El tiempo del Sur: nueva revolución, nueva sangre, nueva mente

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Juan Alfaro*
El mundo actual parece estar lleno de inestabilidades, la tierra parece girar más rápido y el joven Siglo XXI se va formando. Una nueva puerta se abre para que nuestra región logre despertar. Nuestros ojos atónitos vieron caer como cascadas de cemento a las Torres Gemelas, aquella mañana del 11 septiembre de 2001. Acto seguido, la política exterior estadounidense mostró sus nuevas garras y el mundo empezó a tomar temperatura, y no precisamente por el calentamiento global.

Los mísiles, las balas y las botas militares empezaron a hacer oír su estruendo. Afganistán fue el primero, Irak le siguió en la lista y así la sed de petróleo y recursos naturales fueron la matrona de las relaciones internacionales.

Medio Oriente, el Cáucaso, los Balcanes y la siempre oprimida África estallaron al ritmo de los tambores bélicos. Mientras el águila estadounidense se embriagó de poder, los otros aprovechan el síntoma para ganar terreno.

El “oso” ruso volvió a mostrar sus garras, mientras el “dragón” chino aún espera su turno, pero prepara sus alas para volar alto. India, Brasil y otros también quieren estar en la gran mesa. Desde otro lado, Irán, Corea del Norte y otros conocidos como los Estados “rebeldes” también mueven sus fichas.

Por si faltaba algo, la burbuja financiera del capitalismo de mercado pareció querer estallar, o por lo menos se deformó (ahora muchos dicen que es un ovoide). La mano “invisible” del mercado parece dar manotazos de ahogado, pidiendo ayuda al Estado que -hace no mucho tiempo- quería aniquilar.

El pánico en el Norte fue general: Wall Street y las principales bolsas de valores del mundo parecían hospitales de urgencia médica. El Sur también sacudió sus cimientos. El joven siglo también se hizo presente en la región. Las principales “Democracias Made in Usa” caían ante las convulsiones sociales que sangraban por las directrices del Consenso de Washington. Las heridas del neoliberalismo dejaban a nuestros países en severas crisis -políticas, económicas y sociales- mientras el precipicio parecía estar muy cerca.

Sin embargo, Sudamérica, Latinoamérica, ese Sur-mundo que tantas veces amagó con su verdadero despertar, se levantó nuevamente y una nueva oportunidad parece llegar a sus pies.Los gobiernos que resultaron de esa etapa fueron y son distintos, las recetas también. Pero la consigna parece (al menos por ahora) ser clara: La integración y el desarrollo son los únicos caminos a seguir.

El Mercosur se revitalizó, nacieron el ALBA, la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y los Gobiernos -no todos- empezaron tímidamente (muy tímidamente) a pensar recetas para estas tierras, de acuerdo a los problemas de estas tierras.Un militar bolivariano llamado Hugo Chávez; un obrero sin estudios terciarios de nombre Luiz Inacio Lula Da Silva; un militante de la izquierda peronista de los setenta llamado Néstor Kirchner junto a su esposa Cristina Fernández; un indígena casi sin estudios de nombre Evo Morales; un ex “Chicago Boy” llamado Rafael Correa y un ex obispo de nombre Fernando Lugo, son los principales actores de este proceso.

Los pros y los contras vienen de la mano. Quizá haya más contras que pros, pero lo cierto es que el camino se está transitando y no es otra cosa que el principio de algo que puede ser mucho más grande.Por si alguien lo había pensado, el gigante del norte (Estados Unidos), no se quedó expectante al ver como su tradicional “patio trasero” tomaba timoratos y temerosos pasos de autonomía.

El menguado juego del Sur obtuvo su respuesta desde el país del Tío Sam. Y el tablero entró en su fase inicial de confrontación. Las cartas ya están tiradas sobre la mesa y la mesa es el escenario internacional.

Suracán: un ser que representa el nuevo pensamiento del Sur
Los habitantes de este Sur-mundo desean de estas tierras un resurgir verdadero. Es por esta energía que traen los nuevos vientos que soplan por esta parte del orbe, que se materializó (nadie sabe exactamente cuando) a un nuevo ser. Un ser engendrado de las mismas entrañas del Sur, un ser que quiere ver a su mundo y a su gente en una nueva faceta de la historia.

Su nombre es Suracán, dicen que nació de la confluencia de los vientos que soplan estas tierras del Sur. Dicen que viene desde los umbrales de las montañas de las voces sin eco. Dicen que es un ermitaño montado en bólidos pensamientos de cavilación. Un filósofo suburbano -o algo parecido- que sutilmente proyectará en las mentes sedientas de información, un desglose del frecuente cotidiano de nuestras vivencias.

Suracán, un puñado de ácido crítico a la materialidad que nos envuelve. Suracán vive el día a día, observa, medita y absorbe los más sinceros pensamientos que soplan en el aire del Sur-mundo.Suracán, un simple terrícola del Sur (como cualquiera de nosotros).

¡Noticias de ayer extra, extra!Ciudad de La Plata, Argentina, medio día del 16 de septiembre de 2008, el otoño se jacta de sus últimos sabores, Suracán transita las arterias del pequeño urbe argentino. A cada paso que da observa lo que le rodea: la gente, esos humanos que viven en un solo mundo y cada uno de ellos vive con su mundo.

En una esquina transitada se detiene en un puesto de revistas (esos viejos Kioscos de calle de antaño), mira las tapas de los principales diarios, mira atento como los grandes medios anuncian el “lunes negro” para los mercados: “Wall Street perdió 4,4%; San Pablo 7,6% y Madrid 4,5%”, destaca uno de los más grandes periódicos de Argentina.

“Es porque la banca estadounidense Lehman Brothers anunció oficialmente su bancarrota. Las bolsas de todo el mundo sufrieron una hecatombe y se acentuó la incertidumbre por el futuro. Bush había tratado en vano de tranquilizar a los operadores, al afirmar que el sistema financiero iba a resistir”, publicó ese día la página electrónica de Clarín.

Luego de conocer ese notición, Suracán meditó sobre el nuevo acontecimiento que sacudiría el escenario internacional. Todos (o la gran mayoría) de los humanos empezarían a hablar y a conjeturar con lo que días más tarde la presidenta argentina -en plena Asamblea General de la ONU- denominaría el “Efecto Jazz”.

El 17 de diciembre de 1819, el libertador Simón Bolívar decía en el Congreso de Angostura: “Para sacar de este caos nuestra naciente República, todas nuestras facultades morales no serán bastantes si no fundimos la masa del pueblo en un todo; la composición del gobierno en un todo; la legislación en un todo; y el espíritu nacional en un todo. Unidad, unidad, unidad, debe ser nuestra divisa. La sangre de nuestros conciudadanos es diferente, mezclémosla para unirla; nuestra Constitución ha dividido los poderes, enlacémoslos para unirlos; nuestras leyes son funestas reliquias de todos los despotismos antiguos y modernos, que este edificio monstruoso se derribe, se caiga y apartando hasta sus ruinas, elevemos un templo a la justicia”.

Suracán sabe que las revoluciones no se hacen de un día para el otro. Sabe que las ideas no se plasman en una mañana de inspiración. Pero también sabe que para todo hay un inicio. Y también sabe que existe una nueva sangre, una nueva mente en nuestra tierra, para hacer una nueva revolución.

Algo está durmiendo desde hace más de 500 años. Algo está esperando para despertar.Suracán, por octava vez (para esta historia), sabe que algo está cambiando…

*Periodista argentino (Universidad de La Plata, APM, surysur)

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