El diccionario y la diputada chilena de los derechos humanos

1.444

Lagos Nilsson

Como la política en Chile se ha convertido en un arte que consiste en decir apenas lo suficiente para no herir al que si hoy aparece como adversario o rival, mañana podría vestir de amigo, compadre, socio o comitilón, hemos considerado oportuno acudir al diccionario; se tata de entender el mal paso no de una costurerita de tango, sino de una muy importante diputada.

Importante es la H.Diputada doña Karla Rubilar porque es médica –es decir, una profesional en cuyas manos y sabiduría los enfermos que trata depositan su esperanza de sanar, y no de morir, y porque en el ejercicio de su mandato parlamentario nada menos que preside –tal vez pronto habrá que decir presidió– la Comisión de la Cámara encargada de cautelar los derechos humanos.

Podrá argüirse que verdaderamente es necesario ser muy torpe para entregar semejante herramienta al espectro de la derecha política, cuyos integrantes –todos– si no tienen las manos manchadas de sangre hacen esfuerzos para sacarse de debajo de las uñas la tierra de los cementerios clandestinos en los que sus mandatarios –las fuerzs armadas y de orden– enterraron y desenterraron a los muertos que mataron para que ellos no corrieran riesgos en su tarea de enriquecerse y acumular poder.

Desde luego nos apresuramos en decir que, con alrededor de 31 años cumplidos a la doctora Rubilar no puede metérsela en el mismo saco que a los militantes mayores de su partido. Cuando el tal Contreras y los demás perseguían, encapuchaban, mataban y desaparecían personas ella era un bebé.

Lo que sí me es difícil de entender es cómo la presidenta de la Comisión de DDHH de la Cámara de Diputados encuentra justificación para su repugnante proceder, por ejemplo, en el hecho de que "no tenía la menor idea de que el ‘Mamo’ hubiera escrito un libro". Ella utilizó la línea argumental de ese libro –no hay, nunca hubo detenidos-desaparecidos– para sostener su peregrina denuncia.

Una explicación –¿por qué no?– tal vez radique en los planes de estudio vigentes en Chile: hay cosas de las que no conviene hablar para no perturbar la "concordia" nacional, y así tenemos una o dos generaciones que ignoran el pasado reciente, no quieren conocerlo, caminan ciegos como trífidos rumbo a un próximo desastre…

Cabe preguntarse también: ¿cuál es el criterio de los diputados (no insultemos a la inteligencia preguntándonos si la tienen) que eligen a una ignorante en los asuntos que más hieren todavía al país como presidenta de una Comisión que debía, entre otros asuntos, tratarlos? Posiblemente sea que los asuntos de drechos humos no les importa: son algo molesto, se opone al mercado.

Y una más: ¿en qué mente sana surge la idea de armar un escándalo porque cuatro casos hipotéticos entre miles se hubieran aprovechado de la buena fe de las instituciones para cobrar indebidamente magras pensiones del Estado?

Durante los años felices de la dictadura –que muchos colegas políticos y aliados políticos de la doctora Rubilar echan de menos– se amasaron fortunas grandes y pequeñas. Nadie, en ese extraño universo de los actores políticos y empresariales tiene la menor intención de devolverlas; nadie tiene la menor intención de investigarlas. Difícilmente los mojados sequen a los empapados.

Decíamos que hemos acudido al diccionario en procura de una explicación que nos haga luz y nos permita comprender, más allá de los bastardos juegos politiqueros propios del dúo Alianza-Concertación, más allá también de maniobras de tiempos pre electorles, la conducta de la diputada doctora Rubilar y de sus mentores. Lo que encontramos en el DRAE no es grato.

Puede ser o no cierto que una imagen fotográfica diga más que mil palabras, de lo que no hay duda es que una definición aclara más que mil adjetivos. He aquí tres definiciones de otros tantos términos que usamos en el habla cotidiana como sinónimos. Cualquiera de esas definiciones tipifica la conducta de la diputada Rubilar –y, triste es decirlo– también la de sus colegas que la eligieron integrante de la Comisión de DDHH y luego su presidenta.

Helas aquí:

Idiocia: Trastorno caracterizado por una deficiencia muy profunda de las facultades mentales, congénita o adquirida en las primeras edades de la vida.

Estupidez: Torpeza notable en comprender las cosas.

Imbecilidad: Alelamiento, escasez de razón, perturbación del sentido. / Acción o dicho que se considera improcedente, sin sentido, y que molesta. / Minusvalía intelectual originada por ciertas disfunciones hormonales.

Así están las cosas.

También podría gustarte
Deja una respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicada.


El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.