Entrevista. – RIL: EL TRABAJO DE UNA EDITORIAL

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Eleonora Finkelstein es autora de Hamlet y otros poemas (edición bilingüe español/inglés, 1997); Las naves (1999) y Delitos menores (2004). Daniel Calabrese es autor de La faz errante (1989), Futura Ceniza (1994), Escritura en un ladrillo (edición bilingüe español/japonés, 1996) y Oxidario (2001). Ambos dirigen, desde 1997, Ærea, anuario hispanoamericano de poesía y traducción.

Esta es una entrevista que simula una mesa de pool, mejor dicho de billar a tres bandas, por su agilidad, certeza y la cuota de azar o pérdida que representa editar en un país con el 19% de IVA a libros.

A RIL le debemos la colección de estudios sobre Neruda más seductora que se haya hecho en Iberoamérica, que aborda temas: íntimos Retrato de familia (2003), Hormiga pinta caballos. Delia del Carril y su mundo (2006) y El enigma de Malva Marina. La hija de Pablo Neruda (2007); algunos conflictos políticos: Neruda y España (2003) y Testimonios sobre Neruda durante su Embajada en Francia (2004); tópicos históricos: Neruda: la invención poética de la historia (2000) y Epistolario viajero (2004), y de crítica literaria Neruda total (2004) y Viaje a la poesía de Neruda (2004). La primicia consiste en anunciar para abril de 2008 Las furias y las penas. Neruda y su tiempo, del doctor David Schidlowsky, la más extensa y polémica biografía, en casi 1,500 páginas, publicada hasta ahora sólo en Alemania.

–¿Bajo qué coyuntura fundan Ediciones RIL?

DC.Habíamos trabajado como editores en Argentina con un modelo de publicaciones bastante exitoso que recogía la producción de contenidos emanados de las universidades y los adaptaba para la circulación fuera del claustro, ya sea como textos de estudio o bien para su divulgación. Vinculaciones profesionales nos llevaron a conocer Chile, que vivía por entonces un ambiente muy estimulante para la creación literaria y el trabajo artístico e intelectual: después de tantos años de oscurantismo acababa de restablecerse la democracia. Retornaban muchos escritores exiliados, aparecían nuevas universidades y resurgía la necesidad de expresión y de consumo cultural. El libro sería protagonista de este renacimiento. En ese contexto, en el año 1991, fundamos RIL editores.

–Las editoriales Nascimento y Quimantú marcaron un hito en el perímetro intelectual chileno ¿Ustedes proyectan continuar esa tradición?

EF.Sin dudas marcaron un hito, no solo en Chile sino a nivel latinoamericano. Fuimos varias las editoriales que, post dictadura, pensamos en cómo retomar el hilo cortado. Las preguntas eran: ¿dónde nos habíamos quedado?, ¿cómo reconstruir a partir de las ruinas?

«Quimantú fue una editorial del Estado, en tal sentido no podíamos aspirar a un modelo semejante, por más loable que fuera su impronta educativa, de acceso al libro y de acción política. Se dice que los instrumentos no son buenos o malos en sí mismos, sino que dependen de la mano que los ejecuta. Si esta mano está sujeta al poder político, claramente, cuando ese poder cambia también cambia el proyecto. Así pasó con la progresista Quimantú, devenida luego en Editorial Nacional Gabriela Mistral.

«Si nos preguntas de qué proyecto nos sentimos herederos directos, desde un comienzo nos inspiró la tradición de catálogo general, al estilo Gallimard, y en Chile se podía vislumbrar esa influencia rectora, por supuesto, en Nascimento y también en la Editorial Universitaria. Amplias, independientes, tolerantes, que propiciaban aún dentro de sus filas la discusión artística y el debate de las ideas»

–¿Cuántos libros integran el catálogo de RIL? ¿Tienen un autor «regalón»?

DC.Llevamos más de 700 títulos publicados, en todos los géneros, en 16 años de existencia. Tenemos varios autores que, además de publicar en RIL, podríamos decir que llegaron a tener la llave de esta casa. Para no mencionar a todos los amigos que encabezan nuestra lista interminable de preferencias, te nombramos solo a dos: Alfonso Calderón, Premio Nacional de Literatura y Jorge Díaz, Premio Nacional de Teatro. A ellos siempre los exceptuamos del odioso análisis editorial de riesgo y oportunidad.

–¿Cuales son los libros más importantes que ha publicado RIL?

DC.Nos enorgullece nuestra serie de antologías de teatro chileno contemporáneo: Díaz, Wolff, Heiremans, Sieveking, etcétera, que se ha constituido en la colección de literatura dramática más importante del país, por el peso de los autores y por el trabajo de rescate de textos, en el que hemos contado con la colaboración de algunas universidades y del Consejo Nacional del Libro. También algunas obras patrimoniales, como la edición del Cautiverio feliz, de Francisco Núñez de Pineda y Bascuñán: un trabajo monumental de reconstrucción filológica que llevó a su autor más de 30 años de investigación; Notas de arte, una edición de gran formato y encuadernada en tapa dura, que contiene la divulgación artística y literaria que realizó Jean Emar durante el primer cuarto del siglo XX; allí se reproducen las páginas originales del diario La Nación, donde fueron publicados estos textos, junto a sus transcripciones. El Memorial de Valparaíso, de Alfonso Calderón, y por supuesto las ediciones de Ærea, el anuario hispanoamericano de poesía y traducción que dirigimos con Eleonora.

