El 38.5% de la población. – AMÉRICA LATINA ES MUY POBRE PERO MEJORA: CEPAL

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

«Este período ha sido el mejor en 25 años en términos de progreso en la reducción de la pobreza, disminución del desempleo, mejora en la distribución del ingreso en algunos países y aumento en el número de puestos de trabajo», precisó el funcionario temeroso de no ser cabalmente comprendido.

205 millones de mujeres, hombres, niños insatisfechos y con hambre constituyen sólo una estadística positiva. No debe preocuparnos. Tampoco la denominada «pobreza extrema» –en cualquier diccionario, indigencia–, que durante 2006 apenas alcanzaría –o dejará detrás de la vida– a unos 79 millones de seres humanos, apenas al 14.7% de la población estudiada.

El informe CEPAL destaca que si los datos se comparan con los resultados de 2000 y 2002, un número elevado de países presentó reducciones en sus tasas de pobreza e indigencia. Las mejoras más significativas se dieron en Argentina, que disminuyó notablemente su pobreza, desde un 45,4 por ciento en el período 2000-2002, a un 26 por ciento en el período 2002/2005. En Venezuela la pobreza disminuyó del 48,6 por ciento en 2000-2002, al 37,1 por ciento entre 2002 y 2005.

Asimismo, Colombia, Ecuador, México y Perú (¡!) presentaron descensos de cerca de 4 puntos porcentuales en el período consignado.

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En el lado opuesto, la República Dominicana y Uruguay son los únicos países donde tanto la pobreza como la indigencia aumentaron entre 2002 y 2005. En el primero, la pobreza subió de un 44,9% en 2002 a un 47,5% 2005, mientras que en Uruguay el porcentaje aumentó desde un 15,4 a un 18,8% en el mismo lapso.

Estamos mal –dijo alguien– pero vamos bien. Hasta que todo estalló. Por eso quizá el informe de CEPAL deja constancia que «no se debe olvidar que los niveles de pobreza siguen siendo muy elevados y que la región todavía tiene por delante una tarea de gran magnitud’. Un discurso semejante al de mamá oca. (¿Dónde está el número de teléfono del Banco Mundial? ¿O era el FMI el necesario?).

Optimista, la CEPAL piensa que la «región» avanza en pos del cumplimiento de los objetivos de desarrollo para el plan –que no el pan– del milenio de las Naciones Unidas, que es erradicar la pobreza extrema y el hambre para 2015. Se señala: «La disminución proyectada de la pobreza extrema para el 2006 corresponde a un avance de 69% hacia la consecución del primer objetivo y puede decirse que la región como un todo se encuentra bien encaminada en su compromiso de reducir a la mitad la pobreza extrema para el 2015».

Es lógico, para esa fecha la muerte de los más pobres tenderá a facilitar la lectura de los números. Los agentes de CEPAL y otros encuestadores viajan en «Business class» –¿los jefes en la First Class?– y beben sólo agua gasificada por alguna subsidiaria de Coca Cola.

En un momento de lucidez y memoria, la CEPAL se dio cuenta de que las magníficas cifras indican solamente que la «región» ha demorado 25 años en reducir la incidencia de la pobreza ¡a los niveles de 1980! Asegura que por disminución del desempleo y una más equitativa distribución del ingreso (¡Donde?).

Según CEPAL y el inefable señor Machinea, su secretario, ello ocurrió en Colombia, Ecuador, México y Perú. (¿Ingenuidad o cinismo?). Quizá por vergüenza, empero, reconoce el informe que en el largo plazo la desigualdad del ingreso tiende a mantenerse en la región, no obstante que mejora en Brasil, El Salvador, Paraguay y Perú.

Ls buenas noticias vienen en el acápite dedicado al trabajo: el mercado laboral, asegura CEPAL sin rubor, se ha recuperado y con él las remuneraciones; claro que en concesión a la estúpida y porfiada verdad reconocen que esa recuperación no fue acompañada por un cambio significativo en la calidad de los nuevos puestos de trabajo.

No importa, el Panorama Social de América Latina 2006, de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe asegura que en los últimos cuatro años la «región» ha mostrado un notable desempeño económico y social. «El mejor en 25 años». Menos, claro, para esos irredentos e irredimibles marginales que son los integrantes de las naciones indígenas, los cesantes y de seguro las mujeres que trabajan y mantienen su casa y sus hijos.

¿Dónde vivirán los chicos de la CEPAL? ¿Se ha preguntado quiénes y cómo le pagan sus sueldos y viáticos?

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