decir.

«Pero están no solo los problemas de la educación y los problemas de la prensa, que para nosotros son esenciales, sino los problemas de la participación popular, porque la sociedad que nosotros estamos construyendo y el sistema que nosotros queremos hacer y perfeccionar cada vez más se basa fundamentalmente en la participación popular. Es decir, cuando se habla de democracia estamos hablando de participación, y participación con criterio, participación con toma de decisiones, participación del pueblo real en la toma de decisiones de este país.

«Yo pienso que hacia eso vamos, que hacia eso apuntan todas estas reflexiones que se están haciendo en este momento y las decisiones que indiscutiblemente se van a tomar a partir de estas reflexiones. Así es que yo creo que se va celebrar el Congreso en un momento importantísimo y pienso que va a ser tan importante como el del año 98».

–¿Cree usted que en algún momento haya un retroceso en la política cultural del país, o por lo menos en la política del gobierno hacia los creadores, como lo que se dio en el llamado “Quinquenio Gris”?

–Mira, yo viví muy bien ese período.

–En carne propia.

–Sí, fui de las víctimas de aquel proceso, pero de lo que estoy absolutamente convencido es que eso no se vuelve a repetir. Por varias razones: en primer lugar, porque como te decía anteriormente los dirigentes de este país han madurado, han crecido intelectualmente y ahora comprenden mejor los problemas de los intelectuales, los problemas de la creación literaria.

«Por otra parte, yo creo que ha aumentado enormemente la confianza de esos dirigentes hacia los intelectuales. El Congreso de 1998 demostró que los intelectuales son tan revolucionarios como el que más, lo que pasa es que son intelectuales que se preocupan, revolucionarios que critican, revolucionarios que tienen criterio propio y que piensan con cabeza propia. A veces esos criterios, esos razonamientos molestan a determinadas zonas del pensamiento que son más dogmáticas, que son conservadoras, pero yo pienso que ese Congreso demostró el valor y la calidad revolucionaria que tienen los intelectuales. Eso por un lado.

«En segundo lugar, también los intelectuales han madurado. Yo pienso que también entienden más el papel que les toca jugar a ellos dentro de la sociedad. Y por otra parte, hay una unidad del movimiento intelectual que nunca hubo, que no la había en la década de 1970. Una unidad basada en los principios, pero una unidad en la diversidad, que es importante; o sea, no buscar unanimidad, porque eso no existe.

«Como decía Cintio Vitier en una charla que dio: nosotros somos un universo y universo quiere decir uni-verso, unidad en lo diverso y precisamente eso es lo que se nota ahora. Y, por otra parte, vamos a ser totalmente honestos, existe un ministro de Cultura que se llama Abel Prieto, que es lo mejor que le ha pasado a la cultura cubana en los últimos 30 años, y que realmente es un intelectual, un revolucionario y un dirigente como pocas veces se ha visto en la zona de la cultura. Un hombre que cuenta no solamente con el respaldo, sino con la confianza y la admiración del movimiento intelectual porque él se lo ha sabido ganar.

«Esto no es adulación, no estoy adulando al dirigente, todo lo contrario. Me unen con él lazos de amistad. Yo publiqué su primer cuento, porque él era estudiante de la Escuela de Letras en una época en que yo ya era profesor de la Escuela de Periodismo. Y pienso que, bueno, en este momento es un hombre que cuenta con ese respaldo y que tiene una comprensión de lo que deben ser los procesos culturales, de lo que debe ser la política cultural. Como él decía hace poco en la reunión que tuvimos en la Asociación de Escritores, el papel del dirigente y del funcionario de la cultura es el de servir al movimiento intelectual, a que el movimiento intelectual se encauce, crearle condiciones a ese movimiento para que pueda crear, porque en la medida que cree se enriquece la cultura del país. ¿Te das cuenta?»

–¿Tendrá la UNEAC un mayor acceso a la formulación de la política, de la programación cultural que da la televisión, por ejemplo, o los medios masivos en general?

–Mira, ese es otro de los problemas, y me alegro que lo hayas mencionado. Yo pienso que ese es otro de los problemas que están en un momento crucial y evidentemente se va a discutir en el Congreso.

«Hay muchísimos criterios alrededor de los medios masivos, cosa que en el anterior Congreso se dio también, y va a ser permanente, es una preocupación permanente. Lo que no queremos es que haya dos políticas culturales; es decir, que el ICRT (Instituto Cubano de Radio y Televisión) tenga una política cultural y el Ministerio de Cultura tenga otra. Tiene que haber una sola política cultural. Yo creo que hacia eso vamos y la UNEAC tiene muchas cosas que decir alrededor de esto y se van a decir, estoy seguro, en el Congreso.

«Yo no sé si va a haber un cambio inmediato de políticas en el ICRT, pero nosotros sí vamos a influir bastante. En este momento yo te diría que hay un acercamiento, hay comisiones que están trabajando en el ICRT en las se está hablando abiertamente y críticamente acerca de todos los problemas que existen. Por supuesto ellos tienen una labor difícil, ellos tienen que mantener una programación diaria para todo el mundo, para todos los gustos. Pero creo que hay muchísimas cosas que sí se pueden mejorar, que son problemas de principios, problemas de política y en eso sí se puede concertar y yo creo que el Congreso va a discutirlo mucho y creo que va a lograr cosas».

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* Jefe de la corresponsalía de Radio Progreso Alternativa en La Habana y editor de la versión en español de la revista Progreso Semanal.

maprogre@gmail.com.

** La entrevista con los músicos Alberto Falla y Tony Pinelli, se puede leer aquí.

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