–¿En qué consiste la bibliodiversidad propuesta por RIL?

EF. A pesar de lo difundido que se encuentra hoy en día ese término, y aunque pueda parecer arrogante, la verdad es que este neologismo surgió en una reunión interna del comité editorial de RIL editores hace diez años. Esto fue en forma paralela al debate generado por el famoso libro La edición sin editores, de André Schiffrin, y ante el fenómeno de las empresas editoriales que prescindían de sus editores tradicionales para suplantarlos por gerentes comerciales, quienes evidentemente ponían el acento en su especialidad: el comercio. Así, se escogían títulos que constituían un negocio en sí mismos y se desechaban otros porque no lo eran, sin tener en cuenta su valor cultural.

«Esto no era un misterio, respondía claramente a la exacerbación de un modelo económico neoliberal que de pronto se convertía en la piedra filosofal y se aplicaba indiscriminadamente en todos los ámbitos de la actividad humana, donde los éxitos y fracasos se medían solo con la vara de la rentabilidad».

DC.La analogía que encontramos para acuñar ese término fue la del bosque nativo, cuya biodiversidad era arrasada por las rentables plantaciones de pino. Esto mismo sucedía con la industria del libro: la masividad y la lógica del «best-seller» estaban desplazando la publicación de obras de los llamados géneros difíciles (poesía, filosofía, teatro, etc.).

«Nuestro lema se convirtió en un desafío y en una forma de resistencia a ese fenómeno: «biblio/diversidad, diferentes libros para personas diferentes?». Esa era la quintaescencia de lo que queríamos decir y hacer en RIL. Pronto llevamos la idea a la Asociación de Editores Independientes (antes Edin, hoy Editores de Chile), gremio en el que participamos desde su etapa fundacional, donde se acogió con entusiasmo. Fueron nuestros amigos y colegas de Lom quienes la difundieron en un encuentro de editores en Gijón, España, desde donde se irradió profusamente y ha sido ya leit motiv de seminarios en México y otros países».

–¿RIL está por la derogación del 19% de IVA a libros o por una subvención fiscal?

DC. Chile tiene el récord mundial de IVA al libro. Toda la sociedad en su conjunto, incluido el parlamento democrático, ha expresado la necesidad de terminar con esta barbarie instaurada por la dictadura de Pinochet. Sin embargo, aunque nos cueste entenderlo, los sucesivos gobiernos de la Concertación no solo han mantenido el impuesto sino que lo han aumentado hasta llegar al bochornoso record del 19%.

«Chile es un país exitoso a nivel macroeconómico, pero su índice de desarrollo humano arrastra, entre otros, este rezago: un 70% de la población, incluidos los profesionales, tienen muy bajo nivel de comprensión lectora. Naturalmente estamos de acuerdo con la derogación de este impuesto y aspiramos a ella. Sería la medida más socialista que podría adoptarse en favor del libro. Mucho más efectiva y rápida, en todo caso, que insulsas campañas de fomento a la lectura que arrojan resultados paupérrimos y se llevan enormes volúmenes de recursos públicos».

EF. El IVA es el impuesto que más afecta a los pobres y está considerado como recesivo para la industria, además de favorecer el pirateo; con este nivel de impuestos, el valor de uno de cada cinco libros se lo lleva el fisco.

«Creemos que no solo se debe derogar este impuesto sino que se debiera asistir la actividad con importantes incentivos a la producción, como mayores compras para bibliotecas públicas, por ejemplo, que tendrían un efecto multiplicador de este recurso que no deberíamos llamar subvención».

–En Lom han decidido abrir el proceso de selección de textos una vez por año ¿Cuál es la metodología de RIL? ¿Quién los asesora en temas que pudieran no dominar? Se los pregunto porque Ediciones Era (México) recurre a académicos de la UNAM

EF. Nuestra política es mantener abierta la recepción de originales en forma permanente. En ocasiones sufrimos de asedio, pero igual nos arreglamos para informar los originales recibidos. La ventaja de RIL es que cuenta con cinco editores de tiempo completo, capacitados para evaluar material en literatura, historia y sociología. No obstante, siempre recurrimos a los académicos cuando se trata de proyectos no literarios y demasiado específicos, porque somos una editorial de catálogo general y, naturalmente, no podríamos dominar todos los temas.

DC. En cuanto a recibir originales en forma permanente, quizás allí opere la sensibilidad de los cinco editores de RIL, quienes también escriben y han publicado libros, de manera que conocemos ambos lados del escritorio.

