Elecciones en el estado de México: triunfo del cinismo

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Gabriel Castillo-Herrera.*

Desde la noche del tres de julio, una vez cerradas las casillas de votación y conforme se iban conociendo las encuestas de salida del proceso electoral para renovar la gubernatura en el estado de México, la provincia que cuenta con el mayor número de electores en toda la República Mexicana, el partido triunfante —el Revolucionario Institucional: PRI— y sus merolicos a sueldo de los medios de comunicación, la radio y la televisión, controladas en su mayoría por los mercachifles al mejor postor: Emilio Azcárraga y Ricardo Salinas— se dieron a la tarea de congraciarse por haber tenido una jornada electoral “en paz y calma”.

Fue, dicen, “una fiesta de civilidad”, “una lección de democracia”, “los mexiquenses dieron una muestra de civismo”, “una jornada histórica”. ¡Qué lindos!

Ello ocurría mientras que en los municipios de Ecatepec —cuyo padrón representa el 30% de los sufragios de todo el estado— y Nezahualcóyotl, los pobladores se las arreglaban para recobrar su normalidad después de haber sufrido —una vez más— los embates de la inundación que les hicieron perder sus pertenencias y su cotidianidad merced a las lluvias “atípicas” (según las autoridades, aunque lo “atípico” ya es recurrente de unos años a la fecha, sin que el municipio, que ha sido dirigido dos veces por el hoy candidato triunfante en los comicios estatales: Eruviel Ávila, se haya preocupado por solucionar el problema durante su gestión).

La situación se agrava con el hecho de que la ayuda económica a los damnificados se haya proporcionado a condición de votar por el Partido Revolucionario Institucional, al que pertenecen tanto el mencionado Ávila y el gobernador del estado: Enrique Peña Nieto, quien aspira a la presidencia de la República en las elecciones que se llevarán a efecto el próximo año.

“Fiesta de civilidad”. Una que fue resultado de una campaña priísta que excedió los gastos fijados por el Instituto Federal Electoral y su correspondiente instancia en el Estado de México. Recursos que fueron destinados a la compra del voto, situación que fue denunciada por la oposición y que el PRI justificó con el eufemismo de “estímulos al votante”. Sin embargo, las autoridades electorales callaron.

Las televisoras contribuyendo a la campaña del abanderado del PRI disfrazándola de “noticias”; ¡claro!, ante el fracaso de 11 años de gobiernos del Partido Acción Nacional —el del actual presidente, elegido en tribunales, Felipe Calderón— hoy cambian de piel y le apuestan al regreso del PRI.

Así, lo fraudulento no estuvo el conteo de sufragios, como ha sido la práctica histórica en los comicios mexicanos, sino en las irregularidades sucedidas durante las campañas (como en las elecciones del 2006) en que predominaron la compra de votos, la denostación del opositor —la izquierda— mediante la mentira, los recursos económicos surgidos de no se sabe dónde, la complicidad de los consorcios mediáticos y la indebida intervención de poderes fácticos.

Como dijo el candidato opositor de izquierda, Alejandro Encinas: “El dinosaurio (el PRI) está vivo y anda dando coletazos”. Anuncio temprano de lo que habrá de enfrentar  Andrés Manuel López Obrador y el —en construcción— frente popular Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) en los comicios presidenciales del próximo año.
Por otra parte, el candidato del PAN resultó con el menor número de sufragios; ello constituye una derrota para Felipe Calderón; para los que añoran el pasado lejano, para los vendepatrias, para las sotanas y para el fascismo disfrazado de “guerra contra el narcotráfico”.

* Escritor, artista visual.
 

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