El discreto viaje del cardenal cubano a Estados Unidos

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Manuel Alberto Ramy.*

Según el diario estadounidense Wall Street Journal, el cardenal y Arzobispo de La Habana, Jaime Ortega Alamino, visitó Wáshington y sostuvo entrevistas con personalidades y altos funcionarios de la administración Obama, entre ellas con Arturo Valenzuela, Subsecretario de Estado para el Hemisferio Occidental. También, según el citado diario, habría tenido un encuentro con Howard Berman, presidente del Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes. Ninguna de las oficinas de los mencionados confirmó o negó la veracidad de esas afirmaciones.

Orlando Márquez, director de medios del Arzobispado, me confirmó que ciertamente el cardenal viajó a Wáshington el pasado lunes 21 de junio y regresó a La Habana el día 28. También confirmó que Ortega "sostuvo encuentros" con diferentes personas y precisó que dichos encuentros "fueron previamente coordinados con la Conferencia de Obispos Católicos de EE.UU.", pero se abstuvo de mencionar los nombres de las personas con las que conversó el prelado.

En esos encuentros, ¿cuáles fueron los temas de conversación? ¿De los asuntos propios de la iglesia en Cuba y/o del diálogo que sostiene la iglesia católica cubana con el gobierno de La Habana?

Que el Cardenal viaje a los EE.UU., no es novedad pues ha visitado ese país en repetidas oportunidades. Lo singular reside en el momento en el que se produce este viaje no anunciado. Por cierto, hubo oportunidades para informarlo durante las ruedas de prensa celebradas al calor de la recientemente concluida 10ª. Semana Social Católica, donde se confirmó la visita del Presidente de la Conferencia de Obispos de EEUU, cardenal George de Francis, Arzobispo de Chicago.

Pienso que la reserva, el cuidado de las palabras y las informaciones son componentes de un proceso de diálogo como el que llevan adelante la iglesia católica de Cuba y el gobierno, e indican que ambos no desean fracasar. A esas cualidades se han atenido ambos dialogantes. Y el diálogo es la parte llamativa del contexto, lo singular del momento en que se produce la visita.

Desde hace unos meses, la Iglesia Católica cubana viene sosteniendo, primero, intercambios de opinión y de preocupaciones con autoridades gubernamentales (los cuales pudieron haber comenzado meses atrás cuando el Presidente cubano Raúl Castro invitó al Cardenal Ortega a regresar de Camagüey en su avión) y, siguiendo mi posible punto de partida, derivaron hacia un "proceso de diálogo" sobre dos temas: mejora de las condiciones carcelarias y gradual liberación de opositores presos, y la realidad cubana actual y el futuro.

Tremendos temas y sorpresa, ya que es la primera oportunidad en casi 50 años que el gobierno dialoga sobre asuntos de política y gobierno (y que se haga público), y nada menos que con una institución de la sociedad imposible de catalogar como adocenada —salvo para aquellos que le desean un regreso a las confrontaciones—. Precisamente por esta cualidad de independencia o autonomía, como el lector prefiera, es que el proceso despega con mayor validez, relevancia y pegada allende los mares.

El primero de los temas, los presos, que no es ajeno a la agenda histórica de la iglesia cubana, ya ha brindado algunos frutos, cortos y magros para unos, pero importante para muchos de los beneficiados y sus familiares, no solo por el alivio traducido en traslados a prisiones cercanas a sus domicilios, sino porque pudieran ser el paso previo a la excarcelación. También alivia a la sociedad en general necesitada de un clima más sereno.

A propósito de las excarcelaciones me llamó la atención que a la recepción celebrada el pasado 18 de junio en la sede de la Nunciatura (embajada del Vaticano) en la capital, además del canciller Bruno Rodríguez, del secretario del comité ejecutivo del Consejo de Estado, Homero Acosta, se encontraba, creo que por vez primera, la ministra de Justicia María Esther Reus. Por su pluma y firma pasan las excarcelaciones.

Ambos temas, por diferentes motivos e intereses, concitan la atención de gobiernos e instituciones internacionales. Sin duda, el momento nacional provoca una irresistible atracción por lo que acontece en el interior de Cuba y los pequeños pasos acometidos —especialmente el diálogo— son seguidos y escrutados con lupa por el gobierno de Obama.

Los EE.UU., mediante declaraciones de sus altos funcionarios, incluyendo al propio Obama, han reiterado la solicitud de actos en reciprocidad al único que ha dado y que fue promesa de su campaña electoral: los viajes de los cubano-americanos a la Isla cada vez que lo deseen y aumento de la cantidad de dinero a enviar a sus familiares. En suma: se trata de un asunto interno de EEUU que reporta beneficios colaterales a la sociedad cubana.

Producto del diálogo y la mediación, las Damas de Blanco han dejado de ser increpadas por simpatizantes del gobierno; un recluso enfermo, Ariel Sigler, recibió la libertad extrapenal y 12 de sus compañeros han sido trasladados a prisiones cercanas a su lugar de residencia. Según dignatarios religiosos habrá más excarcelaciones y movimientos de presos.

En el plano internacional, la reunión de los 27 de la Unión Europea (UE) dejó margen abierto hasta septiembre próximo para el posible examen de la Posición Común hacia Cuba. Se trata de dar un espacio a la evolución de ciertas medidas. Unas 72 horas antes de la reunión de la UE, la troika europea presidida por el canciller español Moratinos se reunió con su homólogo cubano, Bruno Rodríguez. Acto seguido Moratinos voló a Roma, donde se entrevistó con el canciller del Vaticano, Monseñor Mamberti; mientras el presidente Zapatero era recibido por su Santidad Benedicto XVI y el tema de la iglesia en Cuba fue punto de conversación.

Posteriormente Mamberti viajó a la isla. El día 18 delegaciones oficiales de Cuba y EEUU se reunieron en Nueva York para continuar las rondas que sobre temas migratorios se vienen celebrando periódicamente, y que siempre han servido para abordar asuntos extra migratorios. De más decir que el caso del contratista Alan Gross, detenido en Cuba desde el pasado diciembre por, según las autoridades, distribuir sofisticados medios de comunicación, fue uno de ellos. Anoto: Gross, de quien su esposa ha dicho que padece de gota, aún no ha sido llevado a juicio.

Un día antes de la reunión, la Secretaria de Estado Hillary Clinton declaró que el caso de Gross entorpecía las relaciones. Casi seguro la delegación de la isla habrá vuelto a insistir en el caso de los cinco cubanos que llevan 11 años presos. A las esposas de algunos de ellos se les ha negado la entrada en EEUU para visitar a sus maridos.

A los elementos anteriores, el lector puede agregar la recién destapada visita a Wáshington de los altos dignatarios de la iglesia e ir cazando datos, y a la manera de armar un rompecabezas, meditar en dónde cabe cada pieza, cómo ajustan algunas y otras no. Mas no deseche estas últimas, quizás en próximos movimientos aparezca la apropiada para el ensamble.

Las autoridades civiles y religiosas implicadas directa o indirectamente en estas gestiones diplomáticas podrán declarar públicamente lo que estimen adecuado y oportuno para cuidar un proceso inédito. Es su obligación. Pero que el diálogo entre la iglesia y el estado cubanos cobra altos vuelos en la esfera internacional es innegable y me inclino a que éste fue el tema de las conversaciones en Wáshington.

* Periodista.

En http://progreso-semanal.com

 

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