«Tomás Eloy Martínez cuenta que, cuando Sudamericana era una editorial independiente, Francisco Porrúa, lo llamó diciéndole que ‘había recibido un libro extraordinario, tan delirante que no sabía si el autor era un genio o un loco’. Fue a verlo esa misma noche, bajo la lluvia, y cuando abrió la puerta se volaron las páginas con la corriente de aire y cuenta que tuvieron que reorganizar esos papeles que resultaron ser los originales de Cien años de soledad. Los tiempos fueron cambiando, ya en la década de los noventa, en la oficina de esa misma editorial en Buenos Aires, habían puesto un letrero con la leyenda: «No se reciben originales».

«La pregunta que surge es: ¿se tomarían hoy siquiera el trabajo de hojear el desordenado manuscrito de un colombiano desconocido que llega por correo?»

–En poesía, imagino que es tu subjetividad, estimado Daniel, la que interviene como Consejo Editorial ¿Qué nos puedes comentar de la miscelánea poética de RIL y Ærea?

DC. No es tan así, soy uno más del comité editorial. No existe un reino más subjetivo que el de la poesía. Por eso tratamos de ejercitar, en este género tal vez con más cuidado, la tolerancia y el respeto por los diferentes estilos y tendencias. En los años noventas logramos reunir a los poetas jóvenes más importantes de Chile en una misma colección, cuando sus posturas tribales parecían irreconciliables, en un experimento que tuvo resultados extraordinarios, porque se podía dimensionar allí toda la fuerza de la tradición poética chilena, un caudal enorme de creatividad que se alimentaba de las vertientes más disímiles.

–RIL editó cuatro excelentes libros sobre Neruda en su centenario (2004), que abordan temas: íntimos (Retrato de familia); políticos (Neruda y España); históricos (Neruda: La invención poética de la historia) y de crítica literaria (Neruda total) ¿Fue una forma de contrarrestar al apabullante «marketing rosa» de la Fundación Neruda u otra razón de peso?

DC. A los que se agregan El enigma de Malva Marina. La hija de Pablo Neruda, de Bernardo Reyes, Epistolario viajero, recopilación de su correspondencia diplomática por Abraham Quezada, entre otros títulos. Y –esto es una primicia– el anuncio para abril de Las furias y las penas. Neruda y su tiempo, de David Schidlowsky, probablemente la biografía más polémica que se ha escrito sobre Neruda, y que saldrá en dos tomos que suman casi 1500 páginas.

«Me da mucha risa esto del ‘marketing rosa’, hay autores que han visto en esa institución una especie de ‘presidio’ de la memoria nerudiana. Pero no publicamos estos libros con el propósito de reaccionar a lo que dices, sino porque RIL es un sello verdaderamente independiente: un reducto para la expresión y el desprejuicio, al que en forma natural van llegando los pensadores libres».

–Finalmente, en México se legisló por la caducidad del copyright a 100 años de la muerte del autor; Chile me parece va en la misma tendencia ¿RIL comparte la idea de un copyright a perpetuidad?

EF. Reconocemos que cada país tiene el derecho de discutir y aplicar leyes de protección a la propiedad intelectual. 100 años tal vez sea excesivo, con ese plazo algunas obras quedarán soterradas y jamás llegarán a la gente. Lo que nos interesa verdaderamente es que exista un equilibrio entre esa protección al patrimonio de autores y herederos con el derecho que tiene el público de acceder a sus obras.

«En tal sentido, somos partidarios de las excepciones, no puede ser que verdaderos consorcios financieros adquieran derechos sobre títulos que muchas veces ni siquiera se publican, y que por tanto nadie puede publicar en toda el habla hispana, como si se tratara de una operación de secuestro. O que no se distribuyan en países periféricos por razones de costos, o porque el mercado es pequeño.

«Hay lugares donde no llegan las obras y tampoco pueden publicarse porque están protegidas, de forma que el público local jamás las conocerá, de la misma forma en que no llegará a ver nunca uno de esos cuadros de Van Gogh que pertenecen a millonarias colecciones privadas».

1 Mario Casasús dialoga habitualmente con personalidades relevantes de la cultura de la Argentina, Uruguay y Chile; su campaña –si no solitaria tampoco con demasiado eco en el mundillo literario de este último país– en orden a desentrañar el manejo interno de la Fundación Neruda, más allá de la opinión que se tenga sobre dicha empresa financiera y cultural, marca un hito en el compromiso del periodismo cultural.

En esa virtud las entrevistas con Paulo Slachevsky, director de Editorial Lom (aquí) o Daniel Divinsky (aquí) y la que se ha transcrito, deben considerarse como piedras-señales en el camino, accidentado, de la actividad editorial en el Cono Sur de América. Piel de Leopardo, que transita dicho camino, debe dejar constancia que asigna un alto valor a la tarea de Mario.

Al fin y al cabo cada libro que se publica es una ventana que se abre en una habitación cerrada y oscura.
Independientemente de qué libro se trate y de por qué se publicó.

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foto

* Periodista

Publicada originalmente en el periódico digital chileno Clarín, www.elclarin.cl.
Se transcribe aquí por gentileza de su autor.

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