El amero, ¿gen de la tercera guerra mundial? ¿Realidad o fantasía?

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Raúl Lelli*

El desenvolvimiento de las sociedades se refleja no sólo en la producción intelectual que intenta caracterizarlo, decodificar su verdadero sentido y proyecciones; también las modas, los hábitos y –por cierto– el arte y la ficción reciben su hálito e influencia. He aquí una historia del después de la crisis que llega de la Argentina.
Parece una historia de película con conspiraciones y todo. Pero ya se conoce su diseño. Ahí tiene su imagen, una mezcla de símbolos mexicanos, estadounidenses y de Canadá. Es el amero, la moneda única para América que propondrían desde Wáshington.

La crisis del dólar habría acelerado los tiempos para su aparición. Reuniones secretas, pactos encubiertos, necesidades políticas del  país del norte para mantener su poder, incierto destino para quienes no adhieran a la idea. La crisis en EEUU parece esconder otros proyectos, porque el león puede estar depresivo, pero no ha muerto.

¿Será verdad? ¿Qué pasará con nuestras reservas en dólares y de los verdes que se esconden debajo del colchón?. ¿Qué ocurrirá en nuestros país donde el desprestigiado dólar sigue hipnotizando a los argentinos, como en la época del "1 a 1"?

Según proclaman algunas agencias periodísticas, el Congreso de EEUU sesionó de manera secreta el pasado cinco de octubre, y entre otras resoluciones se convino decretar como ley los superpoderes del presidente, que tendrá la facultad de proteger bienes y ciudadanos estadounidneses calificados (no es para todos) estén dónde estén.

El Pentágono recibió ordenes precisas sobre la libertad de ejercer la autoridad y hacer uso de todas las armas que se dispongan, sean nucleares, bacteriológicas o convencionales y absolutamente todo el personal militar y civil involucrado tendrá la inmunidad que le otorga esa ley.

Se conoció que en la víspera del siete de este mes, que los vectores de la estación espacial Star 11 –puesta en órbita en el mayor secreto hace siete años bajo los dictados del Plan Amero– si bien apuntan a la estabilización del sistema exclusivamente norteamericano, hasta el momento ni los mentores del proyecto: Albert Stein, Federic Marchese, John Sibuck, Oldy Major, Cartua Setter y Hill Osmobille, pertenecientes a las esferas del poder oculto de la Triade (Pentágono, Casa Blanca, CIA), conocen sus alcances reales.

Uno de los pilares del proyectado plan de desestabilización económica mundial radica en el descrédito de la moneda norteamericana –que por otra parte insertaron en la economía del gigante de oriente (China) por la friolera de 2.000 billones de Ameros, que a su vez serán en un futuro los rescatadores de cuanto billete o moneda dólar pulule por la faz de la tierra despreciando su valor y proponiendo dos céntimos de Amero por cada dólar.

Como este rescate se hará a nivel mundial y masivo carecerá de efectos porque los tenedores de dólares lo darán igualmente por perdido ya que el canje tendría una duración de cuarenta y ocho horas, algo imposible de ejecutar.

En tal caso la Unión se dará por quebrada y quien está quebrado es insolvente, por lo tanto la deuda de los EE. UU quedará licuada y en los bolsillos de todos y cada uno de los habitantes del resto del mundo.

China, enardecida y enterada de esta maniobra junto a Rusia y los países productores de petróleo del Asia y África le declararán la guerra, algo que a los gobernantes de EEUU no les importa pues ya han señalizado con sus redes láser infrarrojos los objetivos militares a neutralizar mediante misiles con ojivas nucleares que serán lanzadas desde los submarinos atómicos y satélites que están en órbita.

Y es aquí donde la verdadera independencia de los EEUU será una realidad, por cuanto mediante tecnología para nosotros desconocida ya manipulan con riesgo cero la propulsión de vehículos y maquinarias de todo tipo usando hidrógeno, producido a partir de agua en estado líquido –tecnología que pretenden dominar unilateralmente.

Para ello cuentan, además, con la peor arma de todas.

Desde los centros informáticos militares en red gracias a Microsoft, se desparramará un virus informático (llamado Housbison) que bloqueará las redes de comunicaciones, aeropuertos, puertos, naves y aeronaves que no pertenzcan al NAZTECA que será el grupo de operaciones militares encargado de "administrarlo".
El derrumbe de los sistemas de comunicaciones será total y así podrán ser controlados desde los centros neurálgicos que emitirán las ordenes; como la única manera de comunicarse será por la convencional, previa al actual desarrollo tecnológico, ya que no funcionarán radios ni cableados, la civilización quedará sometida a la voluntad del nuevo amo del norte.

Quizá –y digo esto en un sentido figurado– esta tercera guerra mundial, que ya ha empezado (sólo que no queremos darnos cuenta) sirva para que no haya muertos por balas en enfrentamientos, aunque los habrá por rebeldía y por ejecuciones que se realizarán ante la impotencia militar y política de los no alineados. Conoceremos la barbarie del hombre en su máxima expresión cuando colapsen los sistemas y no haya oxígeno en las salas de terapia, agua en las canillas y se peleen hermanos con hermanos en un canibalismo sin cuarteles, donde el pillaje por el oro y un vaso de agua sea una misma moneda.

Conoceremos el holocausto de las miserias, ateos y creyentes invocarán el nombre de Dios en suplicantes gritos angustiosos, mientras los seres humanos se matan de las maneras más atroces invocando una inmoral supervivencia.

El pudor, la ética, el amor serán reemplazados por el arma del más poderoso, la peste no perdonará estatus ni condiciones, el llanto de los niños y mujeres serán la música que reemplace el canto de los pájaros y el agua tendrá sabor a sangre –que será bebida por los canallas de siempre.

Aquel que se creía soldado de los pobres, el que proclamaba la igualdad social y se desgarraba las vestiduras en pos del socialismo, arrebatará el alimento a cualquier anciano, mujer o niño blandiendo su arma, único elemento que lo hará sentirse vivo en su miserable humanidad.

Los capitalistas serán colgados en las plazas públicas, otros se suicidarán y así la muerte irá acopiando personajes simples y de poder, uno a uno, hasta que llegue a la cuenta del final en que alguien apriete el botón rojo y se sienta el silbido de los mensajeros del fin que traerán el fuego purificador para esta miserable raza de humanos que no quisieron vivir para compartir.

La noche de los tiempos sobrevendrá con tormentas nunca vistas, el holocausto nuclear masivo será el último día del llamado de Dios. Y así al pasar miles y millones de años, comenzará en la faz de la tierra aquella historia.

Había una vez …

*(Dice el autor): Tengo 54 años de edad, salteño de nacimiento y cordobés por voluntad. Soy escritor y narrador oral y dedico gran parte de mi vida a esta tarea. ( Ver: http://lacomunidad.elpais.com/usuarios/raulelli).

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