El terror

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Alejandro von Rechnitz.*

1. Definiremos el terror como actos de violencia contra personas indefensas. Quienes usan de esa violencia pueden o no estar uniformados; las víctimas de ese uso de violencia pueden o no estar uniformadas. Lo que convierte en terroristas a quienes usen de la violencia es ejercer esa violencia sobre personas indefensas.

2. Tan terror es el que ejercen sicarios a sueldo de narcotraficantes, como el que llevan a cabo agentes secretos al servicio y sueldo de una potencia. Terrorismo es lo que practican los escuadrones de la muerte organizados por embajadores de países hegemónicos, o guerrilleros motivados ideológicamente. Siempre que usen de la violencia contra personas indefensas, son terroristas.

El ejercicio del poder, no así el de la autoridad (que es una cuestión moral), está fundamentado en el miedo de los súbditos de ese poder. La política del poder es siempre, ejerza quien ejerza ese poder, política del miedo. El terror es simplemente una de las técnicas que usa la política del poder comunitario. Si la comunidad puede llegar a decretar “legalmente” la muerte de uno de sus miembros, ¿cómo no temerla?

3. El terrorismo que ejerce el poder se sirve del miedo como arma orientada no a fortalecer la confianza y seguridad de los súbditos, sino a difundir la incertidumbre que, manteniéndolos divididos, le permite mantenerlos sometidos al poder.

4. El terror, se sirva de él un estado, o un grupo, o una persona concreta, sea cual sea la variante del miedo de la que se sirva, revela palpablemente la diferencia entre el tiempo cronológico y el tiempo psicológico. Tanto si se trata de un atentado terrorista inesperado, como si se trata de una violencia que se ejerce sin final calculable, el acto terrorista quiere cambiarlo todo en un instante. Un acto terrorista hace totalmente inútiles las nociones de pasado y futuro. Y esto ocurre exactamente igual durante la tortura que, por cierto, es la violencia terrorista preferida por el terror de un Estado; la tortura parece, al torturado, alargar infinitamente cada instante. En la tortura se despliega visiblemente toda la maldad del poder: la torturada o torturado está totalmente bajo el poder del victimario.

En el atentado terrorista se intenta el asesinato repentino, en la tortura el asesinato a través de dosis controladas. La tortura hace intuir a la víctima lo que puede ser la eternidad de un infierno.

5. El terrorista pretende provocar miedo entre los sobrevivientes y espectadores, no entre sus víctimas; los sobrevivientes y espectadores son los verdaderos destinatarios del uso de su violencia. El terrorista convierte a las víctimas directas en simples medios para el fin que él pretende. El terrorismo, en los Estados unidos, ha despojado al gobierno de la legitimidad que le daba el pretender garantizar la invulnerabilidad de los ciudadanos. Allí tenemos en este momento el ejemplo perfecto de cómo el Estado responde con improvizadas leyes represivas y racistas que aparentan mantener una seguridad que no pudieron, ni pueden, garantizar a sus asociados.

6. Los terroristas, estatales o particulares, esgrimen y enarbolan valores moralísimos: la Patria , Dios, la justicia, la libertad, la democracia, por ejemplo. Mientras más lejanos estén los objetivos a conseguir, mientras más elevados sean los valores que se enarbolen, mayor cantidad de víctimas se permiten los terroristas o se declaran absolutamente imprescindibles. La violencia del terrorismo acaba emancipándose de todo objetivo político. Finalmente, el lugar de la violencia, como medio, es ocupado por la destrucción, ya sin pretextos políticos o religiosos.

7. El terrorista puede ser todo lo malo que se quiera, pero no es cobarde. Vence el miedo a la muerte mediante la anestesiante repetición de una consigna o una oración. Pero quien es capaz de matar por una idea, no cree en la idea, sino en la muerte. El terrorista, Estado o persona, es fuerte porque no reconoce límites; goza con la sensación de poder que le da el sentirse por encima de toda norma, institución o persona. Obsesionado por el objetivo que pretende, se lo permite todo.

8. No hay misil, bomba atómica, o escudo de “guerra de las galaxias” que sirva contra el desprecio a la muerte que siente el terrorista. Contra la intención e ingenio destructivo del terrorista resulta totalmente ineficaz toda CIA o FBI. ¿De qué sirve registrar las huellas digitales de quien no tiene problemas en quedar pulverizado en su intento de matar?

9. Estados Unidos pregunta por qué se le odia. La respuesta es larga: los millones de muertos en Corea, Vietnam y Camboya, los 17.500 muertos cuando Israel (con el infalible apoyo de los Estados Unidos) invadió el Líbano en 1982; los 200.000 iraquíes que murieron en la operación “Tormenta del desierto” durante la Guerra del Golfo; los más de dos millones de iraquíes, sobre todo niños, muertos durante los años de bloqueo y agresión que mantienen los Estados Unidos sobre Irak; los miles de palestinos que han muerto en la lucha contra la invasión de sus territorios que, desde 1967, mantiene Israel. Los millones de muertos de la ExYugoslavia , de Somalia, Haití, Grenada, Chile, Argentina, Nicaragua, El Salvador, Panamá, República Dominicana. Todos los asesinados por los terroristas, los dictadores y asesinos múltiples que el gobierno de los Estados Unidos creó, apoyó, financió, armó y entrenó.

10. Estados Unidos no sólo restringe los derechos humanos, políticos y sociales de sus ciudadanos, sino que ha llevado a sus estados vasallos, en todo el mundo, a violar impunemente todos esos derechos, con el pretexto de que deben defenderse del terrorismo. En toda la historia de la humanidad no ha habido ningún Estado más controlador de sus habitantes, a través de la tecnología moderna, que los actuales Estados Unidos. Nunca antes ha habido un Estado que haya llevado conscientemente a sus habitantes a un estado de paranoia tal.

11. Estados Unidos intenta disfrazar su ánimo de venganza bajo las ropas de la legítima defensa. Y con un maniqueísmo totalmente fuera de época, divide al mundo entre los buenos (que, hagan lo que hagan, son ellos), y los malos. Entre el eje del bien y el eje del mal. Se invoca lo sagrado (Dios, la moral) cuando, en realidad, lo que los Estados Unidos defienden son sus intereses y sólo sus intereses. Estados Unidos arrojó, en 1945, dos bombas atómicas sobre un Japón que ya estaba vencido y que ya estaba dispuesto a rendirse incondicionalmente, pero los Estados Unidos siguen siendo los buenos, el eje del bien, a pesar de que la única razón para arrojar esas dos bombas atómicas, que matarían sin falta a miles de miles de civiles japoneses, era probar esa nueva arma de guerra.

12. Estados Unidos sigue apoyando, armando y financiando al gobierno asesino de Israel, a pesar de saber que, dentro de unos años (¡ ojalá pocos!) va a tener que ver a su aliado Netaniaju sentado en el mismo banquillo que Karadcik, en el Tribunal Internacional de Justicia. Estados Unidos ha bloqueado, una por una, las medidas que el Consejo de Seguridad de la ONU ha aprobado contra la ilegal y criminal invasión y ocupación de los territorios de Líbano, Siria y Palestina, por parte de Israel.

“Ni se pueden cerrar los ojos a otra dolorosa plaga del mundo actual: el fenómeno del terrorismo, entendido como propósito de matar y destruir indistintamente hombres y bienes, y crear precisamente un clima de terror y de inseguridad, a menudo incluso con la captura de rehenes. Aun cuando se aduce como motivación de esta actuación inhumana cualquier ideología o la creación de una sociedad mejor, los actos de terrorismo nunca son justificables.” (Juan Pablo II; Sollicitudo rei socialis, n. 24).

Genocidio

Artículo II. “En la presente Convención, se entiende por genocidio cualquiera de los actos mencionados a continuación, perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial, o religioso, como tal:

a. Matanza de miembros del grupo;
b. Lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo;
c. Sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial;
d. Medidas destinadas a impedir los nacimientos en el seno del grupo;
e. Traslado por fuerza de niños del grupo a otro grupo”.

Convención para la prevención y la sanción del delito de genocidio; Naciones Unidas, 9 de diciembre de 1948.

* Sacerdote.
En www.panamaprofundo.org

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